𝐃𝐀𝐍𝐂𝐄 𝐖𝐈𝐓𝐇 𝐓𝐇𝐄 𝐃𝐄𝐕𝐈𝐋 | narcos mexico

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El día de la boda había llegado. Debido a que Félix aún era un hombre casado ante el gobierno de Mexico, así que únicamente celebrarían una boda religiosa. 

Felix también había tenido un compromiso ante dios, pero no era algo que le importara.

Ángela se encontraba en la habitación del hotel. Su maquillaje perfecto, un gran vestido blanco y su cabello recogido. Su rostro estaba cubierto por un velo, pero aún así ella podía observarse en el espejo.

La habitación estaba vacía, el aire acondicionado era el único sonido que escuchaba. Camino hasta la ventana, observando la inmensa avenida. No había ningún fotógrafo, cosa que le alegraba.

— Señora.— La voz del chapo se escuchó del otro lado de la puerta. Era la primera vez que el la llamaba así, haciendo que todo eso se sintiera más real.— Ya es hora.

— Ya voy.— Ella grito tomando el ramo y saliendo de su habitación.

•••

Por cuestiones de seguridad y privacidad. La ceremonia tuvo que realizarse en el hotel. Fue un día soleado en la ciudad de Guadalajara; donde Miguel Ángel Felix Gallardo Y Ángela Verné Hernández se unieron en sagrado matrimonio.

La fiesta era una extravagancia. La boda había costado tres millones de dólares. Rompiendo el récord de Thalía, siendo la boda más costosa de Mexico hasta la actualidad.

Ningún medio había logrado cubrir la noticia de la boda de la Actriz Ángela Verne.

Y ahora ella se encontraba en la mesa de honor, con una copa en mano observando a todos los invitados bailar.

Felix se encontraba a su lado conversando con uno de sus socios.— ¿Quieres bailar?.— Ella pregunto.

— Espérame, mija.— El pidió exhalando el humo de su cigarro.

La gran puerta se abrió. La mirada de Ángela fue hasta ella. Pudo ver a su madre y su padre, junto con María, quien ayudaba a su abuela a caminar.

Una gran sonrisa se dibujó en el rostro de la chica. Quien se levantó rápidamente de su silla y corrió hasta ellos.

— ¡Que bueno que vinieron!— Ella hablo extendiendo sus brazos rodeando a sus padres. Ellos sonrieron con cierta incomodidad.

— ¡Abuelita!— Ella abrazo a su abuela.

— Te trajimos un regalo.— Su padre extendió la bolsa.

— No debieron.— Ella negó con una sonrisa.

El hombre no podía negar que su hija se veía como una princesa con ese vestido blanco. Y por esa única razón no podía culpar a Félix de quererla.

Ángela sería su bendición y perdición.

— ¿No les funcionan los teléfonos?— Ella pregunto con inocencia.— Los estuve llamando por varios días. Y les mande las invitaciones, pensé que me iban a hablar cuando se enteraran, pero de seguro las líneas no funcionan bien.— Ella trato de excusarlos mientras sonreía.

— Pero ábrelo.— Su madre pidió cambiando de tema.

Ella rio abriendo la bolsa. Una expresión de sorpresa se dibujó en su rostro.— Mami.— Ella exclamo.

— Como ya te casaste, no ha de faltar mucho para que encargues un niño.

— Que gusto verlos.— La voz de Felix se escuchó detrás de Ángela. El rodeo la cintura de su ahora mujer.

Fausto no pudo sentir una ira al ver como aquel hombre ponía las manos sobre su hija.

— Mira, mi amor.— Ángela mostró con emoción el enterizo bordado de color blanco con amarillos.

— Ta rebonito.— Felix asintió. — Pásenle, están en su casa.— El exclamo.— Ahí hay una mesa, adelante.

La familia siguió las indicaciones, su madre observó con asombro a su alrededor, las luces y decoraciones. La mirada de Fausto fue hasta el hombre a pocas mesas lejos de él inhalando cocaina, la atención de Teresa fue hasta las hermosas mujeres que bailaban en la pista de baile.

Todas tenían varias cosas en común. Delgadas, altas, y con cabelleras largas. Muchas de ellas estaban teñidas de rubio. No muchas, la mayoría.

Y todos los hombres prestaban más atención a ellas.

Fue en ese momento que Teresa se dio cuenta de algo que la hizo querer vomitar.

Todas esas mujeres querían parecerse a Ángela. Los colores que ella utilizaba, el tipo de vestidos que ella tenía. Y todos los hombres que se hacían llamar amigos de Felix las observaban con deseos.

Eso le gustaba el, le gustaba que Ángela fuera siempre el centro de atención.

Le gustaba que aunque todos quisieran estar con su ahora mujer, ellos nunca podrían llegar a conseguirlo.

Por el siempre hecho de que ellos no eran el.