03: Fraternidades

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Llevaba apenas unos días en aquel centro de ayuda, "campus" como insistían en llamarlo. Todavía no conocía a nadie ni compartía como su madre hubiese querido, pero había hecho más que hablar con un chico. Y ahora volvía a estar sola.

Debió haber sabido que era mala idea.

Cuando logró reaccionar, Keith disimuló su desconcierto y se fue de allí, intentando llevar una expresión indiferente. Sin voltear una sola vez, se dirigió a la cafetería; nuevamente mentón en alto y mirada tranquila. Una vez allí, compró una barra de chocolate amargo y salió en busca de un lugar donde tomar aire fresco.

"Sabías en lo que te metías", pensó, "debes detenerte antes de que sea demasiado tarde, Keith, lo sabes".

Apenas había tomado asiento en una de las bancas cuando un chico de enorme sonrisa se paró frente a ella con ojos atentos. La chica le dio una mordida al chocolate y alzó una ceja con lentitud; "¿ahora qué?"

—¿Sí...? —preguntó, aunque desconcertada, sin demasiado interés.

—Nada —respondió él encogiéndose de hombros. Un silencio incómodo se formó entre ellos antes de que volviera a reaccionar, acercándose a ella—. Escucha —susurró—, te doy otra barra de chocolate si te levantas y me das el asiento por dos minutos.

Sus palabras terminaron por colmar su incredulidad.

—Acabo de llegar.

El chico amplió su sonrisa y tomó un poco de distancia.

—Serán tres barritas.

Un extenso silencio volvió a rodearlos, provocando que el impaciente risueño alzara las cejas, expectante. Con cierta desconfianza, Keith se levantó de la banca y se alejó unos pasos. El chico soltó una risita de satisfacción y subió al asiento de un salto:

—¡Hwanwoong!

Luego del grito con el que obtuvo la atención de todos alrededor, un estruendo se escuchó y por el costado derecho de la cafetería apareció un chico de grandes ojos que le arrojó un micrófono al señor Sonrisas.

Desde el otro costado aparecieron tres chicos más empujando un enorme parlante. El silencio del lugar era impresionante, y solo fue interrumpido por la poderosa música instrumental. De manera instantánea, los últimos tres comenzaron a caminar y saltar por doquier, contagiando aquella energía a cada uno de los espectadores. Justo en el momento en que capturaron la atención de Keith, señor Sonrisas encendió el micrófono y comenzó a rapear.

Su voz grave resonó a través del altavoz, logrando que algunas manos se alzaran en un animado vaivén. Luego de unos segundos, el micrófono pasó por el aire, aterrizando en las manos de otro chico de expresión alegre. El lugar parecía una fábrica de sonrisas para ese entonces. Al mismo tiempo, los cuatro restantes se acercaron y se posicionaron tras él.

Now break it down —el chico dio la señal antes de dejar el micrófono a un lado y comenzar a bailar en el centro de la formación.

De inmediato, todos se movieron al ritmo de la música, otorgando cinco estilos distintos a la puesta en escena. Al cabo de un par de minutos la coreografía terminó y el público aplaudió con la excitación del momento aún a flor de piel.

El chico sonriente volvió a subir al banco, ahora con el micrófono.

—¡Muchas gracias! —dijo recobrando el aliento— ¡Somos los PRIX y nos estaremos presentando en los et Beat de este año!

Luego del anuncio bajó de un salto y entró en la cafetería. Keith frunció el ceño, confundida, sin terminar de asimilar lo que había sucedido. No cabía dudas de que eran una fraternidad, pero nunca una presentación le había dado aquella sensación de calidez.

LONE WOLF «Park Jimin»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora