Capítulo 17

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SILVIA


Estaba sentada en el sofá, con el portátil frente a mí, en la mesa baja. En la pantalla se veía a una mujer de pelo rizado y gafas redondas, pequeñas, que descansaban en la punta de su nariz. Mostraba una expresión afable.

—Me alegra que me llamaras.

Beatriz era mi psicóloga desde hacía más de un año. Me había costado sesiones con diversos profesionales hasta dar con ella. Era fácil hablarle de lo que pensaba y sentía, aunque fueron muchas las veces en las que sentí que todo me sobrepasaba y no podía continuar. Para esas ocasiones, ella me ofrecía una infusión calentita y palabras de aliento, suaves y dulces, que me ayudaban a frenar el malestar.

—Siento haber tardado.

—Entiendo que has tenido cambios importantes. Nuevo empleo, nueva ciudad... Me preguntaba si te estaba yendo todo bien.

Me miré los dedos bailando entre ellos, nerviosos.

—Empezó bien... —No, en realidad, el primer día ya se vio enturbiado por culpa de Marc, pero ni de lejos, como me encontraba en aquel momento—. Pero estas últimas semanas estoy volviendo a perder el control.

Su boca era una fina línea recta antes de hablar.

—¿Cómo?

Entendía la pregunta. A menudo era de formas distintas.

—Estoy bebiendo de más.

—¿Cuánto es de más?

Mi mirada recorrió los estantes del salón. No me atrevía a mirarla a la cara. Aunque fuera a través de una pantalla.

—Me ayuda a dormir.

Se tomó unos segundos para pensar.

—¿Sientes que no puedes controlar las ganas de beber?

Negué con la cabeza.

—Eso lo puedo controlar... Lo que no puedo es controlar mis emociones. Me abruman.

—Dime, Silvia. ¿Ha ocurrido algo en estos dos meses que haya podido afectarte emocionalmente?

Apreté los labios con fuerza.

—Sí... Y no me gusta. Me avergüenza.

—¿Quieres hablarme de ello?

Mi vista en mis manos.

—Ha entrado una persona en mi vida.

Casi pude sentir que se recostaba en el asiento y se cruzaba de brazos. No lo sabía a ciencia cierta porque era más fácil si no la miraba directamente.

—¿Te refieres a un interés amoroso? ¿Sexual?

—S-sí. Lo segundo.

—Háblame de él. ¿Cómo os conocisteis?

Eso hice. Le conté que era más joven que yo. Que era mi alumno en la universidad. Que le gustaba provocarme, desafiarme. Le expliqué que no habíamos llegado a pasar ciertos límites, pero que habíamos compartido una complicidad que ya era escandalosa. Y lo más importante, aunque no entré en detalles, que él sabía de mis preferencias sexuales y no me juzgaba, sino que me alentaba a liberarme.

Después de explicar todo lo que consideré necesario, vino la pregunta.

—¿Tu novio lo sabe?

—No. No me atrevería a romperle el corazón. Por eso estoy manteniendo las distancias con Marc.

Mala MaestraWhere stories live. Discover now