𝔇𝔢𝔰𝔢𝔬

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Era un día normal en la biblioteca del cuartel de los caballeros de Favonius. La paz, la tranquilidad se podía sentir en el aire, al igual que el dulce olor de la esencia de vainilla que Lisa solía poner en sus turnos largos. Estaba alegre debido a que le había llegado un paquete importante de Liyue, era una cliente frecuente de la tienda de perfumes de Liyue.

Tomó la caja con una sonrisa distraída e inconsciente.

—Oh...Es de flor Chingxin—volteó su mirada hacia las mesas de la biblioteca al mismo tiempo que se acercaba a una de ellas—Mira ______, ¡Este es tu olor favo...!—de pronto espabiló y se dio cuenta que la chica ya no estaba con ella.

Lisa exhaló con un aire de nostalgia, depositó en la mesa aquella caja con los inciensos. 

—Si tan solo tuviera otra alumna tan brillante como tú...

Lo cierto es que Lisa extrañaba mucho a ______, ella era la única que le hacía compañía, iban a desayunar, almorzar y cenar juntas. Y en poco tiempo Lisa vio a _____ como si se tratara de una hija. Sentía remordimiento de consciencia por todo lo mal que había hablado de ella con Jean, pero realmente no era su culpa—Lisa suspiró con desdén y se dirigió a su puesto de escritorio—Lisa pensó que estaría bien apoyar más a Jean en su intento que regresar que Diluc, que dejar que las cosas fluyeran entre su alumna y el pelirrojo. Lo cierto es que ella tuvo que presenciar todas las etapas de Diluc, antes de estar con Jean, en la relaciòn y ese giro de 360º que dio su vida luego de las tres desgracias que sufrió. La muerte de su padre, la traición de Kaeya y la traición de Jean.

Volver a una relaciòn con alguien es volver a leer el mismo viejo libro con la esperanza de que, mientras más lo leas piensas que su final cambiará. Pero, no es así, todo siempre terminará siendo igual porque somos humanos, nos tropezamos con la misma piedra una y otra vez hasta poder entender que lo que estamos haciendo está mal, y muchas veces cuando abrimos los ojos ya es demasiado tarde.

Y eso fue lo que le pasó a Jean.

La puerta de la biblioteca se abrió, aquella voz sacó a Lisa de sus pensamientos.

—Buenos días, Srta. Lisa. ¿Usted me solicitó?—habló un castaño con ojos azules.

—Oh, Huffman. No esperé que tú tomaras mi solicitud de hoy—Lisa resoplò para levantarse de la silla con toda la pereza—Necesito que lleves esas dos cajas hacia el muelle—se llevò una de sus manos a la cintura mientras explicaba la situaciòn—Son libros que pedì de la academia de Sumeru, pero algunos me los enviaron con letras en poca tinta y muchas de sus pàginas no se pueden leer. 

—Comprendo, comprendo.

—Vendrà un erudito encargado de los libros al muelle, asì que tienes que quedarte allì a hacer la entrega, no te preocupes por lo demàs. Dìas antes habìa enviado una carta explicàndole la situaciòn.

—Excelente, Srta. Lisa. Voy por esas cajas ahora mismo.

Lisa le dedicò su tìpica sonrisa mientras ella observaba como el caballero hacìa su trabajo, primero llevò una de las cajas al lado de la puerta de la biblioteca para luego ponerle la otra encima y cargarlas hasta las afueras de Mondstatd.

—Por cierto, Srta. Lisa. Usted...—bajò su mirada algo sonrojado.

—¿Hmmm?

—Usted,  ¿Ha sabido algo de Jean?

—¿Hablas de la Gran Maestra Intendente?—Lisa frunciò el entrecejo y se cruzò de brazos.

—Sì...yo—carraspeò—Si usted la ve por allì, por favor dìgale de mi parte que se cuide mucho. Yo no quisiera...que le pasara algo por la sobre carga de responsabilidades que tiene...

Roses| Diluc RagnvindrWhere stories live. Discover now