HOY: EL ALMOHADÓN DE PLUMAS

Comenzar desde el principio
                                    

—Lo sé— asintió —No he soltado una lágrima en su delante, no quiero asustarla.

—Si necesitan algo tu y tu familia... solo pídelo y no dudes en contar conmigo— le di un apretón.

Santiago me sonrió una vez más y me abrazó. No le podía decir de lo mío con Simón, no podía, ahora lo único que él necesitaba era mi apoyo, nada más. Yo sabía que llegaría el momento indicado para hablar con él, pero definitivamente no era este y sabía que Simón lo entendería, no había manera de que no lo haga. Solo teníamos que esperar un poco.

—¿Te puedo pedir un favor?— asentí —Que esto no salga de aquí, no quiero que nadie lo sepa.

Asentí una vez más —Por supuesto, no diré nada.

—Gracias.

Puse una cara de pánico cuando se acercó a mi, me preocupé de solo pensar que iba a besarme, pero lo único que hizo fue dejar un beso en mi mejilla, algo que me hizo soltar un suspiro de alivio.

Estaba por decirle algo, pero sonó la campana y los demás comenzaron a ingresar. Simón nos vió cerca con el ceño fruncido, pero creo que vió la expresión de Santiago porque no me dijo nada y Sebas solo lo jaló para que se sienten juntos. Le diría después.

Después de eso, la hora se paso rápido y la salida se hizo presente. Santiago se despidió con una sonrisa de mí y le respondí el gesto antes de verlo partir. La presencia de Simón a mi lado llamó mi atención, se acomodó la mochila y esperó a que todos salgan del salón para sostener mi mano.

—¿Le pasó algo? Parecía serio. ¿Le constaste?

Negué con una mueca —No pude decirle, no puedo hacerlo.

—¿Por qué no?

—No está pasando por un buen momento, ahora lo que menos necesita es ponerse mal— le respondí y solo recibí una mirada de confusión —Tiempo, solo necesito eso, por favor.

Soltó mi mano —¿Estás terminando conmigo?

—No— me apresuré a responder —No, mi amor, yo me refiero a que necesito tiempo para decirle sobre nosotros y básicamente terminar con él. Bueno, no estamos juntos, pero sabes a lo que me refiero.

Simón suspiró —Está bien, ¿pero le pasó algo?

—No exactamente a él— hice una mueca —Mira, le prometí no contárselo a nadie, pero te lo diré a ti si prometes no decírselo a nadie más

—Está bien, te lo prometo.

—Su hermanita está muy mal— le conté —Y no me armé de valor para decirle de lo nuestro porque no siento que sea lo correcto ahora. No sé, lo vi mal.

Asintió —Te entiendo— rodeó mi rostro con ambas manos —No te culpo, mi amor, enserio. Podemos... podemos esperar un poco más, yo confío en vos, ya te lo dije antes y te lo repito ahora.

¿Podía ser más lindo? Me sentía muy afortunada y había hecho lo correcto al enamorarme de él. No se si era perfecto, probablemente no, pero la niña que vivió en mí alguna vez, que toda su vida soñaba con tener un príncipe, estaría feliz de saber que tenía al mejor chico de todos, al más lindo y comprensivo.

—Gracias, principito— le sonreí, dándole un beso.

Sonrió —¿Principito?

—Sí, principito— repetí —Gracias por comprender.

De pronto, se escuchó un carraspeo y nos giramos a ver de quién se trataba. Era Sebastián.

—Siento si los interrumpo— Sebastián entró con su típica sonrisa de siempre —Che, Simón, Nacho nos necesita para llevar unas cosas a la casa de Melody, ¿te apuntás?

Midnights ✨ || Casi ÁngelesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora