Capítulo 15. Juegos de primaria.

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No estoy segura de cuántas noches he pasado pensando en mi conversación con Elisa, solo sé que desde el domingo su pregunta ha rondado en mi cabeza, y aún no encuentro respuesta. Tampoco estoy segura de querer encontrar una. Respiro profundo. El bullicio de la cafetería comienza a llegar a mis oídos, parpadeo varias veces, encontrándome con mis amigos hablando animadamente delante de mí. El día de hoy, Lauren ha decidido acompañarnos.

Me sorprendí mucho cuando la vi aparecer al lado de nuestra mesa con su bandeja y una sonrisa tímida. Pero mi sorpresa fue reemplazada por ternura cuando vi el rostro de Allan iluminarse al verla. Realmente le gusta, y tal parece que ella siente lo mismo. Esto es el comienzo de algo lindo y estoy muy feliz por mi amigo.

Lauren resultó ser una chica bastante agradable. Súper relajada, es muy fácil tener una conversación con ella. Tiene mucho del carácter de su madre. Lo que más me genera curiosidad de todo esto es ver la reacción de la profesora Smith. Yo sé que ella es una maestra bastante tranquila, pero eso es con sus alumnos, su hija es otro asunto aparte. Así que estoy a la espera de saber qué piensa ella cuando se entere del nuevo romance de su hija, y si cambiará su trato con Allan. Eso será bastante interesante de ver.

El timbre suena, indicando que el almuerzo ha terminado.

—Ha sido genial tenerte hoy con nosotros, Lauren. Esperamos que puedas unírtenos más seguido —declaro, antes de levantarnos.

Ella sonríe.

—Me la pasé muy bien con ustedes, gracias por recibirme. Y créanme, estaré por aquí más seguido. —Esto último, lo dice dándole un vistazo a Allan.

El chico sonríe, completamente encantado con la idea. Nos despedimos de la chica y caminamos los tres juntos a nuestro salón.

—¿En serio les agradó Lauren? —inquiere Allan una vez estamos lejos de la aglomeración de estudiantes que salen de la cafetería.

—Por supuesto que sí. Es una chica muy agradable. 

—Creí que iba a resultar una completa tonta, como las demás porristas con las que se junta. Pero resultó ser todo lo contrario —confiesa Elisa, tan directa como siempre—. Para ser un año menor, es muy lista.

—Lo tomaré, pero me ofende muchísimo —dice Allan.

Suelto una risa después de escucharlo. Yo reconozco esa frase, es de El Lorax.

—Me sorprendiste, americano. Tienes buenos gustos y sabes escoger. Cada vez me caes mejor.

Allan la mira, levantando ambas cejas.

—Bien, ¿debería agradecerte por eso?

Elisa lo mira de vuelta, poniendo su mejor cara de ofendida. Aquí viene el dramatismo.

—Por supuesto que sí. No cualquiera tiene el privilegio de ser mi amigo. Tú eres digno de tener mi amistad, y por eso, te felicito —acota ella, dándole una palmada en el hombre, como si Allan hubiera logrado una gran hazaña.

—Vaya, señorita modestia en persona.

—Un placer —dice Elisa, haciendo una corta reverencia.

Todos nos reímos por el último gesto. No sé cómo rayos vine a parar con esta gente, pero estoy agradecida. Creo que mejores amigos no pude haber encontrado por mi cuenta. Así que gracias Dios, por este par de locos y extraños.

[...]

Entro a mi casa, y de inmediato subo a mi habitación. Dejo mi mochila sobre la silla del escritorio y cambio mi uniforme por algo más cómodo. Bajo las escaleras, encaminándome a la cocina por algo de comer.

Más que un juegoWhere stories live. Discover now