10. Conflictos.

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La androide rubia "Kin" se acercó hacia la sombra de una carpa, saludó a sus compañeros y estos le devolvieron el saludo, ellos siguieron con sus trabajos y Kin se sentó en su silla plegable. Cogió la botella apoyada en la estantería de madera y reposó la mano en su mejilla, desde aquél fatídico viaje había formado lazos más fuertes, aunque perdió "amigos", fue compensada con unas amistades menos superficiales. Dio un gran trago. Eructó con la boca abierta, ese alcohol era más fuerte de lo normal.

«Que aburrimiento» pensó, observando con sus ojos perezosos al humano que caminaba por el campamento junto a la gemela Devola. «...».

Era un día más caluroso de lo normal, y eso se notaba, no tenía mucho qué hacer, hace media hora que había llevado las cajas al dependiente de armas, tenía un par de minutos de descanso antes de recibir otro pedido. Dio un gran suspiro, quería estar con el humano para charlar un rato, pero sabía que no podía, las ordenes de Lily eran la ley.

—Ja, me estoy haciendo ilusiones, cómo si yo tuviese la oportunidad de "competir" con esas brujas —murmuró y dio otro trago—. Kin, despierta, no eres tan guapa cómo ellas. —Dio otro grandísimo trago, hasta el punto de que el líquido desbordó de sus comisuras y goteó por su camiseta.

—¿Competir?

Kin giró su cabeza y lo vio, Era "Wata", había terminado con sus quehaceres.

—No estoy hablando contigo, pelo pincho. —Dio otro trago, pero el líquido no entró por su garganta. Miró la botella y vio que no quedaba más. Chasqueó su lengua y tiró la botella a un lado.

Wata metió la mano en una caja y le lanzó otra botella. Kin la cogió en el aire, la destapó y bebió cómo si nada.

—Ya veo... —Wata se apoyó en el poste de la carpa y se cruzó de brazos con una gran sonrisa—. ¿Acaso mi querida y amada Kin está enamorada?

Kin entrecerró sus ojos y lo miró.

—Di eso otra vez y te hundo la cabeza en el suelo.

Wata rió entre carcajadas. Se apartó las lágrimas de sus ojos enrojecidos e inhaló su mucosidad. 

—Oh, lo espero con muchas ansias —se irguió e inmediatamente volvió a su semblante indiferente—. Voy a seguir construyendo cajas, ¿vienes? —estiró su mano antes de que Kin contestara para así interrumpirla—: sé lo que dirás: "Hay, prefiero ver al humano corriendo a punto de morir de agotamiento antes que estar con mi musculoso y guapo Wata".

Kin chirrió sus dientes y se levantó, justo en ese momento Wata se fue corriendo y le hizo un semblante burlón mientras miraba para atrás. Kin hinchó sus mofletes y volvió a sentarse. Miró al centro del campamento y alzó una ceja, Devola corría como una moto mientras el humano trotaba detrás de ella, jadeaba cómo si no pudiese respirar. Algunos androides que no sabían que Luis era un humano los miraban de forma despectiva, cómo si a Devola se le hubiese ido la cabeza. Kin sonrió un poco, ya que comprendía sus posiciones, no saber que ese supuesto "androide" era un humano hacía que sus acciones se viesen extrañas y carentes de sentido, cómo aquella vez que Kin mató a un ciervo y lo desmembró para así conseguir carne, o también cuándo tuvo que salir al exterior solo para conseguir un par de manzanas. Era perfectamente normal que los demás sospecharan, esas actividades eran demasiado peligrosas, no por la acción en sí, sino por tener que recorrer una ciudad plagada de máquinas.

«Sí que suda, parece que le va a dar algo» pensó, viendo cómo Luis no podía correr más. «Podría llevarle agua, no parece que esa bruja haya traído».

Se levantó y buscó en la estantería entre las botellas que había, los androides no necesitaban comer para sobrevivir, solo agua para así recargar energías y no sobrecalentarse, aunque eso no impedía que bebiesen alcohol para ahogar su estrés.
Cuándo consiguió la botella de agua, exhaló todo el aire de sus pulmones. Miró en la dirección del humano, y cuándo vio la oportunidad, caminó en la dirección de ellos.
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Devola paró de correr y miró detrás de sí misma, indiferente, había corrido más de diez kilómetros a toda velocidad y no había sudado ni una gota de refrigerante. Su semblante indiferente se tornó en una sonrisa burlona al ver el estado de Luis.

—No puedo más, Devola —jadeó, sus labios estaban resecos—. Por favor, déjame descansar un rato... —Luis se sentó al borde del lago, encima del pasto frondoso.

Devola se cruzó de brazos e inclinó su cadera de lado. Sabía que Luis era un humano, pero sus aptitudes físicas eran mediocres, ni si quiera podía levantar una caja de cincuenta kilos. Se acercó y se sentó a su lado.

—Luis, eres demasiado perezoso, no puedes correr ni diez segundos seguidos.

Luis la miró con el ceño fruncido.

—Es muy fácil decirlo cuándo no sientes cómo tus piernas están a punto de partirse a la mitad, "androide".

Devola abrió mucho sus párpados y lo miró de arriba abajo.

—¿Qué? —le sujetó la pierna y se la puso sobre su regazo—. Ten más cuidado —le masajeó el muslo—. No quiero qué-

—Devola, era metafórico.

Luis y Devola se miraron fijamente sin decir nada. Las mejillas de Devola se pusieron rojas y se apartó la pierna del regazo.
De repente, Devola sujetó su espada envainada por el mango y miró atrás suya. Era una chica. Devola chasqueó su lengua, relajó su postura y la miró de arriba abajo con sus ojos muertos.

—¿Necesitas algo?

Kin la ignoró. Se acercó al humano y le dio una botella de agua.

—Gracias —Luis se puso la botella entre sus labios y se oyó el GLU, GLU, GLU.

Kin asintió con un semblante serio. Miró a Devola.

Gemela, cuál es tu relación con él —señaló.

Devola chasqueó su lengua y miró para otro lado.

Soy su guardián, ¿hay algún problema con eso?

Kin se puso las manos en las caderas e hizo una mueca.

Eso no te lo crees ni tú —dijo—. ¿Te lo estás tirando?

Luis escupió el agua que estaba bebiendo. Se secó los labios con su camiseta, se giró sobre sí mismo y siguió bebiendo tímidamente cómo si esto no fuera con él. Devola alzó una ceja, Kin había dicho eso último en el idioma del humano, y Devola se molestó muchísimo al verle las intenciones.

¿Y a ti que te importa? —dijo Devola con las manos apoyadas en el césped—. ¿Acaso dices eso para denigrarme? —se levantó y la encaró con un fuerte empuje. Kin tropezó y cayó al suelo.

Los demás androides observaron la escena. Alguien más corrió y se puso entre las dos chicas.

¡Ey! —Wata estiró sus brazos de lado a lado—. ¿Qué mierda estás haciendo?

Devola observó de refilón de izquierda a derecha, todos los demás androides la miraban con repudio y un profundo odio en sus semblantes.

Esto es absurdo —Devola agarró a Luis por el brazo y lo levantó—. Esa androide acaba de llamarme puta en toda mi cara, no pienso dejar que me insulten de esa manera.

No —dijo Kin mientras Wata le ayudaba a levantarse—. Solo pensaba qué... —se calló—. Nada.

Devola palmeó la ropa de Luis para quitarle la suciedad y volvió su mirada a los presentes.

¿Sabes? —sonrió con malicia—. Puedo sentir vuestra envidia, os carcome por dentro cómo alguien cómo yo tiene este privilegio, ¿verdad?

Los androides que habían por los alrededores se miraron entre sí y se oyeron todo tipo de murmullos. Wata se adelantó y susurró:

Cállate, eso es confidencial, nadie más puede saberlo.

Devola solo se alzó de hombros y agarró a Luis por la mano. 

Gracias por el agua —Devola le entregó la botella a Kin—. Espero no volver a verte jamás.
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Luis entró por la puerta y se sobresaltó cuándo Devola la cerró de un portazo.

—Devola... —dijo Luis—. ¿Estás bien?

Devola caminó y le pasó de largo. Lo miró de refilón y dijo:

—Estoy perfectamente, ¡jum! —miró para otro lado con los brazos cruzados—. Quién se creen esos androides de pacotilla cómo para tratarme así.

Luis giró sus ojos en un gran círculo y se sentó en su cama. Se sintió culpable, ya que no defendió a Devola, pero era normal, no quería desvelar su identidad. Devola cogió una botella de una estantería y se llenó un vaso de metal. Bebió con un gran trago.
Luis palmeó las cobijas de su costado, y así, Devola lo miró.

—Ven aquí, anda, vamos a hablar de esto.

Devola demostró pereza, aunque al final se sentó al lado de Luis debido a la gran insistencia de este.

—¿Qué quieres? —apoyó sus manos al borde de la cama.

—Devola —inclinó su cabeza—. ¿Estás segura de que quieres ser mi guardián?

Devola abrió sus ojos de par en par.

—¿A qué viene esa preg-

—Devola.

Devola no contestó. Agachó su cabeza y lo miró de refilón.

—Sí, pero...

—¿Pero qué?

Devola no contestó. Se mantuvieron callados durante unos segundos.

—¿Sabes nuestra historia?

—¿Cuál? —alzó una ceja—. ¿Esa en la que llegasteis al campa-

—No, Luis, es una mucho peor —dijo—. Una en la que seguimos siendo repudiadas, una en la que todo el mundo nos odia por crímenes que ni recuerdo.

Luis apretó sus labios.

—Devola, estás desvariando, no hace falta qué-

—¡Cállate! —Devola se levantó de sopetón. Las lágrimas recorrían sus ojos—. ¡Tú nunca me entenderás! —salió corriendo y salió de la habitación con un portazo.

Luis se quedó mirando la puerta, en silencio, no se esperó una reacción tan intensa cómo esa.
Se miró sus manos temblorosas.

«No entiendo nada» pensó. «¿Qué pinto yo aquí?».
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Luis despertó de sopetón y vio el oscuro techo, se había olvidado de tomarse un baño debido al gran cansancio que tuvo, y ahora el sobaco le olía a vinagre. Se irguió con dificultad y miró sus alrededores. Lo recibió la habitación, estaba llena de cosas, algunas velas estaban encendidas. Miró la mesita de noche y vio una nota. Tragó saliva. La cogió y la leyó:

"Cariño, si lees esto, significa que estamos afuera. Sé que tienes hambre, pero necesito que aguantes un poco más. Si te aburres, puedes salir y ver si está Lily o uno de los androides que sabe de ti. Estamos consiguiendo algunas cositas, espero que lo comprendas. No tardaremos mucho, encima de la cama tienes un cambio de ropa, y al lado de la nota tienes mi cantimplora, no quiero que te mueras de sed.

Popola."

LA VERDAD PLAGADA DE DULCES MENTIRAS - Fanfic de NieR:Automata Ver1.1aWhere stories live. Discover now