Aike Gilbert, desde que entro a la familia de los Gilbert, fue muy desdichaba.
A una temprana edad empezó a entrenar para poder proteger a sus hermanos menores: Elena y Jeremy Gilbert.
~Elena Gilbert, una chica que solo con poner ojos de borrego y...
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ººº
Habia pasado una semana y media desde que los tres abandonaron Mysctic Falls, una semana y media desde que Klaus estaba preocupado por Aike.
No dormia y apenas comia.
Habian parado en un pueblo donde decia el hibrido que habia escuchado que habia una manada, pero en realidad se habian parado allí cuando le vio mala cara a la pelinegra.
Stefan veia como se encontraba su amiga, pero no le podia decir nada, así que preferia hablar con ella de temas triviales o, directamente, evitarla lo maximo posible.
-Vamos a descansar.- el hibrido recalcó la última palabra mirando a la fémina-. Aqui teneis vuestras habitaciones.
Aike solo asintió cogiendo la llave con un mohin, le dolia el cuerpo, pero no podia descansar. No queria revivir nada.
La fémina, sin prestar atención a los chicos, se encamino a su habitacion para sentarse en una butaca.
No supo desde cuanto tiempo se quedo mirando a la nada, pero después de un rato saco un cuaderno de dibujo y sus lapices, que habia conseguido en su tercer día de viaje y se puso a dibujar.
Sin darse cuenta, su cansacio la vencio dejandola dormida en la butaca con el cuaderno en las manos.
Una pelinegra joven se encontraba en un prado, por su camiseta de tirantes se veia que tenia moratones a lo largo de los brazos y hombros.
En su cara se veia el miedo, tenia un labio roto y la nariz sangrando.
-¡Aqui estas!.- la voz de John Gilbert se hizo presente en las espaldas de joven, quien no le dio tiempo a reaccionar cuando el hombre la tiro al suelo.
-Lo siento, no volveré a hacerlo.- lloriqueo mientras sentia los golpes del mayor Gilbert, uno, dos, tres, cuatro,..., perdio cuantos puñetazos o patadas habia recibido-. Por favor.
-Deberias haber estado entrenando, no quedando con esos niños.- empezó a pegar patadas a sus costados.
-Basta por favor.-lloro la Gilbert empezando a toser sin tener casi aire en sus pulmones-. Solo queria ser normal, por cinco minutos.
Eso parecio enfurecer aun más al hombre ya que se sento en la cadera de la femina inmovilizandola para empezar a pegarle puñetazos.
-Debes.- golpe en las costillas izquierdas-. De proteger.- golpe en las costillas derechas-. A los Gilbert.- golpe en la cara.
-Por favor, para. Por favor.- suplico ahogada por los golpes.
Klaus y Stefan empezaron a escuchar los lamentos de la habitación de la Gilbert.
