• Capítulo 23

278 34 0
                                    

Sinceramente, los viernes por la mañana son bastante aburridos. Lo único bueno es el final del día, cuando nos dan libertad para salir un rato. 

Quedé con Jay afuera del internado. Me estaba esperando sentado en su moto, y llevaba la caja de cartón con el gatito adentro tapada con una manta. 
—¿Crees que es una buena idea llevarlo en la moto?— Pregunté un poco preocupado. 
—Iré muy despacio.— 
 —Está bien... Por cierto, ¿A dónde iremos después? Es que como no sabía a dónde iríamos, no sabía qué ponerme- — 
—Así vas perfecto.— Respondió él mirándome de arriba abajo, logrando ponerme nervioso. 

Lo bueno es que Jay sí fue despacio con la moto, y ya era la segunda vez que me subía, por lo que me acostumbré fácilmente. 
Llegamos a la protectora de animales y le explicamos la situación a la encargada. 
—Ya veo, pero no os preocupéis, cuidaremos muy bien de él. Muchas gracias por rescatarlo y traerlo.— Dijo amablemente. 
Jay no respondió, solo asintió con la cabeza. «¿Está llorando?» Pensé, pero preferí no hacer la pregunta en voz alta. 

Estaba a punto de subirme en la moto de nuevo cuando Jay preguntó: 
—¿Quieres conducir?— 
—¿Yo? No, no creo que sea una buena idea...— 
Pero acabé aceptando. Jay puede ser muy convincente cuando quiere. 
—N-no sé si podré conducir esto.— Dije. —Mi padre tenía una parecida, pero no sé muy bien como va.— 
—Tranquilo, solo ves poco a poco, ya le irás cogiendo el truco.—Se sentó detrás de mí en la moto y me agarró de la cintura arrimándome más a él. 
—N-ni siquiera sé a dónde vamos, ¿Cómo se supone que voy a ir hasta ahí?— 
«Seguro que pone alguna excusa...» 
—No te preocupes, yo te indicaré el camino.—Jay parecía estar divirtiéndose. 

Nos pusimos en marcha, al principio fue un poco extraño, pero nos acabamos aclarando y pudimos llegar al lugar. Era un edificio bastante pequeño a decir verdad, bueno, al menos comparado con la bolera. 
—Sinceramente, sigo sin saber dónde estamos.— Le dije. 
—No has venido nunca?— 
 Al ver que negaba con la cabeza, Jay siguió diciendo: 
 —Ahora lo verás.— 
Me agarró de la mano, cosa que me sorprendió un poco, pero me pareció lindo, y luego nos adentramos en el lugar. Diría que era algo parecido a una discoteca o un pub. Jay se dirigió automáticamente a la barra y yo lo único que hice fue seguirlo. La música estaba bastante alta, pero a un nivel más o menos sano, no como en otros sitios, que no escuchas ni tus propios pensamientos. 
 —¿Qué vais a tomar?— Preguntó el barista. 
—Mm... Ponme un martini y un batido de chocolate.— 
Miré a Jay confundido. 
—¿El batido es para mí?— Pregunté. —¿Qué piensas? ¿Qué tengo tres años?— 
—No puedes beber alcohol, ¿No es así?— 
 —B-bueno, es cierto, pero- — 
—Entonces lo único que vale la pena es el batido de chocolate.— Respondió señalando la carta. —Hazme caso.— 

Por un momento me sentí como un niño pequeño al que Jay tenía que cuidar, aunque tampoco me voy a quejar por eso. 

 Cuando llevábamos un rato sentados, decidimos salir a la pista de baile. 
 —Ven, enséñame como bailaste la última vez en la fiesta de Ethan.— 
—Pero aquí no hay espacio.— Me quejé. 
—Entonces quédate cerca de mí.— Jay me agarró de la cintura acercándome a él, de modo que quedamos solo a unos centímetros. 
—¡Oye, nos pueden ver!— Lo reñí. 
—Tranquilo, solo disfruta.— 
 Los dos empezamos a dejarnos llevar por el ritmo de la canción. 

 Llevábamos unos minutos pasándolo muy bien hasta que llegó una chica a hablar con Jay. 
—Perdona, te he visto de lejos y me preguntaba si me puedes dar tu número de teléfono.— Dijo coqueta. 
—Oh, yo- — 
Antes de que pudiera acabar de hablar vinieron dos chicas más, que, por cierto, pasaron completamente de mi cara. 
—No, mejor danos tu número a nosotras.— 
 —Disculpad, pero estoy aquí con mi... — Jay me miró y pareció titubear. 
—Amigo, soy su amigo.— Dije para ayudarlo. 
«¿Jay acaba de dudar? Joder, seguramente solo me ve como un compañero sexual, ya ni siquiera sé si me considera su amigo.» 
—Bueno, ¿Qué más da?— Preguntó una de las arpías, digo, chicas. 
—Podemos bailar contigo ¿No? A tú a-mi-gui-to no le importará.— 

