12. Fotografía

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Alex

Me siento un gilipollas. Un completo y absoluto gilipollas. He perdido de vista a Sara después de haber estado dos horas sin apartarla un solo segundo de mi punto de mira, y todo por culpa de una chica rubia que se ha acercado a pedirme un cigarrillo, fuego, y mi número de teléfono. En ese orden.

Estoy aburrido de estar sentado sobre mi moto, con un botellín de cerveza en la mano al que no dejo de dar vueltas. Se ha calentado tanto que hace que la bebida sepa más asquerosa que de costumbre. Vacío el contenido que queda a mi lado y dejo el botellín en el suelo.

Por lo visto, las buenas costumbres no se pierden en Jacksonville, y lo más interesante de asistir a las carreras de motos del polígono industrial sigue siendo la fiesta en cuanto terminan. Los coches se aparcan en fila, exhibiendo los altavoces de su maletero y poniendo música urbana a todo volumen. Aquí no hay vecinos que bajen a quejarse o que llamen a la policía, asique es terreno seguro.

Cameron y Davis se fueron nada más terminar la carrera. El primer enfadado, aunque no sabía decir si conmigo por portarme como un imbécil con Sara o con Sara por haber participado en la carrera. "Paso de vosotros"; esas fueron sus palabras de despedida cuando Davis y él se dirigieron hasta el coche para desaparecer de nuestra vista.

Chad sigue de fiesta, lleva ya seis botellines de cerveza cuando se acerca a mi lado y se apoya en la moto. Empieza a tener las mejillas coloradas y la mirada vidriosa, y eso solo puede significar una cosa: está borracho.

—No te veo muy animado. —Me distrae dándome un codazo en las costillas.

—La he perdido de vista. —Gruño.

—¿A quién? —Levanto una ceja en su dirección y al instante sabe de quién estoy hablando. —Vamos, Alex, no me jodas. ¿Me estás jodiendo? ¡Por supuesto que me estás jodiendo! No puedes encapricharte de Sara.

—No me he encaprichado de ella, —ladeo la cabeza. —Tan solo no quiero que se meta en líos.

—¿Y por meterse en líos quieres decir liarse con Carter? —No. O sí. Más bien sí. —Carter Smith se largó hace una hora, puedes relajarte.

¿Carter no ha venido? Es la mejor noticia que podría haber oído. Carter es un capullo que parece que viene de otro planeta. Aparte de ser raro de cojones, es un camello con mala fama, asique más le vale hacer caso a mi amenaza y no volver a acercarse a ella.

Mi amigo me tiende otra cerveza, bien fría, y me acabo más de la mitad de un solo trago. Ahora sabiendo que Carter se ha largado, echo un vistazo un poco más tranquilo a toda la fiesta. Sara está al pie de la pista de baile, con su mejor amiga y otra chica que reconozco del piso que comparten. Tiene una sonrisa pintada en la cara en todo momento, una cerveza siempre en la mano y ya he contado que se ha bebido, como poco, seis chupitos de tequila. Sé que está borracha porque su forma de bailar ha cambiado, se ha desinhibido un poco más y se ha recogido la melena en un moño desenfadado que le quita dos años de encima. Cualquiera en su lugar debería estar desplomado en el suelo o vomitando en algún rincón, pero no, ella baila sin parar, dando saltos junto a la pista y acariciándose el cuerpo con las manos.

Creo que no se da cuenta de que todo el mundo la mira de reojo, una y otra vez. Los chicos no dejan de comérsela con los ojos, pero ella ni siquiera parece darse cuenta. Y si se da cuenta, no parece importarle. Su única preocupación parece moverse al compás de la música con sus amigas, encenderse de vez en cuando un cigarro y pedir un botellín de cerveza tras otro.

No mira a nadie, a ninguno de los chicos que se acercan para hablar con ella o a los que le ofrecen bebida gratis. Por supuesto, tampoco me mira a mí. No lo hace ni una sola vez.

Golden BoyWhere stories live. Discover now