3 Bautismo de fuego 🔥🔥

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Mayka estacionó la Range Rover gris plata y notó que aun temblaba, había conducido a toda velocidad a su hogar

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Mayka estacionó la Range Rover gris plata y notó que aun temblaba, había conducido a toda velocidad a su hogar. Bajó del vehículo y se paró al lado de la puerta, un segundo después se afirmó en ella. La Mayka «emocional» debía desaparecer en ese mismo momento, al sitio donde iba a entrar no había lugar para ese tipo de debilidades.

Uno de los empleados de la mansión salió a su encuentro y le recibió la maleta para llevarla hasta su dormitorio. Se arregló el cabello y sintió la brisa fresca sobre su rostro, cerró los ojos y se quedó bajo el sol mientras recuperaba fuerzas. Una vez que se sintió estable para enfrentar a su abuelo que de seguro la esperaba ansioso, como un general cuando uno de sus tenientes regresa victorioso Mayka, caminó hacia la mansión.

El hogar ancestral de los Callums se emplazaba a las afueras de Londres en una vasta extensión de la campiña inglesa. Un lugar que casi parecía un cuento de hadas. Casi, si no fuera porque los seres que habitaban allí se asemejaban a príncipes, pero en su interior eran monstruos.

Las columnas griegas de la entrada simbolizaban el ingreso a esa especie de templo rodeado de rosales rojos, amarillos y blancos. El mármol blanco con ribetes grisáceos engalanaba cada espacio. Los pisos eran similares a espejos por estar siempre impecables. El sol entraba por las ventanas y el espacio adquiría más pureza.

Los zapatos de tacón de Mayka resonaron en el piso e hicieron eco entre los pasillos silenciosos. La mansión era hermosa. Mayka amaba las primaveras cuando era niña y corría entre las mariposas junto a su primo Jesse. Ambos eran de los miembros más jóvenes de la numerosa familia.

Mayka llevaba una camisa negra junto a unos pantalones de vestir y una chaqueta del mismo tono. Siempre lucía de negro, casi todos lo hacían. El luto era en lo que todos coincidían. Era bastante triste tener en común algo tan nefasto e inminente como la muerte.

Mayka vio a su hermano mayor quien tomó el pasillo por donde ella venía. Genial, era lo que le faltaba apenas al llegar. El bastardo le dio una sonrisa ladeada.

—¿ A quién tenemos aquí?

Mayka ignoró a Owen e intentó pasar a su lado rumbo al despacho de su abuelo. Este la sostuvo del brazo.

—¿Qué quieres?

—Nada—Owen la soltó y se encogió de hombros—, solo felicitarte. Has sido todo un éxito por lo que he escuchado. Es bueno que hayas aprendido algo de mí, después de todo. El calor de Tanzania, al parecer te ha sentado bien.

Mayka se enfocó en los ojos negros de Owen, la característica física que distinguía a casi la totalidad de los Callums. Excepto a ella y a su primo Ian. Los ojos de Owen eran un pozo sin fondo, un lugar oscuro a donde nadie querría ir.

—Yo nunca podría aprender algo de ti, porque para eso deberías hacer algo bien.

Owen la escrutó en silencio por segundos que se tornaron siglos, y luego lanzó una carcajada. Mayka se mantuvo seria. Las conversaciones con su hermano siempre tenían el mismo efecto en ella, tensión. Algo estaba muy mal en él, lo percibió desde que tenía uso de razón.

Sangre y Cenizas (bilogía SYC) Romance hetero y gay +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora