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Una semana había pasado, Ángela se presentó al set de grabación en el centro del Distrito Federal. Vestía justamente el vestido que su martes y Teresa le habían aconsejado. De sus orejas colgaban los pendientes, y su cabello dorado ahora recogido más prolijamente.

Sus pies vestían unos zapatos negros de piso. Ángela era una mujer alta, más alta del promedio. Aquellos zapatos que su madre había comprado en el mercado de su ciudad, con uno de sus amigos zapateros.

En su hombro colgaba una bolsa blanca que era de su abuela. Detalles dorados en la cadena y en el cierre. Observó a su alrededor en busca de alguna persona que pudiera ayudarla.

Camino por el set, varias personas ocupadas y organizando todo a su alrededor.— Hola, soy Ángela Verné.— La mujer se atrevió a hablar. Extendió su mano en busca de un apretón a la mujer que leía algo en su libreta.

— A maquillaje y vestuario.— La mujer respondió sin verla. Con su mano señaló un cuarto con una puerta blanca.

— Gracias.— Ángela aún así agradeció con una sonrisa.

Ángela camino hasta aquella habitación, tocó la puerta y después de escuchar que podía entrar, la abrió, encontrándose con un cuarto repleto de vestuarios, pudo observar una gran variedad, entre vestidos, zapatos y sombreros.

— Tu debes de ser Ángela.— La mujer de mediana edad habló observándola, Ángela asintió con la cabeza.—¿ya ensayaste?.

— Ya.— La mujer respondió con emoción siguiendo sus instrucciones.— Toda la semana he estado practicando.

— Bueno.— La mujer respondió.— Tengo que ir por unas cosas, ahorita regreso.

— Si, esta bien.— Angela observó como la mujer salía de la habitación con una sonrisa. Pero aquella sonrisa fue borrada cuando unos murmullos comenzaron a escucharse a través de los delgados muros.

— ¿Ella es la principal?— Pudo escuchar a una mujer preguntar.

— Si.— Angela idéntico esa voz rápidamente, era la misma que segundo antes había entablado una conversación.

— ¿Viste su vestido?— Aquella pregunta fue seguida por risas.

— ¿Y esos zapatos?— La mujer pregunto. Ángela borró su sonrisa mientras observaba su vestido desde arriba.— ¿Donde los compró?.

— De seguro los encontró en la basura.

— Y esos aretes, puro plástico. Mínimo hubiera invertido un poquito más.— Las dos mujeres comenzaron a reír. Ángela rápidamente quito los artes de sus oídos y los guardo en su bolso.

La puerta se abrió encontrándose a la mujer nuevamente.— Siéntate.— Ella indicó.— Ya vamos a empezar.

Ángela asintió mientras sonreía ligeramente. Con la cabeza ligeramente agachada tomó asiento donde le indicaron.

•••

Después de un incómodo encuentro, Ángela había terminando su maquillaje y peinado. Su cabello rubio estaba rizado, su maquillaje perfectamente aplicado.

Un vestido color azul celeste, que llegaba hasta su rodilla. Zapatos de tacón color blanco y un collar de perlas adornada su cuello.

Ángela no pudo distinguir si las perlas eran reales o no. Pero eso no le importaba, se veía hermosa, y eso la hacía muy feliz.

La bella mujer salió de maquillaje y vestuario. Saliendo al gran set donde sería la grabación del día de hoy.

Se quedó aquel lugar, observando todo a su alrededor. Con una emoción que crecía cada vez más en el interior de su estómago.

Esa emoción comenzó a hacerse nervios, cuando un hombre-de aproximadamente 1.80 de altura, unos ojos verdes, unos hombros y brazos tan anchos que podrían cubrirla de la vista de todos-había comenzando a acercarse a el.

— No nos han presentando.— El hombre hablo cuando estuvo frente a ella.— Andrés García.— Extendió su mano ante la vista de la mujer.

Ángela con una expresión de sorpresa tomó su mano.— Ángela Verné.

El hombre acercó la mano de la mujer y besó sus nudillos que vestían joyería de aluminio, que probablemente al más ligero golpe se deformaría.

Ángela ocultó su mano con vergüenza, provocando una sonrisa del galán frente a ella.

— Vamos a estar trabajando mucho tiempo juntos.— El hombre explicó.— Pensé que lo más apropiado sería que nos conociéramos.

— Es un gusto conocerlo y trabajar con usted, Señor García.

— No me digas señor.— El hombre negó con la cabeza.— Somos de la misma edad.

Aquel comentario hizo reír a la joven mujer. Al hombre se le dibujó una sonrisa al escucharla. Ángela cubrió su rostro con sorpresa.

— Ay, perdón.— La mujer se disculpó ante su imprudencia.

— ¡Vamos a empezar!.— Un grito hizo que Angela saliera de aquella burbuja.

El hombre extendió su mano. Ángela la observó por unos segundos antes de tomarla y caminar hasta el frente de las cámaras.

𝐃𝐀𝐍𝐂𝐄 𝐖𝐈𝐓𝐇 𝐓𝐇𝐄 𝐃𝐄𝐕𝐈𝐋 | narcos mexicoWhere stories live. Discover now