Capítulo 16

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SILVIA


Habían pasado varias semanas desde la visita de Fran, desde esa pesadilla... Alguna vez me había despertado con el amargo recuerdo de aquella noche en mi garganta. Sabía a cenizas y a culpa. Creí que había escapado del castigo, pero continuaba presente en mí. Supe que nunca escaparía.

No volví a hablar con Marc en ese tiempo. Me limitaba a dirigirme a él cuando se trataba de asignar un trabajo o responder a alguna pregunta en clase, el resto del tiempo, ni le miraba. Él parecía entender mi distancia, ya que no había sido impertinente ni había tratado de llamar mi atención.

La rutina me estaba asfixiando. Iba de mi casa al trabajo y del trabajo a mi casa. Nunca salía a que me diera el aire, nunca quedaba con nadie y evitaba las llamadas de Fran. Mi vida era un nudo enorme que yo misma había generado. Me lo merecía, eso estaba seguro.

Alguna vez había disfrutado de tomar una copa de vino blanco mientras veía algún episodio de un reality o alguna serie. Nada raro. Sin embargo, botellas enteras pasaban por mis manos en aquellos días. Bebía hasta que me quedaba dormida en el sofá y luego vomitaba al día siguiente antes de ir a clase. Era el único modo de no pensar. El vino hacía que el sueño fuera tan profundo que era capaz de alejar de mi mente los recuerdos amargos.

El sonido del móvil me obligó a abrir los ojos. Tardé unos segundos en enfocar el entorno, debían ser las diez de la noche. Desde que llegué a casa al mediodía, no hice otra cosa que beber. Miré la copa medio llena y la botella al lado. El teléfono continuaba sonando. Dudé en descolgar, pero sabía que Fran merecía al menos que le contestara y no mis evasivas.

—Hola.

—Sil, ¿cómo estás?

Me froté la frente con la mano.

—Bien... Me había quedado dormida.

—No hemos hablado mucho desde que me fui de Valencia. Si te soy sincero, estoy un poco preocupado.

La boca se me secó al sentirme tan miserable. Era la última persona del mundo que debía sentirse mal por mi culpa.

Apreté los labios antes de confesar.

—He estado un poco de bajón.

Hubo un silencio entre nosotros. Fueron unos segundos, pero parecían horas.

—¿Quieres que vaya?

Allí estaba. Siempre a mi disposición.

—No. No hace falta, puedo gestionarlo.

—Sé que no te gusta hablar del tema, pero cada vez se acerca más la fecha y...

—Estoy bien. De verdad.

—Por lo menos habla con tu psicóloga. Haz una videollamada con ella o algo. Por favor, solo te pido eso.

Era verdad que las sesiones con la psicóloga me habían ayudado mucho, pero las últimas veces antes de mudarme se me hacían tan cuesta arriba que las empecé a evitar. Estaba siendo cobarde. Para mí era más fácil hundirme sola.

—Vale.

—¿Vale?

—Sí —dije y disfracé mi voz de entusiasmo—. Lo haré si así te quedas tranquilo.

—Sabes que para lo que necesites aquí estoy. —Parecía más calmado.

Asentí con la cabeza, aunque no podía verme.

Mala MaestraWhere stories live. Discover now