VIII

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Dante apretó los dientes y permaneció así, callado, durante los próximos cinco minutos. Las emociones contrariadas que sintió le recordaron aquella oscura tarde en que había manejado la camioneta turística por última vez.

Aquella vez, también se había mantenido en un tenso silencio.

Si bien había sabido que era un sinsentido realizar el recorrido cotidiano al no haber pasajero alguno, de todas formas lo había hecho. Había sido como una especie de despedida entre él y sus lugares favoritos, entre él y sus rincones de arte de su ciudad.

¿De qué se despedía ahora?

El ladrón también mantenía la boca cerrada, aunque emitía quejidos molestos. Hacía esfuerzos por mantener su cuerpo controlado, sus heridas contenidas.

Prrrfff.

En ese esfuerzo dejó salir una flatulencia.

No. ¡No! No la escuchó. No y no.

Dante estaba decidido a que nada ni nadie pudieran interrumpir este clima de solemnidad.

Nada.

Nadie.

Respiró hondo para concentrarse. Para relajarse. Y al exhalar descubrió una sensación diferente a todas las experimentadas aquella tarde de despedida de su trabajo favorito.

Era una... especie de mezcla de fatiga, pesar... y bronca. Mucha bronca. ¿Esas sensaciones?

El Brayan se había cagado en el asiento de atrás, y el remisero recordó que sería él el encargado de lavar el auto.

Así que hizo un esfuerzo aún más grande por bloquear todos esos pensamientos y enfocarse en el recuerdo grave y solemne de su último viaje con su querida camioneta turística. Otra vez.

Era una oscura tarde y Dante apretaba los dientes y permanecía en silencio mientras manejaba.

Apenas giró un par de veces al pasar al lado de los institutos, casas, esquinas memorables, el bar donde Marcela "multiplicó las cervezas", el edificio donde Ariosto descubrió y asesinó a los mosquitos gigantes, las calles donde Tarufetti retrató fragmentos de vida de su barrio, los cafés donde se compusieron canciones y poemas.

Todos esos monumentos permanecerían desconocidos, sin alguien como él que los recordara o explicara su trasfondo.

Desde ese día en adelante, esos monumentos quedarían ocultos, sepultados bajo una polvareda de ignorancia.

Tres personas que salvaron el mundoWhere stories live. Discover now