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Unos golpes en su puerta hicieron que Ángela se levantara rápidamente del sillón donde esperaba pacientemente. Abrió la puerta con emoción, pero aquella sonrisa se borró al ver el hombre frente a ella.

— Chapó.— Ángela saludo decepcionada.

— ¿Ya esta lista?— El hombre pregunto.

— Pensé que Felix vendría por mi.— Ángela hablo tomando su bolso y saliendo del apartamento.

— Tuvo que ocuparse de unos asuntos.

— "Asuntos".— Angela rodó los ojos.

Los dos adultos bajaron hasta el estacionamiento. Eran aproximadamente las dos de la mañana, la ciudad se había apagado y con ella todas las personas del edificio.

Por lo que caminaron al lujoso auto, y antes de que la mujer pudiera abrir la puerta. El hombre le extendió una capucha.

Ángela observó al suelo.— perdóneme, güerita.— El hombre se disculpó.— Son las reglas.

— Por favor, chapo.— Angela pidió.— Solo esta vez.

— No puedo, señorita.

— ¿Tienes que decirle a Felix todo?— Ella pregunto.

— Lo siento, pero no puedo. No es mi decisión.

Sin ninguna otra opción Ángela tomó la capucha, al momento de subir al auto, la colocó sobre su cabeza. Dejando su vista completamente a obscuras.

•••

Después de una hora el auto se detuvo. Ángela supo que era momento de poder quitarse la capucha. La misma casa, el mismo lugar que desde hace meces había visitado varías veces.

Conocía aquel lugar como la palma de su mano, pero de la misma forma no sabía nada.

Con una expresión seria ella entró a la propiedad.— El señor esta en su cuarto, güerita.— Chapo informó.

— Gracias.— Angela agradeció emprendiendo camino. Subió las grandes escaleras y entró a la habitación, donde el hombre se encontraba en su escritorio, un cigarrillo en sus manos, un vaso de whiskey frente a el, su ceño fruncido y varios documentos frente a el.

— Mi amor, espérame tantito.— Felix hablo sin levantar la mirada.— Ya casi acabo.

Ángela bufo lanzando su bolso sobre la cama.

— ¿Que traes?— Felix pregunto.

— ¿Vamos a seguir jugando a las escondidas?— Ángela pregunto alzando los hombros.

— Ya te explique, mija.— Félix respondió cansado.

— No quiero estar así, Felix.— Angela hablo en tono de súplica.

— Te dije que no.— Miguel Ángel hablo con voz dura.— Fin de la historia.

— ¡Por favor!— Angela grito.— Felix, solo una vez.— la mujer suplicó— Todas mis amigas salen con sus novios y no tienen que estarse escondiendo.

— Nomas estás gastando saliva.— Felix hablo recargándose en su silla.

— ¡No es justo!— Angela grito una vez más.— !¿Por que todos pueden hacerlo y yo no?!. ¡Hago todo lo que me pides toda la semana y yo nunca podemos hacerlo afuera de esta pinché casa!.

— Por milésima vez.— Felix respondió.— Tu no eres como las demás y hay reglas.

— ¡Yo no pedí ser diferente!— Ángela grito. Lo que primero parecía ser una de las mejores cualidades de Ángela y lo que hizo que Felix se interesará en ella, ahora se sentía como un castigo.— Solo quiero salir y que tengamos citas como todas las demás.

— Nunca vas a hacer como ellas.— Felix se levantó mientras golpeaba su escritorio.— Y va ser tiempo
que lo entiendas, mija.

— ¡No quiero estar escondida!— Ángela grito.

— ¡Pues salte!— Felix finalmente cedió. El grito a la mujer, cosa que nunca había hecho.— ¡Vamos!, Para que todas esas revistitas en las que te encanta salir comiencen a escribir. ¡Que tus papás se enteran, que el departamentito te lo compré yo!.

Ángela se quedó callada observando al hombre.

— ¿Ya no te pareció verdad?— Felix rio.— que los del gabacho se enteren. Quieres que todo el mundo sepa, ¿no?. !Andale!, ¡Vamos!.

Las lágrimas en los ojos de Ángela comenzaron a amenazar en salir.

— Si, así para que también te anden pinches buscando como a mi— Felix asintió con la cabeza repetidas veces.— Digo, ya tengo suficientes pedos ahorita que el que se enteren que tú y yo estamos juntos va a ser el que menos me preocupe.

Ángela suspiro pesadamente antes de salir de la habitación. Camino hasta la sala de estar y tomó asiento en ella.

Chapo la observó, había escuchado toda la conversación. Se acercó a ella y colocó su mano en su hombro.— Agh.— La mujer movió su hombro señalando que no le gustaba aquella acción.

— Voy a estar aquí.— El hombre hablo.— Por si ocupa algo, güerita.

Ángela cruzó sus brazos y se quedó callada por varios segundos. Antes de levantarse y caminar por la habitación.

— Me quiero ir.— Angela hablo.

— Sabe que no puedo hacer eso.— Chapo respondió.— No si el señor Felix no autoriza.

— ¡El sábado en la noche y estoy encerrada aquí!— Angela grito al hombre.— ¡Solo quiero salir y divertirme! Y si no lo hago con el, lo voy a hacer sola.

— No puedo, güerita.

— Déjala que se vaya.— La voz de Felix hizo que ambos lo observaran.— Me voy pal gabacho.

𝐃𝐀𝐍𝐂𝐄 𝐖𝐈𝐓𝐇 𝐓𝐇𝐄 𝐃𝐄𝐕𝐈𝐋 | narcos mexicoWhere stories live. Discover now