8. Después de su llegada

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- Mis poderes no han regresado. Y aún no e logrado recordar algo - me quejé mientras miraba a mamá.

- Te dije que regresarían con el paso del tiempo, no en días, solo sé paciente, cariño - explicó -. Y tu memoria regresará, te lo prometo.

- Me siento una inútil. No ayudo en la academia, es como si siguiera en coma - hice un puchero.

- Me ayudas a mi.

- No lo tomes a mal, mamá. Pero prefiero estar con mis hermanos a la hora de las misiones y no aquí solo a esperar a que regresen.

- Cuando tú padre vea que ya estás lista volverás.

Me quedé en silencio y mamá se volteo hacia mi y me tendió una charola.

- ¿Galletas?

- Uy, si.

Tomé una y le dí una mordida, las galletas de mamá sin duda siempre serían las mejores.

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Las puertas de la academia se abrieron y mis hermanos emergieron de esta, entraron con unas sonrisas en sus rostros y papá detrás de ellos.

Llegaron hasta mi y Klaus me abrazó.

- Te extrañe - dijo contra mi cuello.

- Yo igual, hice con mamá las galletas que tanto te gustan - informé mientras le correspondía el abrazo.

Se separó de mi y sus ojos destellabán emoción.

- ¿De chocolate?

Asentí.

- ¡Vamos! - tomó mi mano y juntos corrimos hasta la cocina.

- ¡Esperen, yo también quiero! - gritó Diego detrás de nosotros.

Una vez en la cocina las manos de Klaus fueron ágiles y tomaron la charola con las galletas, fue rápido en llevarse una a los labios y darle una mordida.

- Dame tonto - Diego le arrebató el plato y también tomó una galleta.

- ¡Oye son mías! - le reclamó Klaus.

- ¡No lo son! - se defendió Diego.

- ¡TN las hizo para mi!

- ¡No es cierto! ¿Verdad? - me miró.

- Son para todos - contesté.

- ¿¡Lo ves!? Son mías - y tras decir eso Klaus le arrebató el plato a Diego.

Mi hermano solo rodó los ojos y evitó el seguir discutiendo con Klaus.

- ¿Cómo les fue? - dije.

- Bien, Diego le encajó un cuchillo en el hombro a un ladrón - contestó mi pequeño hermano, mientras degustaba una galleta.

- Lo que dijo él - Diego habló -. Estuvieron apunto de dispararle a Cinco, pero llegó Cruella y lo evitó.

- Primera cosas que le agradezco a esa chica - dijo Klaus con la boca llena de galleta.

Reí.

- ¿Por qué les cae tan mal? - pregunté.

- Por todo.

- Por todo.

Ambos dijeron al unisono, encogiéndose de hombros.

- Habló en serio. ¿Qué les hizo para despreciarla tanto?

Ambos simularon pensar y se miraron sin saber que decir. O lo sabían pero no querían decirme, una de dos.

Volvieron su vista a mi y alcé las cejas esperando alguna respuesta.

- Muchas cosas cambiaron en la academia después de su llegada. Pasaron cosas extrañas - comentó Diego.

- ¿Qué cosas?

- Dile - miró a Klaus.

- Cuando supimos que habías quedado en coma, todos nos deprimimos, pero más Cinco - comenzó a explicar -. Siempre iba a visitarte después de las comidas y antes de irse a dormir. Pero lo dejó de hacer unos meses después. Fue cuando comenzó su relación con Dalia.

- Simplemente me olvidó, es todo - me encogí de hombros.

- No es solo eso, Klaus tenía muchos dolores de cabeza siempre al despertar y tras de eso recuerdos contigo - Diego insistió -. Varios recuerdos, como si te hubiera olvidado.

- Duré semanas con esos dolores, hasta que un día simplemente desaparecieron. Lo más raro comenzó cuando le preguntaba a los demás de ti y se quedaban callados - Klaus miró la entrada de la cocina asegurándose que nadie estaba cerca -. Fue como si todos en la academia te hubieran olvidado. Tenían pocos recuerdos de ti, pero no lo escencial.

- Es cierto, incluso Cinco. Un día Klaus y yo fuimos con él y le preguntamos que sería bueno regalarte para navidad - Diego explicó en tono bajo.

- ¿Y qué les dijo?

- No sabía quién eras - terminó Klaus por él.

Fruncí el ceño y callé, yo también tenía pocos recuerdos con Cinco, pero lo recordaba, tenía los recuerdos suficientes para saber que él es mi mejor amigo, o lo era.

- Entonces creen que Dalia tiene algo que ver - logré articular.

- No estamos seguros. Pero algo le hizo a los chicos, incluyendo a papá.

- ¿Cuál es el poder de Dalia? - cuestioné.

- Electricidad, la controla y puede darte pequeñas cargas eléctricas - contestó Diego.

- Si creen que Dalia hizo algo, necesitó un segundo poder, con la electricidad no puedes borrar memorias - dije.

- ¿Qué propones entonces?

- Entrar a la oficina de papá para buscar respuestas, tiene los registros de nosotros, dudo que no tenga el de ella - informé.

- Papá nunca nos dejará entrar a su oficina - exclamó Diego.

- Olvidas con quién estás hablando mi querido hermano - sonreí con suficiencia.

- Tiene razón. La única que a logrado convencer a papá es TN. Tú tranquilo Diego - Klaus palmeó el hombro de su hermano -. Ella tiene un plan.

- ¿Lo tienes? - Diego me miró alarmado.

Pensé un segundo y después volví la visita a él.

- Lo tengo - afirmé segura.

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Con amor, Esme

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