21

776 136 53
                                    

Cuando llegué a clases noté que la situación estaba muy tensa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando llegué a clases noté que la situación estaba muy tensa. Facundo no me hablaba y Pablo tampoco. Yo no entendía nada.

Obviamente, esos cuarenta y cinco minutos fueron los más tortuosos de mi vida. No podía evitar tener esa sensación de que algo malo había pasado y, como buen adolescente extremista, yo sentía que se había ido todo al carajo aunque no tuviera idea de nada.

Cuando terminó la clase, Pablo agarró la mochila y vino hasta donde estaba yo, a zancadas. Se le notaba en la cara que estaba bastante enojado.

—Karim, tengo que hablar contigo.

Ni siquiera tuve tiempo de contestarle, Facundo apareció detrás de mí y lo interceptó.

—¿Qué tenés que hablar vos con él?

—Lo que yo tenga que hablar con él no es asunto tuyo.

Yo estaba parado en medio de los dos, sin entender nada.

A ver, era obvio que habían discutido, ahora, averiguar los motivos era mi tarea más difícil, yo era pésimo para esas cosas, se me bugueaba el cerebro cuando veía a dos personas peleándose frente a mí.

Sí, ya sé, soy bastante banana.

—Che, ¿se pelearon?

Los dos me miraron con la peor cara del mundo.

—No, quise decir por qué se pelearon...

—Que te lo diga tu amiguito —dijo Pablo.

—Yo no tengo que estar diciéndole nada.

—Yo sí —prosiguió Pablo—, parece que él no es capaz de asumir que vos sos un ser independiente y pensante y que no todo lo que te pasa tiene que ver conmigo.

—Desde que vos apareciste no han habido más que problemas, nosotros dos estábamos bien solos, pero vos llegaste y diste vuelta todo.

—Yo no di vuelta nada —se defendió Pablo—. A vos lo que te hace falta es entender que Karim no es de tu propiedad, él puede tener más amigos.

—¡Sí pero no puede...!

Facundo y yo cruzamos miradas por unos breves instantes antes de que agarrara sus cosas y saliera del salón.

Yo sabía perfectamente lo que iba a decir, pero aunque estuviera enojado, seguía siendo mi amigo. Era obvio que no me iba a dejar en evidencia frente a Pablo, porque sí, a pesar de que era un cabeza de taper, él ya había entendido que yo sentía cosas por Pablo, eso era lo que le chocaba.

—Voy a hablar con él —le dije a Pablo—. Después te busco y charlamos un rato.

Él solo asintió.

No sé hasta dónde había escalado la discusión, pero de lo que sí estaba seguro es que había sido acalorada.

—¡Facu! —lo alcancé en el patio del primer piso. Iba caminando a zancadas—. Eu, te estoy persiguiendo como un boludo. ¿Qué pasó?

Facundo se dio vuelta de forma brusca para mirarme. Estaba colorado, con los labios apretados y los ojos vidriosos.

—¿Qué te pasa con ese pibe? —Me increpó—. ¿Te gusta? ¿Eso fue lo que me quisiste decir el otro día?

Me quedé callado y él interpretó mi silencio como una respuesta afirmativa.

—Por eso tenías tanto interés en ser su amigo. Porque te querías acercar a él. Decime la verdad, Karim. Me usaste a mí como puente.

—¿Eh? ¿Qué decís? Estás derrapando, Facundo.

—¿Yo estoy derrapando? ¡Estábamos lo más bien y de pronto él pasó a ser el centro de atención!

—Pero no tiene nada que ver con lo que yo sienta. Yo sí quiero ser amigo de él, ¿qué tiene de malo?

Facundo chasqueó la lengua.

—Nada, dejá.

—No, Facundo, me parece re inmaduro lo que estás haciendo. No entiendo qué es lo que te molesta tanto y si no me lo decís no puedo leerte la mente.

Él no decía nada, solo chasqueaba la lengua.

—Facu, si no me hablás no te entiendo —insistí.

—No puedo entender que te guste, boludo. Es... es un pibe. Siento que desde que llegó él todo se puso patas para arriba, vos cambiaste un montón.

—No, Facu, yo no cambié. Ese no es el problema. Tu problema es justamente el hecho de que sea un pibe.

Facundo hizo un mohín.

—No lo entiendo —repitió—. Es muy raro.

—Pará de decir que es raro. ¿No te pusiste a pensar en cómo me siento yo cada vez que decís eso? Parece que solamente estás pensando en lo que te pasa a vos. No está bueno que digas ese tipo de cosas como si no me afectara en lo más mínimo. Está bien que no lo entiendas, pero al menos tené un toque de tacto.

Sin esperar respuesta, me di media vuelta y me fui.

Cada vez que Facundo decía eso, yo sentía que el corazón se me partía cada vez un poquito más. Ya de por sí era bastante complicado para mí asumir lo que me estaba pasando. Podía llegar a entender que él se sintiera confundido, pero mi padre me enseñó que las palabras tienen poder, y más si vienen de parte de alguien a quien querés. 

 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Un "bully" enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora