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A esas alturas me estaba replanteando hasta dejar de ir al liceo

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A esas alturas me estaba replanteando hasta dejar de ir al liceo. Facundo intentó consolarme y darme ánimos pero la vergüenza que sentía era tan grande que ya no sabía ni dónde meterme.

—Es una realidad que estás meado por un elefante —Facundo me trataba de consolar mientras yo tenía la cabeza hundida entre las manos—, pero no podés dejar de venir al liceo solo porque tu crush resultó ser un tipo. Bueno... Sé que también pasaron otras cosas, pero...

Levanté la cabeza y Facundo cerró la boca de inmediato.

—A ver, genio, ¿ahora qué mierda hago?

Facundo se encogió de hombros.

—No sé, yo también estoy descolocado.

Resoplé.

Después del segundo receso, el profesor que nos tocaba estaba hablando de algo con el adscripto. Supimos que se trataba de algo bastante serio por los ademanes que hacían. Mucha gente pensaba que por ser alumnos de sexto año éramos serios y responsables, pero la realidad era que a varios todavía les faltaba sacudirse la personalidad de pubertos insoportables que disfrutaban de meterse con todo el mundo, así que, dos por tres, alguno siempre terminaba causando conflictos. Con Facu supusimos que había pasado algo de eso; o habían prendido fuego otra papelera o se habían metido con alguna profesora, o con algún compañero. Ninguno de los dos se esperaba lo que iba a pasar a continuación, así que nuestras caras probablemente eran una obra de arte abstracta.

—Chicos, hagan silencio. Hoy se incorpora en esta clase un nuevo compañero. Se llama Pablo.

Esa mirada feroz se clavó encima de mí enseguida, como si ya me tuviera fichado incluso desde antes de entrar al salón. Facundo me tocó el codo varias veces pero yo estaba tan sorprendido que no podía ni mirarlo. El chico miró de reojo al profesor, con cara de enojado, como si no estuviera de acuerdo con la decisión que habían tomado, pero no dijo nada. Supongo que no le quedó otra que aceptar este cambio.

Se descolgó la mochila del hombro y se sentó en uno de los lugares que estaba cerca de la puerta. 

Nadie dijo una sola palabra.

—La puta madre —murmuré— ¿Y ahora?

Facundo hizo una mueca y se encogió de hombros.

—Estás en el horno, boludo.

Muchas veces creí que el karma tenía una deuda bien grande conmigo. Me parecía ridículo que me pasaran tantas cosas de mierda juntas. Es que la vida simplemente no se dignaba a darme un respiro.


—¡Me cago en todo!

Facundo se comía una torta frita mientras me miraba con los ojos muy abiertos.

—A ver, no puede ser tan terrible. Lo único que tenés que hacer es ignorarlo y ya está. Es obvio que va a tener los ojos puestos en vos porque cree que me hacés bullying.

—Yo debería ir y aclararle eso.

—Hacelo —me instó Facu.

—Si tuviera huevos lo haría.

—Te los mochó de una patada el otro día.

Se aguantó la risa hasta que yo, rendido, me reí primero.

—¿Querés ir a mi casa? Me descargué un juego nuevo de zombies que está demás, pero me da miedo jugarlo solo.

Chasqueé la lengua.

—Sos un cagón. Dale, vamos. Necesito pensar en otra cosa porque me voy a volver loco. 

Así era como Facundo lograba sacarme de mis crisis existenciales. Esa simpleza y espontaneidad que tenía siempre me ayudaron a aclarar la mente. Él probablemente no se daba cuenta, pero era un gran amigo. 

 

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Un "bully" enamoradoNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