Cálidez e inevitabilidad

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Amity IX:

— Y entonces mis padres decidieron que era buena idea enseñarme el hechizo de vuelo, ya sabes, por si hay que huir rápido —, Amity solo se limitaba a asentir a todas las cosas que la chica de chamarra gris y cabello negro con puntas moradas parloteaba, — Aunque claro cuando los grises aparecen es más complicado escapar. Dan miedo, a veces pienso que son máquinas al cien por ciento pero si les quitas la armadura ya no son tan rudos.

— ¿Se les puede quitar la armadura? —. Pregunta Amity.

— ¡Pues claro! —, responde Kais'a con efusividad, — Aunque es difícil si no sabes donde atacar.

— Has tenido muchos problemas con ellos —. Afirma la menor.

— ¿Me lo estás preguntando o reafirmando?

— ¿Cuánto falta? Llevamos horas caminando y el agua sucia me llega hasta los tobillos.

— Ya tomarás una ducha pronto porque ya llegamos —. Dice Kais'a girando a la izquierda y pareciera que llegaron a un punto muerto que no llevaba a algún lado hasta que la chica de ropa gris dibuja un símbolo sobre el muro de ladrillos, — Bienvenida a Ochenbad.

Un amplio terreno de concreto se abre ante los ojos de Amity, una explanada mojada y de frío cemento con pequeños surcos marcando el camino hacia una ciudad debajo de una bóveda de concreto de donde caen gotas de las cientos de tuberías que recubren las paredes del domo. Casas de madera de un diseño simple y en hacinamiento alumbradas por velas y luz eléctrica por parte de postes en las torcidas calles adoquinadas.

Las casas más grandes llegan a tener hasta seis pisos y sus techos son tejas enmohecidas en formas piramidales y planas mientras que de los mismos se escuchan los ruidos de varias voces hablando al mismo tiempo. Algunas de adultos, otras de niños y otras en completo silencio por lo que Amity deduce que hay varias personas viviendo en un solo espacio.

Las calles también están bastante concurridas y en cierto modo le recuerdan a las calles de Huesosburgo, el andar despreocupado de los habitantes, los puestos de comercio y las luces y un aroma a comida que, a pesar de la apariencia viscosa, se apetecía probarla. Los extraños seres y personajes que solo podrían salir de un libro de Azura y sin embargo, ahí estaban, haciéndola entender algo que ya había descubierto pero con el pasar de los días cobraba más sentido. Lo pequeña que es en comparación con los universos que hay allá afuera.

Siempre se le dijo que pusiera el apellido Blight en alto pero de poco le sirvió esos días que tuvo que vivir de sobras.

— Tour rápido —, dice Kais'a, — Aquí y allá son casas pero no pases por ahí sola y sí lo haces no hagas contacto visual con nadie, en cambio los barrios de esta calle para abajo y doblando a la izquierda hasta llegar a la torre del reloj son más amigables solo no lleves nada brillante. Detrás de esa casa torcida está la escuela y si cruzas a la derecha llegarás a la biblioteca. ¡Oh! Y cuando llegas a la plaza de la torre del reloj, si subes por la calle donde hay un adoquín con forma de luna llegarás al lugar donde venden los mejores sandwiches del universo. Pero no te confundas, tiene que ser una luna más o menos ovalada porque si es el otro te meterás a la calle de los bares y busca pleitos y bueno tampoco deberías entrar ahí si quieres conservar todos tus dedos.

Sí, me siento como en casa piensa Amity.

— Increíble ¿pero por qué esta ciudad está aquí? —. Pregunta Amity con genuina curiosidad.

— ¿Qué no me escuchaste? ¡Estuve quejándome por dos horas! Allá arriba los grises no nos quieren. Si no tienes esos mugrosos documentos que digan que no eres un peligro mágico te van a cazar peor que a un animal —, "grises" es la forma en la que Kais'a se refiere a los guardias de Terminus, — Esos idiotas de la Coalición hicieron un desastre y culparon a todos los demás y ahora bueno... si llegas a Terminus y no tienes tus papeles en orden pues eres un engendro. Si los grises no te hacen algo, algún tarado conspiranoico lo hará.

El bastión de los universos Vol. 2Where stories live. Discover now