Capítulo 17: Celos inevitables

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(Nota de la escritora: Espero que les esté gustando, Dios, no saben lo difícil que es andar a cada rato en retroceso para poder explorar los sentimientos de los personajes, adelanto un poco, pero tengo que contar eso mismo desde la perspectiva de otros y es agotador. Además, falta muy poco para terminar. Porfis, déjenme sus comentarios y denme una votación con la estrellita de al principio, denle una oportunidad a las demás historias que me esfuerzo mucho y recomiéndenme para que más personas puedan disfrutarlo. En patreon estoy como faniamorey, me ayudarían muchísimo apoyando mi trabajo. Sin más que decir, sigamos con el capítulo.)

   Odio ser omega, si ya creían que es patético ser una mujer omega, imagínense ser un omega hombre. Cada día en el colegio es un riesgo, no en los días normales, pero si al final, pus, aunque nos separen de los alfas, eso no impide que los veamos en la salida, y siempre hay algunos que se reúnen muy cerca, acechando, buscando su oportunidad. En el fondo, siempre he admirado a Becky, ella es mayor, pero es igual de pequeña y delgada, yo soy desgarbado e inútil. Puedo recordar el ella llevarme e ir a recogerme cuando entré en la secundaria, si alguien se acercaba demasiado me defendía, hasta que ella ya no pudo acompañarme. Nuestro padre me llamó a la oficina que tenía en casa, su aspecto intimidante y severo que, aunque siempre tenía en un pedestal a Becky, a mí me trataba diferente. Levantó los ojos y me evaluó. ¿Qué es lo que él siente por mí? ¿Está decepcionado de mí? Debe estarlo, pues era el rostro que constantemente me mostraba. Mi cabello está teñido de negro, mi cuerpo paliducho y delgaducho estaba cubierto con ropa negra, desde la camisa manga larga gris hasta la camiseta manga corta negra que había sobre ella, los pantalones igual de oscuros como los zapatos, manteniendo un corrito en mi cabeza cubriendo parcialmente mi cabello largo y desordenado.

— ¿Tienes que ser siempre así? —Preguntó y yo me ericé.

— ¿Así cómo? —Titubeé.

—Tus calificaciones dejan mucho que desear y tu profesor de deporte no para de quejarse conmigo. ¡Hasta he recibido quejas del entrenador de defensa personal dijo que lo has dejado!

—Me golpea mucho. —Expliqué y mi padre me miró con disgusto.

— ¿No quieres ser molestado? Acostúmbrate. Eres un omega o te defiendes o se aprovecharán de ti. ¿Qué te golpea mucho? ¿Acaso eres un debilucho? Tu hermana no se queja. ¿Por qué tú sí?

—No lo sé… simplemente no quiero que me golpeen.

—Haz lo que quieras, pero no quiero enterarme de que fuiste molestado de nuevo y que estás llorando como una niña buscando protección de tu hermana o a tu madre. Becky no tiene tiempo que perder cuidándote, tiene que terminar la universidad y tampoco quiero a un niño llorón en las faldas de su madre.

—Bien. —Respondí lacónicamente y regresé a mi habitación.

   ¿Cómo es que se puede odiar y amar al mismo tiempo? Odiaba y amaba a mi padre, también a mi madre e incluso a Becky. ¿Por qué siempre soy comparado? ¿Por qué ella es mejor que yo? Una parte de mí deseaba que ella fuera imperfecta, al igual que yo, que papá no la endiosara todo el tiempo. Me reprendí a mí mismo por pensar así. Becky me cuidaba cuando podía, no debía pensar de ese modo. ¿Pueden culparme? Estaba demasiado molesto. Lo pensé mucho más cuando llegó el celo, la sensación era desagradable, mi vientre ardía y sentía que dejaba de respirar, en bulto en mi inútil entrepierna también era un estorbo, además de que la pastilla era amarga y trabajaba tan rápido como deseaba. El olor del celo quedaba ligeramente residual tras la pastilla.

—Necesitas que te ayudemos. ¿Cierto? —Preguntó burlonamente un chico mucho más grande, rodeado de su propio sequito. Intenté ignorarlos y seguí caminando de la escuela a mi casa. — ¿Acaso no me has escuchado?

¡El Ship no puede hacerse realidad!Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum