Capítulo 05

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SILVIA


Estaba presa del pánico. Cuanto más lo pensaba, más me cuestionaba cómo podía haber sido tan tonta de dejarme engañar por ese niñato. ¡Tendrían que llevarme presa! No... A mí no. A él. Yo no era la que estaba aprovechando la situación para hacerle chantaje a nadie, lo cual era un delito. Ni más, ni menos.

No había podido sacar de mi cabeza aquella amenaza que pretendía poner en peligro tanto mi vida laboral como mi vida sentimental. Por supuesto, no había tomado una decisión, porque creía que era imposible de tomarla. Y quedaba solo un día para darle una respuesta.

Fran me llamó aquel día por la mañana. Tras la pantalla tenía la barba más espesa de lo usual.

—¿Cuánto tiempo llevas sin afeitarte? —inquirí aguantando la risa.

Mostró una expresión de preocupación.

—¿Me queda mal?

—No, no es eso. Tan solo no estoy acostumbrada. —Ver su cara me reconfortaba—. Estás muy guapo.

—No tanto como tú.

Se me escapó una sonrisa. Fran era lo único que tenía y solo imaginar perderlo me rompía el corazón. Debió notar como se apagaba mi gesto, aunque no pudiera apreciar la humedad de mis ojos por la calidad de la cámara.

—¿Sucede algo?

Negué con la cabeza.

—Todavía no me he adaptado al ritmo de la Universidad ni de Valencia. —Aquello era verdad.

—Debe ser parecido al de Barcelona. Ciudades grandes con mucho tráfico y aglomeraciones...

—Sí, lo es. Aunque esta zona, me gusta.

Vivía en Blasco Ibáñez, muy cerca de las facultades.

—¿No tienes plan para hoy?

—No, creo que me quedaré en casa. Me pondré la televisión o algo de eso.

—Supongo que aún no has tenido tiempo de hacer migas con los otros profesores.

—No, me temo que no.

—Pronto los tendrás a todos en el bote.

Asentí con la cabeza y volví a retener las ganas de llorar. Necesitaba abrazarle. Maldecía que estuviéramos lejos en aquellos momentos. Era mi pilar.

—Te echo de menos —dije, con la voz temblando.

—Yo también, mi vida, yo también. Trataré de ir el próximo puente, ¿vale?

Estuvimos un rato más charlando y después nos despedimos. Me quedé un rato parada en el sofá, desmotivada. Al cabo de varios minutos, muchos más de los que me gustaría, me di unas palmadas en las mejillas y me obligué a tomar una ducha para despejarme.

Cuando salí, llené una copa de vino, prendí la televisión y me di un pequeño maratón de capítulos de Mujeres Desesperadas. Mi serie favorita. Para el final del cuarto capítulo, ya me había terminado la tercera copa. La botella iba por la mitad y notaba el calor aglomerarse en mis mejillas.

En aquellos momentos me armé de valor para entrar a la aplicación que llevaba días evitando, abrir el chat con Marc, alias LetalBoy, y escribirle.

Yo: Ya he tomado una decisión. Mañana quedamos para hablarlo.

Necesitaba zanjar eso cuanto antes.

Dejé mi teléfono a un lado y volví a sumergirme en los dramas de Wisteria Lane. Al cabo de un rato, su vibración me hizo brincar en el sofá.

Mala MaestraWhere stories live. Discover now