12. Devuelta

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<TN>

Había pasado una semana desde esa pequeña visita a la última habitación de la academia. Todos estos días tratamos de poner atención a Dalia para saber si podíamos notar algo sobre esas desconocidas habilidades que poseía.

No tuvimos éxito.

Cómo si su único poder era el control de la electricidad.

Llegué al entrenamiento y lo único bueno era que mi poder había llegado, no del todo, pero había vuelto al igual que había regresado a entrenar.

Eran pocos los entrenamientos a los que ya había asistido. En esos solo ponía aprueba mi poder.

- Muy bien, número Nueve - papá comenzó -. Trata de hacer una pequeña bola de energía.

Me posicioné en el centro y me concentré. Mis manos las coloqué una frente a otra y cerré los ojos, hice energía y moví levemente mis manos, esperando a que la energía de verdad saliera.

Abrí mis ojos y solté un quejido cuando no ví nada entre mis manos. No me rendí y volví a repetir el movimiento anterior, una pequeña luz apareció pero al instante se esfumó.

Repetí mi acción una vez más.

«por favor funciona»

Está vez la energía duró un poco más pero igual se esfumó.

- No puedo mantenerla en mis manos - solté estresada.

- Número Ocho, tu turno - papá ordenó.

No entendí a qué se refería, entonces Dalia dió un paso al frente y quedó a solo unos metros de mi.

- ¿Qué es lo que va ha...? - mis palabras quedaron a los mitad cuando Dalia usó su poder y un rayo salió de sus manos y golpeó mi cuerpo, causando una pequeña descarga eléctrica que hizo a mi cuerpo temblar.

Me recuperé y la miré enojada.

- Idiota - exclamé -. ¿Qué mierda crees que ha...? - una descarga más.

Está vez su energía fue un poco más fuerte e hizo que cayera de rodillas contra el piso.

- Tienes que detener la energía de Ocho antes de que choqué contra tí - papá explicó de lo más normal.

- ¿Y no pudiste explicarme hace dos golpes? - solté mientras me incorporaba.

- Tienes que ser rápida, más que Ocho - exclamó.

- Lo dudo, papá. Solo mírala, es tan lenta - Dalia se burló.

Sus palabras solo sirvieron para que mi ira creciera.

- ¿Eso crees? Lanza otro rayo - la reté.

- ¿Segura, Nueve? No quiero lastimarte - se burló haciendo un puchero.

- Ponme a prueba - alcé una ceja.

Se alejó y se preparó, su poder se activó y la electricidad chocó contra mi cuerpo. Lo volvió a intentar y traté de evitar el impacto sin éxito alguno.

- Puedo seguir. Esto me divierte - dijo burlona.

Cuando la energía estaba apunto de chocar contra mi cuerpo la detuve con mis mano y en un movimiento rápido creé una bola de energía.

Dalia frunció el ceño y sonreí victoriosa.

- Mi turno - hablé y le lancé la pequeña bola de energía. Está chocó contra su cuerpo y Dalia se tiró al suelo unos cuantos metros lejos de donde estaba.

Miré a papá y él asintió, orgulloso.

- Se terminó el entrenamiento - indicó y salió de la habitación.

Cinco corrió hacia ella y se inclinó para ayudarla. Cuando estuvo completamente de pie me miró enojada.

- Lo siento, ¿te lastimé? - pregunté con sarcasmo.

- ¿Con esa inútil energía? Claro que no - soltó.

- Lo dudo - sonreí.

- Eso estuvo estupendo - Diego me felicitó y rodeó mis hombros con su brazo, estrechandome contra él.

Caminamos un poco y mi mirada conectó con la de Cinco, tenía la preocupación impresa en sus ojos, pero algo más se instaló cuando me miró.

- Te lo dije, Dalia. No eres mejor que TN - Diego le recordó algo.

- Creo que se te acabó la fama - Klaus sonrío con satisfacción y los tres salimos de la sala de entrenamiento.

Li dí una última mirada a Cinco y él solo se resistió y desvió la vista hacia su novia.

Seguimos caminando sin rumbo alguno por los pasillos, solo reíamos y hablabamos sobre como había logrado usar mi poder y como poco poco volvía a normalidad.

- Pronto volverás a las misiones, te lo aseguro - Diego me miró desde su altura, aún con su brazo en mi hombro.

- Eso espero - dije sintiéndome un poco cómoda por su tacto.

- Oigan, par de tortolitos. ¿Podemos ir a comer algo? Muero de hambre - Klaus se quejó mientras se tocaba el estómago.

Diego y yo nos removimos un poco por la forma tal peculiar de Klaus de llamarnos.

- Claro, solo... - mis palabras quedaron a la mitad cuando una voz más se unió a la plática.

- ¡TN!

Nos detuvimos y giré mi cuello, Cinco se acercaba a nosotros a pasos rápidos y con la respiración un poco acelerada. Cunado llegó con nosotros me solté del agarre de Diego por instinto y me alejé un poco.

- ¿Qué pasó? - pregunté.

- Solo quería felicitarte por tu entrenamiento, me alegra que tus poderes vuelvan - dijo un poco decaído.

- Gracias, creí que estarías enojado por hacerle daño a tu novia - contesté.

Se quedó callado sin saber que más decir.

- Quería agradecerte - agregué.

- ¿Por qué?

- Por esa pista que me diste el otro día, de verdad fue de mucha ayuda. ¿Pero como sabía que estaba buscando? - cuestioné.

- Supuse que sentirías curiosidad por Dalia y que querías buscar su archivo, algo que no está en la oficina de papá - dijo.

- ¿Sabes por qué lo guarda en ese cuarto? - Diego se unió a la plática.

- No lo sé, muchas cosas cambiaron desde la llegada de ella - Cinco se encogió de hombros.

- Demasiadas - Klaus habló con demasiada exageración, mirando a Cinco, cómo si le reclamara algo.

Él se removió y desvió la vista y la posó en mi.

- Tengo que irme.

Se tele-transportó y los tres nos miramos confundidos.

- Que raro.

- Si..

- Bueno ahora vallamos a comer algo - Klaus nos interrumpió.

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Dí presente si llegaste al final

Perdón por tardar en actualizar, estos días me he sentido un poco mal. Pero ya volví :)

¿Cómo les parecío?

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Con amor, Esme

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