3. Sin recuerdos

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Pasó un día completo sin que mis demás hermanos fueran a verme o aún que sea a saludarme. Ni siquiera Cinco.

No sabía si había hecho algo antes de estar en coma que lo hubiera hecho enojar o simplemente estaba ocupado para venir a verme, tal vez su novia lo tenía ocupado y por eso no a venido.

Varias teorías estúpidas venían a mi cabeza solo para evitar la idea de que Cinco no quería verme.

Me puse de pie con poca dificultad y caminé lento hacia la salida de mi habitación. Bajé con cuidado las escaleras y llegué a la sala, la mirada de mis hermanos se posó sobre mi en cuanto puse el primer pie adentro.

- ¿TN? - Luther fue el primero en hablar.

- La misma - sonreí con poca emoción.

Llegó hasta mi y me tomó en brazos, cómo si de verdad le emocionará verme.

- ¿Cuando despertaste? - su voz sonó rápida.

- Ayer. Creí que te habían dicho. ¿No les dijeron? - voltee a ver a Diego y a Klaus.

- Les dijimos. Después de que dejamos en tu habitación fuimos corriendo a dar la noticia - Diego explicó y Klaus asintió.

- No es cierto - Allison soltó y se acercó a mi -. Que bueno que despertaste - su voz sonó aburrida como si no le gustara la idea de verme de pie.

- Claro que les dijimos y no solo nosotros, Pogo también les dijo - Klaus se defendió.

Mi mirada se posó en Cinco quien mantenía la vista en sus manos.

- ¿No te alegra verme, Cinco? - las palabras salieron temblando de mi garganta.

Pensé que me ignoraría, pero alzó la mirada y la conectó con la mía. Se puso de pie y a pasos lentos llegó hasta mi.

- Me alegra - dijo sin ninguna expresión.

- Tranquilo, no te vayas a morir de tanta alegría - dije tanjante.

- No es eso. Solo que....

- Cariño ya estoy aquí - una voz femenina se unió a la plática y entró a la estancia.

La chica llegó con Cinco y sin perder el tiempo le plantó un beso en la comisura de su labio. La escena me pareció incómoda y desvié la mirada.

La chica era pelinegra y de piel clara, era delgada y sus ojos eran de un color gris claro, en pocas palabras era perfecta.

Alcé la mirada y mis ojos conectaron con los suyos, aún que su mirada era pesada no perdí el contacto visual por varios segundos.

- Así que tú eres la famosa número Nueve - dijo con falsa emoción.

- Número Ocho - corregí sería.

- Creo que no te lo han dicho. Ahora yo soy Número Ocho, así que tú pasas a un lugar abajo, número Nueve - sonrió falsamente.

- Pero según a lo que me dijeron eres un remplazo y ya estoy aquí - me encogí de hombros.

Tensó la mandíbula y parecía un poco molesta con esa palabra en particular.

- Dejemos los tontos número de lado. Mi nombre es TN - le tendí la mano cordialmente y ella solo la apartó con hastío.

- Soy Dalia - dijo.

- Así que tú eres... - miré a Cinco sin poder terminar la frase.

- ¿Su novia? Si.

- Felicidades - no aparté la vista de él -. Dormí mucho porque me perdí tu primera novia. ¿Podríamos hablar a solas?

- No tengo nada que hablar contigo.

- Cinco, ¿qué te pasa? ¿Hice algo para que te enojaras conmigo? - cuestioné.

Traté de recordar algo que tal vez lo había hecho enojar, pero, nada vino a mi mente, ningún recuerdo. Ni siquiera recordaba como había terminado en coma.

- No. Solo que no quiero estar cerca de ti - fue todo lo que dijo antes de tomar la mano de Dalia y salir juntos de la sala.

Mi pecho se comprimió al escucharlo hablarme así. Después de tanto tiempo solo quería estar cerca de mi mejor amigo.

Sentí las manos de Diego cubriendo mis hombros, alcé la mirada y la conecté con la suya.

- A cambiado mucho después de la llegada de Cruella - dijo.

- Bastante.

Miré a Vanya y antes de que pudiera decir algo llegó hasta mi y me tomó las manos, una gran sonrisa puesta en sus labios.

- ¡Eres tú! ¡En serio eres tú! - exclamó -. ¿Por qué no me dijeron que había despertado? - miró a los chicos acusadora.

- Les dijimos. Vanya, fuiste a la primera que se lo contamos. ¿Qué mierda les pasa? - soltó con hastío Klaus.

- No es cierto. Lo recordaría.

- Dejen de pelear, lo que importa es que ya todos saben que desperté - interrumpí su discusión.

- Que bueno que estás bien, necesitaba a alguien con quién hablar de instrumentos, estos tontos no saben nada.

Reí.

- Creo que esto fue lo único que no cambió - dije sin muchas ganas refiriéndome a lo que había pasado con Cinco.

Miré la salida por curiosidad y Dalia y Cinco pasaban tomados de la mano muy sonrientes.

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Con amor, Esme

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