25. Volver a empezar

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Maratón 2/5

TN

- ¿Y qué necesitas que haga?

- Primeramente necesito que finjas no recordarme, trátame como lo hacías antes - expliqué -. Dalia no puede saber que ha perdido el control sobre ti.

- Pero no podré. No puedo tratarte mal - insistió.

- No te preocupes, Diego y Klaus igual lo harán, Dalia piensa que ellos ya me olvidaron, pero también necesito de ti - recité, fijando mi vista unos segundos a la salida -. Si algo llegara a pasar quiero que los mantengas alejados, hazles un rumor para que obedezcan porque dudo que quieran alejarse cuando yo esté en peligro.

- ¿En peligro?

Tragué saliva, reteniendo las palabras que morían por salir.

- La energía de Dalia es demasiado fuerte comparada con la mía. Dudo que pueda lastimarla.

- No te des por vencido, siempre hay una segunda salida. Y si no la hay, al menos sabrás que lo intentaste.

No sabía si esas palabras servirían de algo, pero si sabía que al menos tendría a alguien que mantuviera a salvo a los chicos.

- Eres demasiado buena con tus poderes - posó una mano sobre mi hombro -. Ahora vé y salva a ésta academia.

Sonreí con seguridad y me puse de pie, caminé hasta la salida y antes de atravesar la puerta mi mirada se conectó con la de Allison.

Mi hermana me miraba desde la cama con esa mirada que te decía que todo estaría bien, que no había nada de que preocuparse. Y toda la vida lo pensé así, porque crecí con esa mirada, con Allison acompañándome en cada caída, pero ahora que me veía de esa forma, no estaba tan segura que de todo estaría bien.

Porque tendría que estar segura en que Dalia llegaría a lastimarme como siempre lo quizo hacer, como era su plan desde un inicio.

Y cuando puse un pie fuera de su habitación, supe que todo estaba por cambiar.

¥

Papá había salido, mamá había sido desconectada para no ponerla en peligro y pogo acompañó a papá a su junta o salida de negocios. La academia estaba sola, así que hoy era el día.

Suspiré y tragué hondo, y llegué al patio. El aire fresco me recibió en cuanto puse el primer pie fuera, varios cabellos salieron volando de mi coleta y me acerqué al quiosco.

Todo estaba en silencio, solo podía escuchar el sonido de los árboles revoloteando contra el viento y el motor de los carros en la calle.

Y entonces sucedió.

La puerta se escuchó y me giré para mirar hacia ese punto.

Dalia estaba de pie a solo unos metros de distancia de la puerta. Me miraba expectante desde su lugar y con sus brazos cruzados sobre su pecho.

- Linda noche, ¿no? - rompió el silencio.

Me acerqué y bajé a pasos lentos los pocos escalones del quiosco. Tomé distancia a unos metros de ella cuando estuvimos frente a frente.

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