XVI

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-Santi... Santi, despertate. No hagas ruidos.

-Mmm... emm... ¿Eh...?

-Shhh... que no hagas ruido. Escuchame...

Segunda despertó a su hijo en el medio de la noche.

Le explicó que tenía que escapar.

-¿Ehh... mmm... quée...?

No había tiempo. Tenía que hacerle caso. Sin preguntas. Algo muy malo pasaba con los tíos. No había tiempo para explicarle, ni para que entendiera.

Hablaba extremadamente bajo, y aún así, tenía terror de que la escucharan.

Le dijo que él tenía que salir por la ventana sin hacer ruido, llegar hasta la calle y desde ahí correr hacia la dirección desde donde llegaron, hasta llegar al pueblo. En el pueblo, buscar una comisaría. Y en la comisaría decirles que fueran a buscarla, que ella estaba secuestrada.

-Pero, mamá...

-Y te quedás en la comisaría hasta que yo vuelva. ¿Entendido? ¿Entendido?

Tenía que confiar en ella. Era una cuestión de vida o muerte.

Santi estaba asustado, pero obedeció.

Se despidieron con un abrazo conmovedor.

El chico se vistió rápido y en silencio, y Segunda se quedó sola en la habitación.

Simuló la presencia de su hijo con unas almohadas debajo de la frazada. Si en una de esas, entraba su hermano o Cristina, les iba a poder decir que Santi dormía, que no lo despertaran. Por eso no escapó, para ayudar a su angelito, para darle más tiempo, más chances de lograr escapar de este infierno.

Tres personas que salvaron el mundoحيث تعيش القصص. اكتشف الآن