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Toda la noche Angela no pudo dormir. Aquel nuevo colchón y las almohadas de plumas se sentían como ladrillos debajo de su cuerpo.

Las joyas se mantenían escondidas en su bolso sobre aquel nuevo tocador. Sus piernas y brazos parecían estar congeladas debido al aire acondicionado que enfriaba su habitación.

La mañana siguiente Ángela despertó con una expresión seria. Ojeras debajo de sus ojos y la sonrisa que acompañaba su rostro ya no se encontraba en ella.

Sus padres por otro lado, parecían haber dormido de maravilla, pensando que sus nuevas pertenencias provenían del duro y arduo trabajo de su hija.

A su vista, un jarrón con flores que apenas mostraban señales de comenzar a marchitarse. La comida en su plato no parecía apetecible, el simple hecho de pensar en comer le daba náuseas.

— se te va a hacer tarde, mija.— Rosalba hablo.— Come rápido.

— No tengo hambre, ma.— La mujer respondió.— Me tomó un café en el set.

— oh, bueno, esta bien.

Ángela sonrió ligeramente antes de levantarse de la mesa y besar la mejilla de su madre. Abrazo a su padre antes de salir de su hogar.

Fausto mantuvo su mirada atenta a su hija. Sabía que algo no estaba bien, pero no podía poner el dedo en algo específico.

•••

Ángela se encontraba en su camerino. Había pasado largas horas grabando y por fin había logrado tener un descanso.

Sus ojeras ahora se encontraban cubiertas con una larga cantidad de maquillaje. Su cabello esponjado como era usual, acorde a la época, sus uñas pintadas con esmalte rojo, su cuello y orejas decoradas con joyas falsas. Se sentía rara al saber que tenía reales en la pequeña casa de sus padres.

El teléfono sonó sacándola de sus pensamientos. Presionó sus labios por varios segundos y volvió a respirar cuando el telefono quedó en silencio.

Hasta que otra vez comenzó a escucharse.

— ¿No vas a contestar?— Una de las mujeres de maquillaje pregunto entrando a la habitación.

Ángela se quedó callada, y negó con la cabeza.

— ¿Te puedo pedir un favor?— Ángela pregunto. La mujer la observó atenta mientras asentía con la cabeza.— Si alguien viene con regalos o algo... que no los acepten.

— ¿Por que?— La mujer pregunto curiosa.

— Y si pueden cambiar el número— Ángela señaló el teléfono.— que lo hagan, por favor.

— Veré que pueden hacer.

Ángela agradeció antes de salir nuevamente al set.

•••

La larga jornada había terminado, y ahora ella se encontraba fuera del set, esperando el taxi que la llevaría a su casa.

Un auto negro se presentó ante ella. La ventana bajó revelando a Joaquín. Quien al verla comenzar a caminar alejándose de él, salió del auto rápidamente a seguirla.

— Señorita.— Joaquin la llamo.

— No quiero hablar contigo.— Ángela aclaro.

— No vengo a platicar.— El hombre aclaró.— Le mandan algo.

— No me importa. Llévatelo.

— No puedo, señorita Angela.

— Pues yo no lo quiero.— Ángela lo interrumpió.— Y te pido de favor que le pidas a tu patrón que no mande más regalos.— Ángela piso el suelo con fuerza.— Ni que me esté llamando.

— ¿No quiere ver que es?— El hombre preguntó.

— ¡Que no!— Angela hablo exaltada. El taxi se acercó a ellos, ella subió rápidamente y se dirigió a su destino.

Ángela tenía su corazón acelerado. Mantuvo su mirada atenta en el auto esperando a que no la siguiera. Y así fue, el auto tomó otro camino. Dejándola llegar a su hogar.

•••

El día siguiente Ángela no se encontraba en el set, ahora se encontraba en un estudio de fotografía. Sería la portada de una de las revistas más famosas del país. Su rostro estaría en todos los aparadores y tiendas de moda en el país.

Por lo que su corazón latía de emoción.— Señorita.— Una de las asistentes de adentro a su camerino.

— ¿Si?— Ella respondió con una sonrisa.

— Tiene visita.

Su sonrisa se borro cuando Felix se adentró a la habitación. La mujer salió de la habitación dejándolos solos.

— ¿Que haces aquí?— Ella pregunto.

— Vine a verte.— Felix menciono.— No respondes cuando te hablo. Ni tampoco aceptas mis regalos.

— Yo ya no quiero ser su amiga.— Ella aseguró con honestidad.— Y como ya le repetí a su amigo, o trabajador, no me importa, no quiero saber nada de usted. Le pido de favor que ya no me mande más regalos, y le regresaré todo lo que me dio.

— es de mala educación regresar regalos.

— No me importa.— Angela respondió.— Quiero que me digas la verdad, Felix. ¿Usted trafica drogas?.

Félix se quedó callado con una expresión seria.

Ángela tomó eso como un si. Ella negó con la cabeza y se alejó del hombre.

— No pensé que te molestará.— Felix alzó los hombros.— Digo... las joyas, las cositas de tu casa... esta revista. No te quejaste en ese entonces, ¿por que te quejas ahora?.

— ¿De que hablas?— Ángela pregunto con el ceño fruncido.

— ¿Que?— El pregunto divertido.— ¿Apoco creías que la revista te invitó con un solo año de estar actuando?.—Angela lo observó con una expresión seria.— Tampoco te veías descontenta con las joyitas en tus manos.

— No quiero nada de usted.

— Me voy a ir pa Guadalajara.— Felix anunció.— Si quieres visitarme, va a haber un departamento a tu nombre esperándote.

— Ya vamos a empezar.— Una de las asistentes hablo.

— No quieres perderte tu portada, ¿verdad?— Felix pregunto con ironía.

•••

Ángela posó frente a la cámara, con la mirada perdida y una expresión seria. Félix se mantenía detrás del fotografo, observándola.

Los pensamientos la mantenían pérfida. ¿Que pensarían todos? ¿Que pensaría su familia?... ¿que pensaría su padre?.

¿Valía la pena aquel riesgo por cumplir su sueño?.












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𝐃𝐀𝐍𝐂𝐄 𝐖𝐈𝐓𝐇 𝐓𝐇𝐄 𝐃𝐄𝐕𝐈𝐋 | narcos mexicoWhere stories live. Discover now