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— ¿Es enserio que tú vas a ir a cenar con ese señor?— Teresa le pregunto a su amiga ayudándola a colocar el collar a juego con su brazalete que ya portaba en su delgada muñeca.

— ¿Y que otra opción tengo?— Angela respondio observándose en el espejo. Un vestido negro entallado vestía su cuerpo. Sus hombros se encontraban descubiertos dando una perfecta vista a los costosos diamantes. Su cabello recogido, pero con algunos mechones enmarcando su rostro.

Maquillaje sencillo, resaltando cada una de sus facciones a la perfección. Sus ojos azules brillaban a la par de los diamantes que la adornaba.

— No deberías de ir, Angela.— Teresa le rogó.— Vámonos para el pueblo.

— ¿A que voy?— Angela se levantó de su silla.— Ese señor me va a seguir acosando estando en Guadalajara, el pueblo e incluso si me voy a la luna. Es capaz hasta de llegar hasta allá.

Teresa miro a Ángela con tristeza. No sabía en qué era lo que se metía, pero no era nada bueno.

•••

Una vez mas, Angela camino por los pasillos del gran edificio. Le recordaba al día en la que ella y Miguel Ángel habían compartido una comida. Pero la diferencia es que ahora el lugar estaba lleno. Las personas que se hospedaban en el hotel la miraban con curiosidad, algunos murmuraban a la vez que ella caminaba junto a ellos.

Tal vez era la forma en que iba vestida. La mayoría de las personas vestían menos formal. O tal vez era por que la reconocían de sus películas.

Por lo que ahora ella se encontraba con la cabeza agachada. Tratando de cubrirse de la forma que pudiera. Ella seguía a uno de los meseros hasta las piedras del restaurante del hotel.

El hombre abrió las grandes puertas, y Angela sintió que todas las miradas fueron hasta ella. Los murmullos incrementaron. Las miradas de los hombres y las mujeres con el ceño fruncido.

Ella camino hasta el final del restaurante, donde Miguel Ángel se encontraba.

— Buenas noches.— Felix se levantó de su asiento. Tomó la mano de Ángela dirigiéndosela hasta su silla.— Puedo jurar que cada día te ves más hermosa.

Ángela no pudo ocultar su sonrisa ante aquel cumplido.

— Buenas noches, Felix.— Ella respondió.

La cena a sorpresa de Ángela habían pasado un buen momento. La mujer no pudo resistir a reír ante las anécdotas y cumplidos que el hombre decía.

La música en el lugar había comenzado a escucharse. Parecía una fiesta, donde todos los desconocidos se habían unido a la pista a bailar con sus parejas.

— Está muy bonito tu hotel.— Ángela halago observando a su alrededor.

— Es tuyo.

Los ojos de Ángela se abrieron ante aquellas palabras. Félix río ante su reacción.— Es que con todos esos regalos, no me sorprende lo lejos que puedes llegar por mi.

— Tienes razón, mija.— Felix asintió.— No tienes idea de lo lejos que puedo llegar.

Ángela sonrió con timidez. Después de unos segundos ella tomó un largo suspiro.— ¿Quieres bailar?— Ella se atrevió a preguntar.

Felix asintió levantándose de su silla. Extendió su mano esperando a que Angela la tomara, y como lo pensó, así sucedió.

La delicada mano de la mujer tocó la ancha y áspera mano del hombre.

Los dos caminaron hasta el centro de la pista. La música delicada sonaba a su alrededor. El colocó sus manos en su cintura, y ella rodeó los hombros del hombre, dejando sus rostros a pocos metros de distancia. Los dos comenzaron a balancearse al ritmo de la música.

— Todos nos están mirando.— Ángela susurro en el oído del hombre.

— Tal vez te están mirando a ti.— Felix respondió.— Tal vez te tienen envidia.

— Lo dudo mucho.— Angela negó ligeramente.— Solo soy una mujer, nada más.

— Ay, mija.— Felix se separó ligeramente de ella observando su rostro.— Tu sabes que eres mucho más que esto.

Los dos se quedaron por varios segundos observándose. Félix sentía que aquella mujer brillaba con más intensidad sabiendo que el era el que la tenía entre sus brazos. Y cualquier hombre en la habitación no llegaría a ser como el.

Tal vez esa era la razón. No era el hecho de tener a la mujer más hermosa del edificio frente a ella y en sus brazos. Si no el hecho que nadie más podría tenerla.

— ¿Por que me miras así?— Ángela pregunto en un susurro.

— Creo que ya sabes porque mija.

Ángela desviaba su mirada entre los ojos y labios del hombre. Después de unos segundos ella fue quien junto sus labios.

Compartieron un beso, los sentían que se derretían a medida que los segundos pasaban.

Cuando el beso fue terminando. Los dos abrieron sus ojos, observando a su alrededor que las demás personas a su alrededor ya se habían retirado y regresando a sus mesas.

Ángela rio escondiendo su cabeza en el cuello del hombre.— Todos se fueron— Ella rio.

— No me importa.— El hombre respondió mientras los dos seguían bailando sin música.

𝐃𝐀𝐍𝐂𝐄 𝐖𝐈𝐓𝐇 𝐓𝐇𝐄 𝐃𝐄𝐕𝐈𝐋 | narcos mexicoWhere stories live. Discover now