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TRES AÑOS ANTES...



Esta camioneta era ideal.

Su novia le hizo bromas acerca de que el color iba a combinar con esa boina blanca nueva. Era algo que usaría un artista o un hombre refinado y culto. Él era lo segundo.

Pero la camioneta era muy cara, señalaba ella.

Pero era una inversión, un emprendimiento, explicaba él. Esa plata la iban a recuperar con su trabajo como guía turístico.

"Un paseo con Dante" sería el eslogan. Ya tenían preparados panfletos y un proyecto de publicidad por las redes sociales.

Además, sin tocar el tema económico, éste era su sueño.

Dante amaba el arte. Amaba contemplar obras maravillosas y los lugares donde sucedieron, amaba la historia, amaba estar repleto de conocimientos sobre estos asuntos.

Y también amaba la idea de ayudar a los demás.

"El arte puede salvar el mundo" sentenciaba a modo de justificación para tan riesgosa inversión.

Si todas las personas tuvieran más cultura, si conocieran más sobre literatura, sobre pintura, arquitectura, música, cine, el mundo claramente sería un lugar mucho mejor. Habría menos violencia, menos ambición, más solidaridad. Eso, más solidaridad, porque los que aman el arte son personas más solidarias que alguien común y corriente.

Habría más humanitarismo.

Dante estaba absolutamente seguro de esta decisión, por lo que no dudó ni un segundo en destinar cada uno de los billetes ahorrados a lo largo de los últimos años para comprar la camioneta.

Este Dante podía parecer diferente al actual. Sin embargo, no lo era. Resultaba que en temas de arte, él no dudaba.

Era un soñador.

Era optimista, quizás demasiado.

Con este emprendimiento iba a reducir la delincuencia de su barrio, sí cómo no. Y con el tiempo su ejemplo se iba a extender e implementar en otros barrios y luego en otras provincias, y luego a otros países y finalmente a todo el mundo. Y así, un simple trabajo de paseos turísticos iba a transformar a la humanidad.

Y él se iba a volver rico, por supuesto. Si bien éste era un dato secundario, el factor riqueza estaba presente porque algo debía recibir a cambio de su aporte. Además, los turistas pagaban con monedas extranjeras, que eran más valiosas que la nacional.

Había calculado que el valor de la camioneta más los gastos fijos, lo cual era un número considerable, le llevaría un año y medio saldarlo con solamente seis pasajeros por día de trabajo. Y si en lugar de seis, tenía más, pues aceleraría la bonanza.

Era un sueño, pero Dante estaba muy seguro.

Estaba tan seguro, que invirtió todos sus ahorros y todo su tiempo y todo su esfuerzo y también tiempo y esfuerzo de su novia quien lo ayudó al comienzo.

Pero al año y medio siguiente, a causa de las deudas y la falta de clientes, tuvo que vender la camioneta y empezar a trabajar de remisero.

Tres personas que salvaron el mundoWhere stories live. Discover now