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Baekhyun intentaba conciliar el sueño sin éxito. Había estado dando vueltas en la cama por más de veinte minutos, y cada vez que cerraba, la imagen de ChanYeol aparecía y lo obligaba a despertarse. Estaba molesto consigo mismo por permitir que su presencia lo atormentara. Se había prometido ser fuerte y no ceder ante sus sentimientos, pero estaba fallando.

Sus emociones estaban divididas por la llegada del alto. Por un lado, estaba feliz de verlo sano y salvo, deseando abrazarlo y contarle lo mucho que habían crecido los niños. Quería compartir todas las anécdotas acumuladas a los largos de los años y destacar lo mucho que se parecían a él en muchos aspectos. Pero, por otro lado, tenía miedo de que sus hijos salieran lastimados si permitía que acercarán a él. No estaban preparados para sufrir una desilusión; Baekhyun podría soportar ser abandonado una y mil veces, pero no quería que sus niños pasaran por eso.

—Papi...— la puerta de la habitación de Baek se abrió, mostrando al pequeño Chanhyun con sus ojitos vidriosos y su voz temblorosa.

— ¿Que paso, cariño? —preguntó con dulzura— ¿Tuviste otra pesadilla?

El niño asintió y se acercó para acurrucarse a su lado en busca de consuelo. Baekhyun acarició suavemente la cabeza del niño susurrándole que todo estaría bien, que mientras él estuviera a su lado nada malo les sucedería. Sonrió al verlo dormirse con esa dulce expresión que conocía tan bien. Muchos notaban el parecido entre Chanhyun y él cuando era pequeño, pero Baekhyun notaba los gestos y detalles que tanto le recordaban al padre del niño. Sus gestos al llorar, los suspiros al dormir e incluso la necesidad de estar cerca de él todo el tiempo.

Se sentía agradecido por tener a sus hijos a su lado, eran un regalo que le había ayudado a lidiar el dolor que le ocasionó abandono de Chanyeol.

La imagen del alto volvió a cruzar por su mente, imaginando como habrían sido las cosas si no se hubiera ido. Se lo imaginó acostado a su lado, susurrándole una hermosa canción a su hijo, como solía hacer con Baekhyun antes de dormir. Limpió sus lágrimas y se acomodó en la cama. Ya no valía la pena pensar en lo que podría haber sido. Chanyeol había tomado la decisión de sacarlo de su vida, y él respetaría esa decisión.

A la mañana siguiente, se levantó temprano con una determinación renovada. Sabía que tenía que mantenerse fuerte y enfocado en su papel como padre. Preparó el desayuno para los niños con una sonrisa en el rostro, dispuesto a hacer de aquel día mejor que el anterior. Mientras sus niños parloteaban sobre alguna travesura que habían hecho el día anterior, preparó sus mochilas para llevarlos a la escuela. Chanhyun se acercó y tiró de su pantalón buscando llamar su atención.

—¿Qué pasa, cariño? —preguntó, suavizando su voz al escuchar la demanda de su hijo.

—Quiero leche chocolatada— Exigió como solía hacerlo.

Baekhyun abrió el refrigerador y sacó dos botellas pequeñas del producto. Le entregó una al niño y guardo la otra en la mochila. A su pequeño le encantaba la leche chocolatada y siempre exigía beberla por la mañana, después de regresar de la escuela y antes de dormir.

—Bien, ya nos vamos—dijo mientras tomaba la mano de sus hijos y salía del departamento.

Dejó a los niños en la escuela y corrió para llegar a la tienda donde trabajaba. Su jornada laboral era rutinaria: atender a los clientes y organizaba los productos en los estantes, esforzándose por mantener una sonrisa en su rostro. Durante el día, se esforzó por no permitir que las emociones negativas lo afectaran. Necesitaba mantener a Chanyeol y sus preocupaciones fuera de su mente por unas horas más.

Sin embargo, su corazón se aceleró cuando escuchó la campanilla de la puerta de la tienda sonar, y al levantar la vista, vio a Chanyeol, quien aún no se había percatado de su presencia. Contuvo la respiración mientras lo observaba moviéndose por la tienda. Su mente se llenó de emociones encontradas; deseaba huir del lugar para no enfrentarlo y a la vez deseaba acercarse y preguntarle como había estado todo ese tiempo. Finalmente, Chanyeol llegó a la caja, levantó la mirada y sus ojos se encontraron. Hubo un instante de silencio tenso antes de que pusiera en la cinta una caja de leche chocolatada y un paquete de galletas saladas.

Desde que te fuiste [Chanbaek]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora