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Esa misma noche Andrés García se había ofrecido a llevar personalmente a Ángela hasta la puerta de su casa.

Las mariposas en su estómago revoloteaban cada vez que el hombre la observaba. Ella también lo hacía, de una manera más discreta.

Los faros del auto iluminaban momentáneamente el rostro de Ángela a medida que avanzaban. Varios minutos en coche después, habían llegado a la casa de Ángela.

No era la más bonita de todas, tampoco la más grande. Pero para Ángela era el lugar donde había crecido y nunca se había avergonzado de ello.

Pero cuando el auto ultimo modelo se detuvo frente a su puerta, un ligero toque de incomodidad creció en ella.— Es aquí.— Ella señaló.

— Déjame acompañarte.— El hombre bajo del auto y camino hasta la puerta de Ángela. Abrió la puerta de la mujer, y extendió su mano ayudándola a bajar.

Desde la ventana, Rosalba y Teresa observaban la escena con emoción. Los dos adultos se quedaron unos minutos conversando frente a la puerta.

Fausto quien pasaba por la sala de estar, se acercó a la ventana, con curiosas de ver qué era lo que las dos mujeres veían.

Su expresión se hizo seria. Y después de unos segundos, camino hasta la puerta, encontrando a la pareja.

— Metete, Angela.— El hombre le ordenó. Con mucha pena, Ángela se despidió con la mirada agachada, siguiendo las órdenes de su padre.— Vete a tu cuarto.

Fausto cerró la puerta detrás de el, quedando fuera de la vivienda con el aclamado actor. Ángela se quedó callada observando a las dos mujeres que también la observaban con duda.

Minutos después, el motor del auto se escuchó, y su padre se adentró al hogar.

— ¿Que le dijiste?— Angela pregunto.

— Nada.— El hombre respondió calmado caminando al sillón, tomando de su taza de café. Encendió la televisión y cambió de canal rápidamente al ver que presentaban una novela que el actor protagonizó.

— Fausto.— Rosalba lo llamo.

— ¿Que?— Pregunto aún con calma.

— Agh.— Angela hizo un berrinche. Dando un pisotón al suelo, antes de caminar hasta su habitación con prisa.

Fausto la observó de reojo dándole un sorbo a su café. Teresa se levantó rápidamente del sillón y corrió hasta la habitación.

— ¿Que tienes?— Su esposa pregunto.— ¿Por que te comportas así?. Debes de estar feliz por ella.

— Estoy feliz.— El aseguró.— Pero no me gusta tener a hombres en la puerta de mi casa.

—¡ Le hizo un favor!.— Rosalba explicó.

— Cuando haces un favor, buscas otro favor a cambio después.— Fausto explicó.— No quiero que mi hija ande debiendo favores y menos a hombres como ese.

— Es que eres imposible.— La mujer negó con la cabeza.— Esta es nuestra oportunidad, Fausto. Que ella salga, viva y tenga todo lo que nosotros no le podemos dar.

— A mi hija no le falta nada.— El hombre detuvo a su mujer.— y los hombres como esos solo buscan aprovecharse de las chamaquitas como Ángela.

— Ella es inteligente, Frausto.— Rosalba se acercó a su esposo.— Déjala disfrutar, no quieres que se quede aquí toda la vida. Haciendo esto le abre las puertas a un nuevo mundo— La mujer tomó asiento junto a él tomando sus manos.— Podría viajar, y conocer todo el mundo, podría conocer Estados Unidos, o Paris— Al mencionar aquello los ojos de la mujer se iluminaron.

Fausto se quedó con la mirada perdida.

— No arruines esto para ella.

•••

Ángela quito con enojo los anillos en sus dedos lanzándolos al tocador. Lanzó el bolso a la cama y tomó asiento en su cama cubriendo su rostro con sus manos.

— Angelita.— Unos golpes en la puerta se escucharon. La imagen de Teresa se presentó ante los ojos de Ángela.— ¿Estas bien?.

— No.— La mujer respondió con honestidad.— Desde que mi papá supo que tuve el trabajo, esta muy raro conmigo.

Teresa se acercó a ella y tomó asiento junto a ella. Con su brazo rodeó la espalda de la mujer. Se quedaron por varios minutos en aquella posición.

— Andrés García.— Teresa sacudió a su amiga ligeramente haciendo reír a Ángela.

Ángela se levantó rápidamente observando a su amiga.— Es tan guapo— La mujer hablo en un suspiro.— Y es todo un caballero. Es como si tuviera una caldera en mi estómago, cada que lo veía quería vomitar de los nervios. Y olvide mis diálogos como 3 veces.

Dejo caer su cuerpo sobre la cama mientras una risa salía de sus labia. Teresa se levantó de la cama y camino hasta el radio que Ángela poseía. Colocó uno de los Cassetes y presionó el botón.

Mamma mia de ABBA, comenzó a escucharse. Ángela al escuchar la canción y se levantó rápidamente. Había escuchado y aprendido esa canción gracias a un profesor de inglés, que su madre con mucho esfuerzo había logrado pagar a costas de su padre.

Tiempo después las cosas empeoraron y no pudo asistir más. Pero aquel Cassete había sido un regalo y esa canción era la preferida de Angelita. Sabía la letra al derecho y al revés, probablemente recordaría aquella canción antes que su propia dirección.

Ángela comenzó a cantar, Teresa simplemente aplaudida al ritmo de la canción. La Joven mujer se levantó y comenzó a bailar colocando una bufanda sobre su cuello, y saltó cuando la batería comenzó a escucharse.

Cuando la canción termino, Angela se lanzó a los brazos de Teresa.— Soy tan feliz.

— Teresa, Te busca Julián.— En la puerta Fausto llamó a la mujer.

— Nos vemos mañana.— Teresa se despidió pasando junto al hombre.

Angela camino rápidamente hasta el radio, presionando uno de los botones, deteniendo la canción que comenzaba a escucharse.

La joven mujer acomodó su cabello que se había despeinado de tanto bailar.

— Es tarde, mañana tienes que trabajar.— Fausto le menciono. Ángela asintió con la cabeza. El hombre cerró la puerta segundos después.

Una sonrisa se presentó en el rostro de Ángela lanzándose a la cama.

𝐃𝐀𝐍𝐂𝐄 𝐖𝐈𝐓𝐇 𝐓𝐇𝐄 𝐃𝐄𝐕𝐈𝐋 | narcos mexicoTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon