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Saliendo de la oficina para terminar la mañana de trabajo que tenía, sonó el teléfono de Amelia y cuando vio en la pantalla quién era, puso una cara de asco y desagrado.

  - ¿Qué quieres? - Contestó fría y distante.

  - ¿No estoy interrumpiendo tu trabajo? - Preguntó el Hierro al otro lado del teléfono.

  - A decir verdad sí, ¿Qué pasa?

  - ¿Y también estás ocupada para recibir el pago de la vuelta de anoche?  Porque ya entregué la mercancía y le exigí a Zafiro que me pagara de inmediato.

  - Uuuuhh, se nota que lo tienes en la palma de la mano Hierro… al igual que tú a mí, ¿No es así?

  - Exactamente Diablita, ese trabajo de mensajera te está quemando el cerebro, aquí tú no pones las condiciones y si no apareces por aquí a las 9 voy a entender que no quieres tu dinero, así que mejor para mí, adiós. - Contestó el Hierro amenazando a la morena mientras que ésta colgaba el teléfono con rabia.

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Cuando llegó Luisita a su casa se puso a preparar todo para hacerle una sorpresa a la morena antes de que fuera la hora de su llegada, preparó la cena, que era una lasaña, compró dos velas aromáticas de canela y una rosa para acompañarla cuando se sentara a la mesa y mientras que lo hacía estaba mirando los dibujos que Amelia le regaló, que estaban colgados de manera que en frente al entrar por la puerta, ella los viera. Otra parte de la sorpresa era ponerse una ropa sexy para recibir a su chica y dejarla sin aliento al verla en ropa interior cuando abriera la puerta y para ello fue a su dormitorio y sacó un picardías de encaje blanco que se compró antes de llegar a casa.

Pasado el rato de espera y tener todo preparado, porque ya se retrasaba un poco la hora prevista en que había quedado con Amelia, se acercó a la puerta para dejarla encajada mientras miraba por la mirilla para que no fuera ningún problema entrar y darle la sorpresa.

Cuando Amelia llegó al edificio y llamó al timbre, esperó a que la abogada le abriera y sin recibir respuesta se dio cuenta que la puerta se encontraba entreabierta. La morena entró con cuidado a la sala y buscando si había alguien cuando a su paso vio colgados los dibujos que le había regalado a Luisita, los cuales no se esperaba que quedaran tan bien puestos en la sala y admirándolos  se acercó al primero que le regaló, que era su rostro con una sonrisa preciosa la cual la enamoró desde el primer día y perdida en esa belleza pegó un brinco cuando alguien rompió el silencio.

  - Al fin llegas. - Habló Luisita con una voz provocadora y haciendo temblar a la morena cuando ésta se dio la vuelta para mirarla y se quedó paralizada en el lugar mordiéndose el labio y mirándola como cual león a su presa.

  - Estaba esperando esos documentos con muchísima urgencia y llegaste tarde, no sé si sabes que tienes una jefa muy estricta con el cumplimiento.
-Luisita contestó provocándola con su lengua y jugando con sus manos porque aunque parecía que controlaba la situación, estaba como un flan delante de la morena que le hacía temblar sus piernas.

  - Perdón, le juro que hice todo lo posible para llegar a las 7 como usted dijo pero...

  - Pero son las 8, así que yo espero que hayas venido preparada para reivindicarte conmigo porque llevo toda la tarde esperándote y en este punto estoy desesperada por hacerte el amor. - Contestó Luisita acercándose a su oreja para chuparla y provocar tormentosamente a la morena que ya había perdido todo la cordura.

Juntaron sus bocas peligrosamente y mordiéndose los labios con hambre, como si fuera la última gota de agua en el desierto mientras caminaban por toda la sala pegadas una a la otra sin dejar que pasase la respiración, se quitaban la ropa sin dejar de besarse ni perder un ápice del cuerpo que estaban recorriendo.

Lo que en ti veoWhere stories live. Discover now