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La muñeca del castaño comenzaba a doler por la fuerza con la que era sujetada mientras le guiaba de regreso a su oficina ignorando a quienes miraban curiosos. Al adentrarse al fin su muñeca fue liberada notando las marcas rojizas sobre su piel al tirar un poco de la manga de su traje. Estaba listo para ser regañado, pero no para ser sujetado de la tela de su traje que cubría su cuello, fue empujado con fuerza y se quejó apenas sosteniéndose sobre el escritorio, su sentido arácnido le advirtió del peligro logrando a reaccionar sujetando el cabello del moreno para evitar que avanzara hacía su cuello con sus colmillos al aire.


— E-espera. ─ Dijo nervioso mientras con su mano izquierda empujaba su barbilla buscando detener su avance o lograr cerrar su boca. — Miguel, detente.


— ¿Por qué debería? ─ Habló al fin clavando su roja mirada en los lentes oscuros que escondían el leve miedo en los ojos del castaño. — Somos pareja ¿No es así? ─ Sujetó la mano izquierda del mayor para alejarla de su mandíbula y morderla con fuerza recibiendo un tirón con más fuerza en su cabello obligándolo a dejarle ir. Soltó su traje sin retroceder aun acorralando al mayor entre su cuerpo y el escritorio detrás suyo.


— Eso dolió. ─ Se quejó mientras movía su mano intentando alejar el dolor punzante que comenzaba a entumecerla. — Eres demasiado bruto, ¿No puedes ayudarme y ya?


— No tienes idea de lo que me he estado conteniendo para no paralizarte por más de un día. ─ Agregó molesto mientras se cruzaba de brazos. — ¿Ayudarte a qué? ¿A dejarme en vergüenza?


― Eso lo haces tú solo. – Masculló arrepintiéndose al instante al tener que apoyar sus manos sobre los hombros del moreno para detener su avance al inclinarse contra él intentando de nuevo morderlo. — ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Tiempo fuera!


— Piensa bien en lo que dirás, porque no me detendrás una tercera vez. – El mayor tragó saliva mientras sus muñecas eran sujetadas con fuerza por el otro, agradecía traer las gafas oscuras para que el otro no notara como no podía apartar la mirada de sus labios y colmillos que sobresalían.


— Bien, lo pediré apropiadamente. ¿Me ayudas? – Miguel quería negarse, decirle que jamás lo haría, pero algo dentro suyo se removió con aquella pregunta y una extraña necesidad de hacer lo que pidiera nacía en él.


— ¿Con que? – Preguntó notablemente más calmado aflojando el agarre en las muñecas del castaño.


— Con los alfas de este lugar, puedo cuidarme solo, pero en ocasiones son demasiado insistentes y solo quiero un descanso. Estás soltero y yo también. ─ Alzó los hombros. ― Así que pensé en que como eres el alfa más fuerte si "salgo" contigo me dejarán en paz.


― ¿Yo que gano con ayudarte? ─ Cuestionó al meditarlo un poco.


― ¿La satisfacción de ayudar a un amigo? ─ En su expresión se notaba que no era una razón suficiente. ― Además así no habrá tantas distracciones, no perderé el tiempo rechazando y ellos no lo harán intentando cortejarme, míralo como una estrategia para mejorar la eficiencia en el trabajo.


— No suena tan mal. ─ Le soltó al fin y retrocedió un par de pasos antes de señalarlo. ― Pero si vuelves a tocar mi trasero conocerás los efectos de mi veneno en su mayor dosis.

Clumsy Alfa Silly OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora