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Chapter XVII. Sí, ya soy fuerte | Parte II.

La tranquilidad que pueden brindar las personas que te hacen sentir seguridad y confianza no solo en ellos, sino que hasta en uno mismo son de las personas más valiosas que pueden existir. Durante todo este tiempo un par de jóvenes han luchado contra sus propios demonios incansablemente, cada uno por separado y con situaciones distintas, pero lo han hecho. La vida les ha puesto demasiadas pruebas que finalmente fueron capaces de superar y al tenerse uno al lado del otro, sus almas, espíritus y cuerpo ya no volverán a estar solos por mucho tiempo; la compañía y calidez que se dan hace que ambos corazones estén felices y en paz porque ahora todo el dolor sufrido será capaz de quedar en el olvido, en las memorias y por fin, construir nuevos pero felices.

Jeon Jungkook se encontraba llegando a su hogar cerrando la puerta de entrada a sus espaldas, ya que no pasaban de las nueve de la noche sus padres se encontraban en la sala de estar que al verlo ambos se miraron para después regresar su mirada hacia su hijo. Al verlos mirarlo con esa sospechosa y confusa mirada sonrió tímido ¡Su hijo llevaba ropa de Kim Taehyung encima! ¿Qué más podría significar? El más alto negó —No piensen mal, se me derramó bebida y yo —sus padres soltaron una carcajada al ver la forma en la que pensaba para inventarles alguna excusa al respecto. Dong-sun sonrió acercándose a él.

—No pasa nada si es lo que pensamos hijo, simplemente deberíamos ya sabes —Jungkook lo miró con miedo y vergüenza—, hablar de protección y todo eso —las mejillas del menor se tiñeron de rosa fuerte haciendo que sus padres sonrían con ternura.

—Papá... —llamó en súplica para que se detuviera, estaba siendo tan vergonzoso.

La señora Jeon se levantó de su lado para apartar a su esposo, tomar a su hijo del brazo y arrastrarlo con ella al comedor pisándoles los talones su padre. La cena estaba bien acomodaba sobre la mesa y aún olía delicioso significando que realmente lo estaban esperando —Huele delicioso —expresó el pelinegro al ir a lavar sus manos en el fregadero, al regresar su vista a sus padres lo miraban acusatorios, aunque no por la ropa que lleva encima, sino por no haber llegado a casa la noche anterior y dejarlos preocupados después de esa corta llamada por la mañana. Jungkook los miró y suspiró despacio recargándose en la barra y metiendo sus manos a las bolsas de esa bonita sudadera azul pastel.

—Tae tenía un problema y no podía dejarlo solo —confesó mirándolos a los ojos cuando los propios se mantenían de color cian estando tranquilo de poder contarlo después que todo haya finalmente terminado para su novio. —Papá —mencionó cambiando de tema antes de proseguir con ello—, sé que aún no puedo tener un auto, pero ¿Podrías adelantarlo un poquito más? —pidió haciendo ademanes con su mano en ese poquito.

Sus padres se miraron. Ya lo habían hablado semanas atrás que hasta que él se graduara tendría un tan ganado auto, Dong-sun suspiró —¿Para qué necesitas un auto, hijo? ¿Qué no habíamos quedado en las fechas de tu regalo? —preguntó cruzando sus brazos tranquilamente estando recargado en la pared cercana mientras le daba una rápida mirada a su esposa.

El menor asintió —Lo sé, pero —hizo una pausa antes de continuar mirándolos a cada uno— lo necesito para llevar y traer a Taehyung a salvo —la sorpresa en el rostro de sus padres le hizo tener ligera vergüenza ante sus palabras. Pero se esfumó al escuchar a su madre.

—Es comprensible que quieras cuidar del chico que te gusta —dijo sin dejar de ver a los ojos a su hijo el cual demostraba sorpresa por ese chico que te gusta, sonrió mordiendo su labio inferior ocultando la gran sonrisa que estaba amenazando por salir al recordar que ahora no solo es su mejor amigo. Y es que su madre ha dado en el clavo con ello, le gusta más que nadie; jamás alguien le ha llegado a gustar como él, es más, nadie le ha siquiera llamado la atención ¡Es que ese pelirrojo es una preciosura!