Las otras dos empezaron a atosigar más a Jay, lo cual me daba rabia, pero me ponía más furioso el hecho de que él no hiciera nada. «¿Acaso le importan esas chicas?» Me pregunté. «Parece que está ligando... Bueno, el hecho de que seamos compañeros sexuales no significa que me pueda meter en su vida privada, supongo.» Realmente me daba miedo que Jay prefiriera a esas chicas antes que a mí. «Pero se supone que... Ah, no soporto ver esto.» 
Me fui de ahí para dirigirme al baño y no me di cuenta de que Jay me había seguido hasta que me tomó del brazo, me metió a uno de los baños y cerró la puerta con el pestillo. Todo había pasado tan rápido que no me dio tiempo a reaccionar. 
 —D-déjame.— Me quejé. 
—¿Por qué te has ido?— 
Él parecía preocupado. 
—Te lo estabas pasando bien, así que no quería interrumpir.— 
Jay me observó frunciendo el entrecejo y pareció darse cuenta de algo. 
—No me digas que... ¿Te has puesto celoso?— 
No respondí, era suficientemente obvio. A decir verdad no me gustaba nada sentirme así. «Al fin y al cabo Jay y yo no es que seamos pareja, no debería sentir celos...» 
—Pero si solo me importas tú.— Jay pareció sorprenderse por lo que él mismo había dicho. —B-bueno, o sea, he venido aquí contigo.— Intentó explicarse mejor. —Q-quiero decir... Quería estar contigo, no con ellas.— 
Me pareció gracioso como intentaba arreglar la situación, pero seguí haciéndome el enfadado para ver hasta dónde podía llegar. 
—Wonie~, hablo en serio.— 
Parecía que iba a hacer un puchero, pero en vez de eso se acercó lentamente a mi oreja y susurró: 
—¿O es que acaso dudas de mi palabra?— 
Me sobresalté por los nervios. 
 —Sabes que no voy a hacer esto con nadie más.— 
Entonces empezó a morderme el cuello. 
—J-Jay, espera- — Dije finalmente. —Te creo, te creo.— 
—Pero sigues estando celoso, ¿No es así? Eso es porque no confías del todo en mí.— 
Ahí me había pillado. 
 —Mereces un castigo por no fiarte de mí, ¿No crees?— 
—Un m-momento, ¿Q-que vas a hacer?— 

Jay no respondió con palabras, sino que juntó sus labios con los míos en un cálido beso. 
En ese momento sentía tanta tensión que simplemente me dejé llevar. Jay siguió dándome besos en el cuello y luego tocó mi miembro. 
—¿Estás excitado, pequeño?— Sonrió de lado. Volví a besarlo y rodeé su cuello con mis brazos. 
Él me tomó de la cintura y luego fue deslizando sus manos de mis caderas a mis nalgas. «Creo que no tiene ni idea de lo loco que me trae.» 
—N-no puedo más, hagámoslo.— Dije desesperado. 
—No, tienes que ser un niño bueno.— Me reprendió él. —¿Cómo se piden las cosas?— 
—Jay...— 
 Él levantó una ceja. 
 —Por favor...— Rogué. 
—¿Sí? ¿Qué es lo que quieres?— Preguntó jugueteando. 
—Quiero que me lo metas y me hagas gritar tu nombre.— Especifiqué. 

Jay pareció sorprenderse un poco, pero luego volvió a decir: 
—Pero estamos en un baño público, ¿No te importa?— 
—No puedo más.— Lloriqueé. 
—Tienes que ser paciente, si aguantas hasta el internado tal vez considere tu petición.— 
—Jay, no finjas, sé que tienes tantas ganas como yo.— 
—Cierto, pero me gusta la cara que pones cuando me suplicas.— Sonrió pícaramente. 
—Idiota.— Dije para luego volver a besarlo. 

Salimos de ahí a toda prisa. Las chicas de antes se volvieron a acercar, pero los dos estábamos tan apurados que no nos paramos, y las ignoramos por completo. Esta vez condujo Jay para poder ir más rápido, y me tuve que agarrar bien para no caerme. 

Llegamos al internado y desde el segundo que entramos en su habitación nos empezamos a desvestir el uno al otro. Ninguno de los dos dijo nada, bueno, de hecho solo nos separábamos del beso para recuperar un poco el aliento. 

—No voy a tener piedad, ya te aviso.— Dijo Jay empujándome de manera en que caí a la cama y luego se abalanzó sobre mí dejando marcas por todo mi cuerpo.

𝐈𝐭'𝐬 𝐎𝐮𝐫 𝐒𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭 ▪︎ Jᴀʏᴡᴏɴ Where stories live. Discover now