Fin de Año en Times Square

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31 de diciembre, a las 12:30 de la tarde.

Después de un par de días más con el jet lag, al final nos acostumbramos de nuevo al horario americano. Estamos haciendo compras en un centro comercial. Nos dividimos para poder así conseguir los regalos del amigo invisible (únicamente entre los tres: Alex, Esther y yo). A mi me tocó Alex. Le acabo de comprar una bufanda beige con unos guantes marrones. Supongo que a Alex le habrá tocado Esther y yo a Esther.  Ahora estoy esperando en un banco a las chicas, para poder irnos a hacer la compra para esta cena y, después, irnos a casa a comer.

No he tenido que esperar mucho, porque ya las diviso desde la distancia.

—¿Ya estáis?

Oui! —afirman las dos a la vez y se miran con una sonrisa por su sincronización.

La verdad es que estas dos tienen una verdadera conexión.

—Perfecto, pues ahora al super. ¡Vamos!

Tras media hora de compras para el resto de días navideños, incluida Nochevieja, nos fuimos a casa. Ya hemos cogido los alimentos que necesitamos para la cena de esta noche (por supuesto que chocolate, jeje). Esther y Alex querían pizza, yo quería pasta y, por el chat familiar de Whatsapp, Luca, el gracioso de la familia y que encima no cena con nosotros, bromeó sugiriendo pollo. Envió un meme un tanto... ¿Cómo decimos? Provocativo. También compramos un par de botellas de Coca Cola (¿por qué no?) y unos aperitivos.

A las 13:30 de la tarde.

Al final, optamos por hacer pasta por la mañana y dejamos la pizza por la tarde-noche. Mientras comemos,  vemos capítulos al azar de Hannah Montana. ¡Así somos! Infantiles, pero con orgullo.

—¡Pfff! ¡Qué llena estoy!

—¡Y yo!

—Así que, al final nos quedamos en casa. No vamos a Times Square...

—¡Eh, Jordi! ¡Ni se te ocurra bromear con eso! ¡Que por una vez que estoy en Nueva York, quiero estar en Times Square! —suelta Esther

—Yo ya fui. Está muy chulo. ¡Te encantará! —responde Esther.

—Sí, es bonito, pero muy agobiante. Hay que estar con tiempo. Nos llevaremos las pizzas en un tupper y nos las comeremos ahí. También llevaré algunas uvas para comerlas antes y después de que la bola caiga. 

—¡Qué guay! ¡Van a ser las mejores Navidades de mi vida! —exclama Esther con sus hoyuelos marcando su preciosa sonrisa.

A las 23:59 de la tarde.

Llegamos a Times Square sobre las siete de la tarde. Comimos nuestras pizzas, con un poco de chocolate caliente en nuestras cantimploras y ahora estamos tragando uvas sin parar. Quedan diez segundos.

—¡DIEZ, NUEVE, OCHO, SIETE, SEIS, CINCO, CUATRO, TRES, DOS, UNO! ¡¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!! —gritamos todos.

Y voy yo y le planto un beso a Esther sin pensármelo dos veces.

—¡Feliz año nuevo, cariño!

—¡FELIZ AÑO NUEVO, AMOR! —exclama Esther toda roja y emocionada.

—¡IDOS A UN HOTEL! —responde Alex.

—¡FELIZ AÑO A TI TAMBIÉN! —contestamos los dos a la par.

Me alegro de que Esther se lo esté pasando bien con nosotros. ¡Encima vimos a Taylor Swift actuar! Cantó New Year's Day y una mezcla de sus canciones antiguas y nuevas. Eso es lo que se merece <3.

NUESTRO PEQUEÑO SECRETODonde viven las historias. Descúbrelo ahora