Capítulo 6

13 3 0
                                    

Nos encontrábamos de nuevo en la fábrica abandonada. Ya era de madrugada y el cielo estaba aún más nublado que antes. Ambas habíamos mentido a nuestros padres diciendo que nos quedaríamos a dormir en casa de Len para no preocuparlos.

     —Recuerdas el plan, ¿no?

     —Perfectamente —responde la peliazul.

La última mencionada se dirige a la parte trasera del establecimiento. Mientras, yo me dirijo a la puerta que ingresa a este. Estoy a punto de entrar, mas un estruendo me paraliza por completo.

Algo acababa de aterrizar a pocos metros de mi cuerpo. Había niebla y oscuridad, no se veía bien. Incluso haciendo uso de mis sentidos vampíricos no era capaz de discernir qué o quién era aquello.

Una figura misteriosa estaba dando firmes pasos en mi dirección. Iba sin prisa, pero sin pausa. La silueta se hacía cada vez más nítida: parecía un pájaro gigante, o más bien un murciélago. Era una persona con grandes alas puntiagudas y ojos brillantes de color dorado.

Me convertí en vampira casi sin quererlo, haciendo crecer mis uñas con rapidez para atacar al secuestrador o a cualquier cazador que se presentara.

De pronto, un rostro conocido se asoma entre la tenebrosidad.

     —...¿Len?

     —¡Rin!...

Este se acerca a mí y me abraza. Quedé convertida en hielo. Fue como abrazarlo después de cien años. No lo había reconocido al principio. Era él, pero parecía alguien totalmente diferente. Con aquellas alas tan grandes se veía como si gobernara a todos los vampiros.

     —¿Q-qué?... ¿Qué te ha pasado?

     —Ha sido la ponzoña.

     —¿La ponzoña?... ¿Lo que tenemos los vampiros?

     —Sí. Rin, tú también puedes ser como yo. Muérdeme.

     —¿Qué? ¿Por qué?

Len sostenía mis manos con delicadeza en todo momento. Aún no podía creer que era él quien estaba frente a mí. El ambiente lo hacía ver aún más tenebroso, pero no me daba miedo, solo estaba sorprendida. Mucho. Parecía muy contento de verme, y sus ojos me distraían porque realmente parecían dos piedras brillantes.

     —Cuando conseguí escaparme de la celda, Teto me descubrió y rápidamente se dio cuenta de cómo había obtenido mis poderes, así que mordió a los dos hombres que estaban con ella.

     —¿Teto?...

Me sonaba mucho ese nombre, pero no sabía de qué.

     —Conseguí algo de tiempo enterrándola entre varias cajas, pero estoy seguro de que me está buscando ahora mismo. Tienes que hacerte fuerte conmigo. Yo solo no puedo contra ella —dice, apegando más mis manos a su pecho.

     —N-no entiendo nada... ¿Quién es Teto? ¿Y cómo conseguiste escapar?

     —No hay tiempo ahora. Te lo explicaré más tarde. Muérdeme, amor.

Pronunció aquella petición con mucha dulzura, acercándose a mis labios.

     —Pero no quiero hacerte daño...

     —Lo aguantaré. Además, así estaremos en paz.

Mis ojos empezaron a humedecerse. Había estado tan preocupada por él, y ahora lo tenía justo en frente... Sentía que podía desmayarme.

     —Len... Te he echado tanto de menos... —susurré en una voz temblorosa.

     —Estoy bien. Estoy más fuerte que nunca.

Mis ojos rojos derramaban lágrimas que el vampiro rubio limpiaba con sus pulgares mientras me mostraba una sonrisa tranquilizadora. Nuestros labios se fueron acercando poco a poco, hasta chocar y fundirse, como cuando la nieve se convierte en agua.

Sus gélidas manos se deslizaban por mis curvas, hasta acabar en mis pómulos. La paulatina pasión se colaba entre nuestros jadeos.

Len inclinó su cuello hacia mis labios. Lo mordí con la mayor suavidad posible. No fue una mordida brusca. Mis colmillos atravesaron su carne con facilidad y salieron de ella en pocos segundos. Por supuesto que Len estaba dolorido, pero su rostro se llenó de orgullo al ver que ahora mis ojos parecían dos manzanas doradas, y aquellas alas majestuosas que acababan de brotar de mi espalda.

     —¿R-Rin?... —pregunta una temerosa voz—. ¿M-me das la señal o...?

Unas manos agarrando una sartén se asoman por detrás de la pared, y luego una figura femenina que se queda de piedra tras vernos a los dos.

     —¿¡L-LEN!?

Antes de poder mediar palabra, un ruido muy estruendoso proveniente de dentro de la fábrica nos alerta. Con precisión, el vampiro rubio carga a Miku en brazos, quien agarra con miedo su sartén cuando ve que empezamos a sobrevolar la ciudad con muchísima rapidez.

Logramos aterrizar en el jardín de la casa de Len. Los pies de la peliazul, aún temblorosos, tocan el suelo, y ella no deja de agarrar con fuerza el objeto de sus manos.

Otro ruido más nos alerta y de inmediato adoptamos nuestra forma humana. Al parecer, la persona que nos había descubierto no era nada más que la madre del rubio.

     —¡Len!...

La fémina corre junto a su marido a abrazar a su querido hijo, a quien creían que no podrían volver a ver.

Todos pasamos dentro de la casa y nos sentamos alrededor del acogedor kotatsu. Varios minutos pasaron y ya todos estaban más tranquilos. Llamé a Rana para avisarla de que habíamos rescatado a Len y de que estábamos a salvo. El rubio bebió mucha agua que su madre le ofreció. Miku había dejado por fin de apretar la sartén que tenía como arma.

     —Cariño... Sé que es tarde y estarás agotado, pero queremos que nos lo cuentes todo. ¿Qué ha pasado? —pronuncia la vampira mayor.

     —Fue todo obra de Teto. Hay que pararla.

     —¿T-Teto?... —titubea Miku.

     —¿Pasa algo?

     —¿Has dicho Teto? ¿Kasane Teto?

     —Sí... ¿Es que la conoces?

【Paraguas 3】☂ RiLenTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang