Fran me estuvo hablando de las últimas novedades en su clínica, de sus padres y de sus amigos, yo escuchaba con atención sin poder aportar mucho más a la conversación que más preguntas sobre el tema. De vez en cuando, mi mirada se deslizaba hacia ese camarero insolente, el cual no había vuelto a prestar atención a mi dirección. Eso me daba calma, pero a la vez sentía cierta molestia por sentirme ignorada.

Detestaba sentir que había dos Silvias dentro de mí. La que quería vivir tranquila y la que añoraba la emoción, la tensión y el riesgo que le proponía mantener el contacto con Marc.

—¿Todo bien, Sil? —La voz de Fran me trajo de vuelta a la realidad.

—S-sí, todo bien.

Él se volteó para ver a donde iba mi mirada.

—No dejas de mirar hacia la barra. ¿Te preocupa algo?

Me preocupaban muchas cosas.

—Es solo que estoy sorprendida de que trabaje aquí.

—Tranquila, mujer. Ya te ha dicho que es un trabajo que no afecta a sus estudios. Además —dio un vistazo al local, al lujo que desprendía, sus butacas aterciopeladas, sus asientos acolchados, la decoración vegetal del techo—, parece un buen sitio.

—Sí, tienes razón. Disculpa.

Volví a sumergirme en la conversación con mi novio, esta vez tratando de no mirar ni por un instante hacia Marc. La cosa fue bien, ya casi nos habíamos bebido nuestras copas cuando Fran se puso en pie para ir al aseo.

No pude evitar volver a mirar hacia la barra y me sorprendí al ver sentada sobre un taburete a una mujer de cabello rubio que vestía un vestido rojo muy corto. Llevaba unos tacones de aguja y un escote prominente. Estaba bebiendo una copa mientas conversaba con Marc. En el momento en que ella posó su mano sobre el brazo de él para hacerle una caricia y él le dedicó una sonrisa juguetona, sentí que me arrasaba un sentimiento de rabia. Estaban claramente tonteando. Esa mujer parecía bastante mayor que él; de hecho, debía ser mayor que yo también.

Aférrate a la veintena como un clavo ardiendo, Silvia.

Cuando llegó Fran, perdí el control de mí misma. Culpé al vermut, al vino y al cóctel. Ninguno de mis pensamientos de ese momento culpaban a mi atractivo alumno tonteando con una mujer también atractiva. Me levanté de mi asiento y me posé sobre las piernas de mi prometido.

—Sil, ¿qué haces?

Yo le callé dándole un beso. No uno de esos tiernos y efímeros que solíamos darnos, no. Un beso lascivo, de esos que buscan su lengua, que dominan su saliva durante largos segundos mientras mis manos sujetaban su rostro. Al apartarme, miré de soslayo hacia Marc, que me miraba con el rostro ofuscado.

Me sentí satisfecha, así que rodeé el cuello de Fran con mis brazos y volví a besarle, aunque estuviera en una posición más propia de unos adolescentes con las hormonas revolucionadas que de dos adultos con trabajos estables.

—¿Y esto? —preguntó Fran ruborizado, con esa sonrisa tímida tan tierna que ponía.

Me mordí el labio.

—Nada, solo tenía ganas de besar a mi novio.

Me levanté para ir al servicio y, al salir, me encontré a Marc saliendo del almacén.

—Te veo desatada —comentó.

—¿Desatada?

—Qué manera de besar a tu novio, no estaba seguro de si eras un dementor o una mujer.

Aquel maleducado...

—Es mi novio, así que le beso. No deberías estar celoso.

Él soltó una risa mientras se quitaba el mandil que tenía atado a la cintura y lo hacía una bola.

—Celoso, lo que se dice celoso, no estoy. Mi turno ha acabado y voy a casa a follarme a esa rubia de la barra.

Parpadeé con fuerza.

—¿Cómo dices?

—Vaya, no me digas que estás celosa.

—¿Celosa? Para nada. Yo también me iba ya. A hacer lo mismo, por cierto.

Volvió a reír. Mientras pasaba por su lado, dijo una última cosa.

—Ya me contarás si ha logrado satisfacerte. 



***

Hola!!! 

Quería dar la bienvenida a todas las lectoras (y lectores) que se han unido desde este fin de semana. ¡Espero que os esté gustando la historia! 

Quería subir este capítulo el viernes, pero me ha puesto muy contenta que tanta gente le haya dado la oportunidad y que por una vez me estén funcionando las promos, que no he podido esperar jaja 

¿Alguna vez os habéis portado mal con alguna persona igual que hace Silvia con su novio? Yo seguro que sí, no cuernos, pero fijo he sido injusta (no estoy orgullosa)

Tengo ya muchas ganas de que conozcáis más en profundidad a Marc y a Silvia y sepamos mejor por qué se comportan como lo hacen, sin justificaciones, simplemente ver cómo han llegado allí. 

En fin, lo dicho. 

Muchas gracias por leerme! 

Hasta el próximo finde

Mala MaestraWhere stories live. Discover now