11: Post debut

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Las Stellas volvieron a su casa fraternal entre risas y festejos. Esa noche habían llegado al primer lugar, dejando a los Aurums de segundos y a PRIX en el tercer puesto. Al parecer, su nueva adquisición había sido más que suficiente para subir la popularidad de la fraternidad en un parpadeo.

A diferencia de las sonrisas de satisfacción de las demás, la de Keith no se debía del todo al puntaje obtenido. No era por algo, sino por alguien.

No lograba quitar de su cabeza la perpleja expresión en el rostro del chico al verla. Había sido justamente lo que quería. Un ataque sorpresa; algo con lo que Park Jimin no pudiese disimular.

—Ha sido una victoria perfecta —comentó Lisa sentándose en el sillón.

—La primera de muchas en esta temporada —agregó Momo con las manos en la cadera.

—Nuestra arma surtió efecto —dijo Jennie mientras observaba a Keith con una sonrisa. La chica despabiló al instante y la devolvió la sonrisa con cierta timidez.

—Aunque no solo hemos ganado como fraternidad... —Sana habló con una sonrisa cómplice sin dejar de ver a Mina.

De inmediato todas las miradas se posaron en ellas con curiosidad.

—¿Mina...? —Momo alzó sus cejas.

La chica comenzó a reír con vergüenza y su amiga le sacudió los hombros, intentando sacarle las palabras.

—Va, dilo ya —habló Jennie molesta al ver que Mina no hablaría. Odiaba la espera y a la gente difícil.

—Parece que alguien captó la atención de un Aurum... —comenzó a soltar Sana.

En cuanto Keith escuchó aquella palabra, sus sentidos se agudizaron y su atención incrementó inevitablemente.

—No dirás que... —Momo abrió sus ojos con sorpresa, analizando a ambas.

Mina soltó una risita sonrojada y cubrió su rostro con ambas manos.

—¡Park Jimin no le quitaba los ojos de encima! —terminó por alardear su amiga.

Las chicas reaccionaron al unísono, tan emocionadas e incrédulas, como desinteresadas. Hirai Momo fue la primera en atacar con preguntas; la rivalidad entre Stellas y Aurums había sido clara desde el primer momento. Inminente. No era de extrañar que la líder quisiera saberlo todo.

Sin embargo, totalmente opuesta, Keith no había reaccionado en absoluto.

¿Park Jimin? ¿Acaso había oído bien?

Casi por acto reflejo comenzó a hacer memoria, ahora expandiendo su cuadro de apreciación, analizándolo todo desde que dejó las gradas hasta la última posición sobre el escenario.

Y Mina estaba allí, justo tras ella.

El aire se volvió pesado a su alrededor cuando lo notó. De un segundo a otro había comenzado a cuestionar su propia ilusión.

¿Y si realmente aquellos ojos nunca fueron para ella?

¿Y si Park la había ignorado como de costumbre y había sido su error sacar conclusiones apresuradas? ¿Y si en realidad era Mina a quien miraba?

¿Y si...?

—¡Por supuesto que sí! —la exclamación de Sana recuperó la atención de Keith— Por favor, no es nada nuevo que ese bombón ponga sus ojos sobre Mina. La primera vez que...

Al notar el rumbo que estaba tomando la conversación, Keith bloqueó su sentido auditivo y negó con la cabeza en un intento de desconectarse. Luego, intentando pasar desapercibido, dejó el lugar y se dirigió a la cafetería.

Como era costumbre luego de los et Beat, el lugar estaba con muchísima gente esperando ser atendida. Pero tenía tiempo, le sobraba esta vez. Se formó al final de la fila y respiró hondo, metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón.

Jimin.

Mina.

Keith.

¿Quién sobraba en realidad?

La chica cerró sus ojos unos segundos.

¿Por qué ahora? Había estado tan cerca esta vez.

—Siguiente —la voz del chico tras el mostrador captó su atención.

—Una barrita de chocolate amargo, por favor —dijo implorando el remedio para su frustración. Aquel pequeño deleite en su paladar lo arreglaba todo.

—Lo siento, se agotaron las últimas que quedaban.

La chica hizo una mueca y agradeció de todas formas, caminando lentamente fuera del lugar sin un destino exacto. No veía cómo podía empeorar más su día.

Iba tan desconcentrada en su caminar, que no pudo reaccionar a tiempo cuando vio dos pies acercándose en un tambaleo hacia ella y fue golpeada por una caja con una gran pila de papeles. Ambos cayeron al suelo, pero el chico se apresuró en levantarse y extender su mano para ayudarla a reincorporarse, ignorando por completo la caja y todos los documentos esparcidos por el suelo.

—Lo siento mucho, no te vi —se inclinó avergonzado.

—No, no. No fue tu culpa, yo tampoco vi por dónde iba.

Sin darle tiempo a inicial una modesta cadena de disculpas, Keith comenzó a recoger los papeles. El chico no demoró en unirse. Cuando estuvo todo nuevamente apilado, pasó una mano por su cabello y sonrió.

—Por cierto, soy Kihyun.

—Keith.

LONE WOLF «Park Jimin»Where stories live. Discover now