017

778 104 6
                                    

Ángela había dejado Guadalajara, había regresado a donde su familia se encontraba. Habían pasado algunas semanas.

Semanas donde sabía el parado de aquel hombre. Tampoco es que ella había tenido una intención de contactarlo.

Había seguido con sus trabajo como era lo usual. El dinero que Felix depositaba a sus cuentas seguía llegando. La única diferencia es que ella no había gastando ni un centavo.

Ángela compro una pequeña propiedad a unas cuentas calles de la casa de sus padres. Una pequeña casa, nada comparado a los lujos de su apartamento en Guadalajara. Pero ella suyo.

Había decidido tomar unas vacaciones. Unos cuantos meses en los que ella podría descansar y centrar su mente.

La misma rutina de siempre. Ella se levantaba, se aseaba, escogía su ropa, se tomaba un té y salía a la casa de sus padres. Donde desayunaba, comía y cenaba.

Sus padres felices de tener a su hija devuelta ni siquiera habían notado el cambio de actitud de su hija. Pero Teresa lo hacía.

Se alegraba de saber que Angela ya no tenía alguna conexión con aquel hombre. Pero no podía negar la tristeza que sentía al ver a su amiga de esa forma.

— Aquí le traje las flores de calabaza, ama.— Ángela hablo entrando a la vivienda con una bolsa en sus manos.

— Oye, mija.— La mujer hablo.— Te he estado queriendo preguntar algo.— Ella hablo por lo bajo tomando a su hija del brazo dirigiéndose a la cocina.

— ¿Que paso?— Ella pregunto.

— Nos gusta tenerte aquí.— Rosalba aclaro.— ¿Pero por qué te regresaste de Guadalajara?. ¿Es por ese muchacho?.

"Muchacho" Ángela pensó.

— Te veías bien enamorada.— Rosalba hablo.— Y de la nada de regresas. Y ya no sabemos nada.

— Usted no se preocupe por eso, ma.— Ángela hablo acariciando el brazo de la mujer.— Todo esta bien, yo estoy bien. Y verlos a ustedes que estén bien, con eso yo ya tengo todo.

•••

Ángela camino por las obscuras calles de su pueblo. Cuando estaba por llegar a su casa, se sorprendió al ver varias camionetas fuera de su vivienda.

Angela suspiro, trato de ignorar al hombre fumando un cigarro frente a su puerta.

— Mija.— Felix la llamo cuando Angela trato de ingresar las llaves en su puerta.— ¿Por que te fuiste muñequita?.

Ángela observó detrás de su espalda, pudo divisar al chapo en una de las camionetas.

— Pensé que solo era un problema para ti.

— Yo nunca dije eso.— Felix negó.— Pero tienes razón, discúlpame. Las cosas estaban muy complicadas, pero ya lo solucioné.

— Ajá.— Ángela habló desinteresadamente.

Felix suspiro tirando su cigarro al suelo y apagándolo con la punta de su zapato.

— Entiéndeme, mija.— Felix suplico.— Con todo eso de los vatos del gabacho, nos podíamos meter en una grande, y ahora así no había ni pa donde hacernos.

— ¿Y luego?.

— No quiero que pienses que nos quiero esconder.— Felix explico.— Yo lo que más quisiera que es todo el pinché mundo nos viera.

Ángela lo observó con atención, Felix metió su mano a su bolsillo. Saco una caja aterciopelada, la abrió revelando un anillo de oro, con una gran esmeralda y diamantes adorando aquella piedra preciosa.

— Vamos a casarnos.

Más que una pregunta, era una afirmación. Ángela observó al anillo y después al hombre detrás de el. Su mirada se giró hacia chapo, quien ahora no la miraba, si no que mantenía la vista al frente, ignorando completamente la situación.

Félix se acercó a ella, llevo una de sus manos a su cintura y otra a su rostro. Beso los labios de la mujer.— Quiero arreglar esto.— El hombre habló entrecortadamente.— Quiero arreglar esto.— Felix apretó el agarre de su cintura.— Quiero estar contigo, mija. Todo lo que hago, todo lo que tengo, es para mis hijos y para ti. Quiero una familia— El hablo besando el cuello de la mujer.— Te quiero a ti.

Los labios del hombre fueron nuevamente a sus labios.— Dime que si.— Felix pidió.

El tomó entre sus dedos el anillo, tomó la mano derecha de la mujer, y colocó el anillo sobre su dedo anular. No espero su respuesta, tampoco es que necesitará una.

Félix se separó de la mujer, observó su rostro. Ángela tenía sus ojos cerrados. El hombre acarició su rostro.

•••

Ángela observó el anillo en su dedo y después el hombre que dormía plácidamente debajo de sus sábanas. Mordió su labio y colocó su mano sobre su boca tratando de no reír.

— ¿Estas feliz, mija?— Felix pregunto aun con sus ojos cerrados.

La luz en su ventana comenzaba a salir y la habitación iluminaba las prendas en el suelo. El cabello dorado de Ángela brillaba y su piel pálida resplandeciendo.

Un suspiro de sorpresa salió de los labios de Ángela. Salió de la cama rápidamente y vistió su cuerpo desnudo con la camisa del hombre.

— ¿Que le voy a decir a mis papás?— Ella pregunto llevando sus manos a su cabeza.

— ¿Pues que más?— Felix rio— Pues que te vas a casar.

— ni siquiera te conocen.— Ángela reacciono.— A mi papá no le va a gustar.

— ¿Y que importa lo que opine tu papá, pues?— Felix pregunto incorporándose en la cama, observando a su próxima a ser mujer.— Pues si ya estás bien grandecita.

— Tu no conoces a mi papá.— Ángela negó.

— Entonces.— Felix hablo.— ¿No te vas a casar si ru papá no te deja?. — Ángela lo observó con preocupación haciendo que Felix riera nuevamente.— Pues si ya no estás en la primaria, mija.

Unos golpes en su puerta hizo que Ángela pegara un brinco. Corrió escaleras abajo y abrió la puerta, encontrándose a Teresa.

— Tu mamá me mando a verte.— Teresa informó mientras buscaba sus llaves en su bolso — No has ido a desayunar.— La mujer levantó la mirada, observando la ropa y condiciones en las que su amiga se encontraba.

Los ojos de Teresa fueron detrás de la espalda de Ángela, donde Miguel se encontraba, con simplemente su ropa interior y una camiseta blanca.

Ángela trato de acomodar su cabello rápidamente, Teresa puso ver el anillo brillante que ahora adornaba su mano.

𝐃𝐀𝐍𝐂𝐄 𝐖𝐈𝐓𝐇 𝐓𝐇𝐄 𝐃𝐄𝐕𝐈𝐋 | narcos mexicoWhere stories live. Discover now