Capítulo 10

9 3 0
                                    

Al día siguiente, durante el descanso de la comida, Rin le contó a Miku lo que sucedió anoche.

     —¿¡TE DESMAYASTE!?

     —¡Shhh! —la manda a callar la rubia.

     —Lo siento... ¡Pero esto es serio! Te está afectando hasta ese punto...

     —Lo sé. Hoy me desperté con un dolor de cabeza tan fuerte que casi no vengo a clases.

     —Tenemos que hacer algo para encontrar a Teto, tal vez pueda revertir el efecto de lo que te hizo.

     —Definitivamente no pienso parar hasta encontrarla, pero no sé por dónde empezar...

     —¡Ah, ya sé! —exclama la pelimarina, ocasionando que con el movimiento de su brazo se cayera un brick de bebida vegetal desde la mesa.

Como si tuviera reflejos felinos, Rin alza su brazo y los tres somos testigos de como el brick queda flotando en el aire por los poderes telequinéticos de la rubia. Esta lo regresa rápidamente a la mesa, antes de que nadie más lo note y se convierta en un problema.

     —¡¡HALA!! ¿¡CÓMO HAS HECHO ESO!? —grita Miku, como si le fuera la vida en ello.

     —No lo sé... Es la primera vez que lo hago. ¿Es por los nuevos poderes? —pregunta, mirándome.

     —Sí. Te has convertido en una vampira muy fuerte. Estoy orgulloso.

Pocas veces pasaba, pero a Rin le dio algo de vergüenza. Era extremadamente linda cuando ponía esa expresión. Intentaba colocar su rostro de forma que su gran flequillo lo tapara.

     —Ah, Miku, ¿qué ibas a decir?

     —¿Yo? —pregunta, señalándose a sí misma, pensando durante varios segundos con mucha intriga—. ¡Ah! Iba a decir que podríamos probar a ir a la fábrica abandonada de nuevo. Tal vez allí encontremos alguna pista de dónde puede estar Teto.

     —Mm... Lo pensé, pero no quiero que Len vuelva allí, también es demasiado peligroso para ti porque eres humana, y no me siento segura yendo yo sola.

     —¡Me da igual que sea peligroso! Es decir, no me da igual... pero es importante encontrar a Teto. No dejo de pensar todo el día en qué puede estar haciendo. Ya han pasado casi dos semanas. ¡Está decidido! —proclama la de dos coletas, levantándose de su sitio, ocasionando que el brick de antes cayera, esta vez sí, al suelo—. Este fin de semana iremos de nuevo, los tres.

Ninguno de los dos pudimos llegar a negarnos a la terca idea de Miku. La hora de salida llegó y fuimos tomando caminos separados en cuanto era necesario para volver a nuestros respectivos hogares. Miku era la primera en separarse, y luego Rin y yo.

     —Hasta mañana —dijo ella.

     —Hasta mañana... —respondí yo, forzando una sonrisa.

Últimamente mi cabeza estaba en las nubes, pero he estado ocultándolo. Espero que las chicas no se hayan dado cuenta. Con Miku no sé, pero Rin puede llegar a ser muy observadora. Siempre se fija en los detalles, y últimamente es como si tuviéramos una fuerte conexión. No quiero transmitirle mi malestar.

Tomé el mismo camino de siempre, con paso ligero, esquivando los grupos de personas y aprovechando al máximo los resquicios de sombra.

Mis pasos comenzaron a hacerse más rápidos e inseguros conforme pasaban los minutos casi sin darme cuenta. Mi visión periférica comenzaba a fallar y los objetos se emborronaban. Mi respiración se mezclaba con todos los demás sonidos, como la gente hablando, los coches en la distancia o el viento azotando los árboles. Todo parecía demasiado. Corrí al sentir que alguien me perseguía. Ni siquiera me atreví a cerciorarlo.

Alguien podría estar acechando, como aquella vez. Alguien podría salir de cualquier sitio. Atraparme, raptarme, torturarme... Todo parecía un peligro inminente. Cada sombra, forma, persona, luz, poste, árbol...

De pronto, una mano en mi hombro me sobresalta. Me giro bruscamente.

     —¡¡¡Aaahh!!!

     —¡Len! —exclama Rin, la dueña de aquella mano, también asustada por cómo yo había reaccionado—. ¿Estás bien? Te has convertido en vampiro...

No me di cuenta. La rubia atrae mi rostro hacia su pecho y acaricia mi cabeza, cubriendo mis orejas puntiagudas. Me sentí protegido por fin. Con ella a mi lado, nadie podía hacerme daño, ¿verdad?

Tras tranquilizarme un poco, se separa de mí.

     —Se me había olvidado devolverte esto —dice ella, sacando un libro de su maletín.

     —Ah, gracias... —respondo, cogiéndolo y guardándolo.

     —¿Te acompaño?

     —No.

     —¿Seguro?

No. No quería que Rin se fuera, pero, ¿qué se supone que iba a decirle? Ya no era un niño, podía ir solo desde el colegio hasta mi casa. O más bien, siendo sincero, no podía. Ya no.

Rin se quedó ahí, esperando una respuesta por mi parte pacientemente, mostrándome sus grandes ojos celestes que me transmitían tranquilidad. Bajé el mentón y, con labios temblorosos, pronuncié:

     —Acompáñame a casa, por favor.

Se acerca a mí y agarra mi mano con firmeza. No la movió de ahí en todo el camino.

【Paraguas 3】☂ RiLenWhere stories live. Discover now