I

313 65 16
                                    


La situación económica de su familia era ligeramente complicada, no era como que pudiese afirmar “es la peor”, pero sin duda alguna no era la mejor para una familia de estrato medio. Desde pequeño había estado acostumbrado a las caras tristes de su padre mientras hacía cálculos en su cuaderno de finanzas revisando cuántas horas extras debía de hacer ese mes para poder pagar el alquiler de su pequeña casa, las veces en la que vio a su madre llorar escondida en la habitación porque nuevamente les habían amenazado los cobradores y por supuesto las constantes veces en la que él abría la puerta y decía que sus padres no se encontraban, cuando realmente estaban escondidos en la parte trasera.

Ahora las cosas no eran mejores, sus padres habían muerto hacia ya cinco años y el se encontraba manteniendo a su única familiar con vida. Una dulce viejecilla con Parkinson a la que él  le decía “tía”, pero quien era realmente su abuela materna.  Las deudas iban en incremento por el valor exagerado que poseían los medicamentos que ayudaban a aliviar un poco los males de su tía, la inflación exagerada de los alimentos y por su tonto sueño de ser fotógrafo. Compro una cámara de segunda mano y aquello había puesto en aprietos su estabilidad económica por varios meses.

Fue de esa manera que la única solución que encontró a sus males fue trabajar en una lujosa discoteca-bar en el centro de la ciudad, uno de sus amigos había trabajado en el sitio y ahorro lo suficiente para volver a su país natal, China. Con la vacante vacía, movió algunos hilos y un chico autodenominado “corriente” se volvió mesero. Podría ser que el pago que le daban no era el mejor, pero lo verdaderamente interesante eran las jugosas propinas de las celebridades que asistían al lugar.

Aquel establecimiento era el preferido por las celebridades por dos motivos, el primero, la privacidad que les ofrecía el lugar. Lo que pasaba dentro de “Oasis” se quedaba en Oasis. El segundo, la posibilidad de pasar una noche de ensueño en las habitaciones privadas del lugar.

En los tres meses que ya llevaba trabajando en ese lugar había visto desde celebridades K-pop hasta políticos. Era algo que jamás pensó ver junto en el mismo lugar, pero ahí se encontraba con su máscara cubriéndole la mitad del rostro y llevando a cada mesa los tragos que habían pedido.

—Do Kyungsoo, mesa 340. — Extendió la lujosa y muy costosa charola de vidrio, una botella de whisky sellada, una copa con hielo y algunos aperitivos fueron colocados sobre esta.

Como siempre se encargó de solo asentir, y obedecer. Él como chico nuevo no tenía voz ni voto para preguntar porque una botella entera y solo una copa. Camino entre las luces estridentes del lugar, se inclinó sobre la mesa dejando todo ordenado hasta que escucho una grave voz. Una melodía que hizo que aquella música ruidosa desapareciera y fuese incluso capaz de escuchar la respiración del hombre.

Nervioso, con sus piernas temblando como gelatina levantó la mirada. Lo conocía porque le había visto varias veces en la televisión, era Park Chanyeol, un fiscal altamente reconocido por el sin número de casos ganados y por uno que otro escándalo respecto a su comportamiento en privado. Nada lo suficientemente grave como para manchar su reputación, pero si logrando que uno que otro rival dijese que el abogado realmente era un lobo vestido de oveja.

—No te había visto antes—, repitió Chanyeol como si aquello fuese a traer de su ensoñación a Kyungsoo. Sonrió mientras meneaba una copa de vino en su mano, el contenido era rojo y espeso.

—Yo… disculpe, soy algo nuevo en el lugar. — Kyungsoo ladeó un poco su rostro cuando el aroma a rosas y jazmines inundó su nariz. Sonrió ligeramente su pantalón se sentía más apretado del frente, tembló cuando la mano de Chanyeol le tocó la cadera y le hizo sentarse en sus piernas.

—Sabes, estoy bastante aburrido. Las veces que he venido no logro divertirme lo suficiente pero tú pareces ser mi tipo ideal. — Una de sus manos se paseó por su sensible cadera, la otra dejo la copa de vino en la mesa y después se coló entre sus muslos.

Él no era un tipo fácil, pero la voz de Chanyeol, el aroma de su perfume, la temperatura corporal que poseía le ponía los nervios de punta. Mordió su labio y miro el perfil del fiscal. Era mucho más guapo en persona que por televisión, su mandíbula estaba bien definida, su cabello negro brillaba bajo las luces de la discoteca, sus labios estaban rojos como la sangre. Humedeció sus propios labios y atino a asentir con torpeza sin siquiera saber muy bien que trataba de decir con ese movimiento.

Pese a su actitud torpe pareció que Chanyeol le entendió.

—¿Quisieras ir conmigo a un lugar un poco más… privado? — susurró sensualmente en su oreja. Kyungsoo apretó los dedos de sus pies, sintió un extraño picor en su estómago y como su pantalón se iba mojando producto de la excitación.

—S-si… pero … estoy de turno y…

—No te preocupes, lo solucionare.

Dark Prosecutor || ChanSoo [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora