Hay una leyenda que los valientes susurran y los cobardes callan por temor a una muerte segura. La leyenda de un demonio que se enamoró de la fragilidad de una rosa, de su sonrisa cálida y el océano que se reflejaba en sus ojos. Un demonio incauto q...
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El silencio tiñó el espacio de la sala en donde se encontraban Bryce, Mayka, London y Jesse. Los amantes se sostenían de la mano, sus dedos entrelazados. Bryce estaba a punto de reírse, jamás pensó ver a su primo intelectual como un adolescente, pero lo hacía. Y, a pesar de la tristeza, ninguno de los dos era capaz de ocultar la enorme felicidad de tenerse, de amarse. Bryce se preguntó si eso era suficiente cuando el odio era ancestral, cuando la rabia hacia el otro bando era antigua como la vida misma.
«Hay cosas que simplemente son imposibles, y lo mejor es que queden de esa manera. Bajo la profundidad del océano, esa que guarda secretos inconmensurables, esos que nadie dice, que nadie sabe y que, si salen a la luz, crearán oscuridad».
Los dos hombres frente a él le estaban dando una lección a ambas casas, mostraban la otra cara de la moneda, esa que nadie fue capaz de ver, ¿por qué debían morir para abastecer la ambición y la maldad? Esos hombres eran más valientes que todos los miembros del clan, se estaban jugando el todo por el todo, aun cuando sabían las amplias probabilidades de perder.
—No quiero que te vayas, Jesse—rogó Mayka con sus manos entrecruzadas en señal de súplica ante su primo—, vamos, hay otra solución.
—No voy a irme—dijo Jesse y se giró hacia su amante—, voy a quedarme con el profesor.
—¿Qué?
—Va a quedarse aquí conmigo, mientras resuelvo cosas en la universidad y con algunos clientes. Después, si es necesario que nos vayamos, lo haremos.
—Es evidente que se les ha zafado un tornillo—Mayka se puso de pie—, ¿piensas que se quedarán tan tranquilos?
—Lo harán—dijo Jesse con algo de vergüenza—. Ellos... no tienen...
Jesse agarró el celular que estaba sobre la mesa ratona frente a ellos, y buscó una serie de fotografías. Luego se lo entregó a Mayka. Bryce miró de soslayo. Era un video, no uno, varios.
—¿Qué es esto? —Mayka estaba a punto de sufrir un infarto.
—Es Owen junto a Isaac y Dustin.
—Vaya, esos sí que se tienen amor fraternal.
Mayka le dio una mirada asesina a Bryce quien reía divertido y no se perdía detalle. Jesse estaba serio, nervioso, London lo abrazó y le besó la sien. Debía calmarse, de lo contrario no podría hablar y lo estaba haciendo muy bien.
—Por Dios—Mayka dejó de mirar la escena—, ¿cómo lograste conseguirlo?
—Hackeé las cámaras del lugar donde se encuentran—confesó—, tengo fotos también de ellos.
—Jesse.—Mayka cerró los ojos y sonrió.
—Dudo que esos hijos de puta se dejen chantajear—agregó Bryce escéptico—, con el debido respeto, esas lacras te cortarán el cuello al instante y culparán a London por ello.
