Capítulo 3

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"Le gustaba leer sobre historias que no podía vivir, pero lo hacía porque aún entre las páginas de esos libros, sentía que podía ser feliz."

Anonimus.—

—Elika.

Después de escuchar el portazo que había dado Elika al salir, salí corriendo tras el.

Lo vi abrir paso entre las personas, estaba ignorándome.

Seguí persiguiéndolo necesitaba saber porque demonios estaba yéndose de esa manera, por fin logré agarrarle el brazo, antes de que pudiera subirse a su auto.

—¿Por qué saliste así?.—pregunté.

Él se veía molesto, en sus ojos solo corría furia.

De no ser porque era mi mejor amigo, podría jurar que estaba celoso de mi beso con Chase.

Pero, eso era imposible.

¿Cierto?

—Quiero irme a casa.—respondió con indiferencia.

—Hablemos.

—Está todo bien, Hada, solo quiero irme.

Estaba mintiéndome, sabía cuando lo hacía.

—Eres un mal mentiroso.

Sonrió y sus ojos se encontraron con mis labios.

Tenía que parar de mirarme así, esto estaba siendo muy jodido para mí.

Era mi mejor amigo, y no podía sentir que estaba deseando besarme.

No podía sentir que Elika queria de nuevo ese beso.

—¿Puedes llevarme a casa?.—pregunté.

Él asintió sin dudarlo, le sonreí y nos subimos juntos al auto, antes de que Elika encendiera el motor le envié un mensaje a Sophie, disculpándome e informándole que me iría con Elika.

Elika encendió el motor y emprendimos nuestro camino a casa, me relaje en el asiento del auto.

El camino estuvo inundado de un silencio bastante incómodo, nadie emitía ni un sonido, de vez en cuando escuchaba bufar a Elika cuando los semáforos cambian de color al rojo.

Esto era tan incómodo.

Al llegar a mi casa, me quede unos segundos en el auto, quería conversar de lo que había sucedido, necesitábamos hablar.

Ese beso no podía confundir nuestra amistad.

—Elika... yo...—intenté buscar algún tipo de palabra que me permitiera darle a conocer, lo que pasaba por mi cabeza en estos momentos.

—Está todo bien, mañana vendré por ti, procura estar lista.

—Siempre lo estoy.—sonreí nerviosa.

—Algo me dice que esta vez correrás dos cuadras.

Abrí la boca ofendida.

—No le harías eso a tu mejor amiga.—aseguré.

Lo ví sonreír, pero esa sonrisa estaba cargada de algo que no podía descifrar muy bien.

No me sueltes. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora