𝔅𝔲𝔢𝔫𝔞𝔰 𝔫𝔬𝔠𝔥𝔢𝔰

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Y solo vi como desaparecía gradualmente entre las tinieblas de la noche, mi mano se encontraba alzada en un gesto de despedida. Suspiré pesadamente girando mi cabeza hacia Mondstadt.

Tenía ese sentimiento de angustia en todo el pecho, como un vacío en la boca del estómago. Le seguía dando vueltas al asunto, me dio un pequeño escalofrío pensar en ¿Y si Diluc regresó al rato de que me fui con Adler?

La duda me estaba carcomiendo la cabeza, así que empecé a correr como una loca desorientada por toda la ciudad. Era tarde, los puestos de juegos ya no estaban y el último carrito de comida ya estaba siendo recogido. Empecé a buscar con la mirada a cierto pelirrojo cuando llegué toda agitada a la catedral, pero fue inútil. No estaba, ni él ni nadie alrededor.

Me puse a pensar y me resultaba extraño que fuese un imán para hombres de cabello rojo, sin más, desmoralizada y algo triste por la existente probabilidad de que él vino y yo no estaba, me senté en uno de los bancos cerca del cuartel de los caballeros de Favonius.

Estaba sentada con mi espalda encorvada y con mis codos afincados en mis muslos con mis manos sosteniendo mi cara.

-Es deprimente-dije en voz alta.

-¿Beber a estas horas de la noche solo? Sí, sí es-Cierto capitán se manifestó sonriente con una botella de vino en la mano.

-¡Kaeya!-definitivamente verlo me alegró el momento, me levanté del banco-No sabía que estarías tan tarde haciendo guardia.

Sacudió su mano despreocupado.

-Nada que ver, mi turno terminó hace horas, ahora soy solo Kaeya-señaló el banco-Ahora yo soy quien pregunta qué haces aquí a estas horas ¿Puedo hacerte compañía?

-¡Claro, claro! Siéntate por favor-le di un espacio. Tan pronto como le di espacio, Kaeya se sentó.

-A ver-se estiró poniéndose cómodo-Cuentame por qué una chica tan linda cómo tú está como alma en pena caminando por allí-bromeó con lo de alma en pena.

Me logró sacar una sonrisa.

-Ay Kaeya, creo que regué las cosas con Diluc.

-Ah ¿Era eso? Todos la regamos alguna vez con él, sobre todo yo que cago cualquier avance con él después de haber hecho algún chiste o simplemente existir-me dio unos codazos en broma, carraspeo-Pero hablando en serio, ¿Qué pasó?

Solté una bocanada de aire.

-Creo que accidentalmente lo forcé a venir conmigo a la feria y como consecuencia se fue y me dejó en un banco de la catedral.

Kaeya frunció sus cejas en un gesto de molestia e irritación.

-Ese hijo de...¡Es un patán!

-Igual si se fue o no, lo que me pone triste es que no me dijo nada directamente, solo se fue a base de mentiras-mi tono de voz era apagado y triste.

-______, la verdad pensé que tú pasaste con Diluc toda la noche, juraba que hace una hora los había visto en el concurso de baile. Honestamente debiste ganar, bailaste de maravilla.

Me sonrojé ante los halagos del capitán.

-Bueno, esa es otra larga historia-me llevé la manl detrás de la cabeza, Kaeya se veía bastante interesado en lo que tenía que decir-Cuando Diluc se fue, al momento conocí a un hombre llamado Adler. Muy simpático, la verdad.

-Justo lo que hablé aquella vez con ese testarudo en el despacho-se rió.

No tenía el contexto sobre lo que él estaba hablando, pero tampoco me iba a atrever a preguntar. Mis párpados se cerraban solos, cada vez se hacían más pesados.

Roses| Diluc RagnvindrWhere stories live. Discover now