- No entiendo ¿tú eres...?

- ¡Sí! – una gran sonrisa estaba plasmada en sus labios, una que daba desconfianza – Yo era el de los mensajes, el de las llamadas, la mirada que sentías sobre ti cuando estabas en cualquier sitio, era yo quien te acechaba cuando menos te imaginabas.

No entendía nada, todo era muy confuso.

- Pero ¿Por qué?

Soltó una carcajada, se acercó a mí para quedar muy cerca de mi rostro y de la nada me besó, sentí como su lengua intentaba entrar en mi boca, forcejee para separarme de él, pero me tomó la cara haciendo su agarré más fuerte, entre abrí los labios y él sonrió pero lo que no se esperaba era que le mordí tan fuerte el labio inferior que terminó sangrando. Se separó de mí y me dio una cachetada tan fuerte que me desestabilizó.

- Me gusta lo rudo, pero no de esa manera, preciosa – se limpió y volvió a ponerse de pie – ¿Por qué lo hice? – llevó sus dedos a la barbilla como si estuviera pensando – ¿Es que acaso no te das cuenta de las cosas Valentina?

- ¿Qué mierda estas tratando de decir?

No podía ser lo que estaba imaginando, me negaba a que esa fuera la razón.

- Te amo – dijo como si nada – Siempre estuve enamorado de ti.

¿Qué?

- No es posible, tú amas a Isabella, siempre estuviste enamorado de ella.

- Nah – levantó el brazo restándole importancia – Ella nunca me importó, fui su novio para acercarme a ti, pero estabas tan cerrada en tu mundo, en tu baja autoestima y en tus cortes que nunca te diste cuanta en cómo te miraba.

No me impactó tanto el hecho de que estuviera enamorado de mí, si a eso se le puede decir amor, lo que me impactó fue, ¿Cómo sabia?

- ¿Cómo supiste de mis cortes?

- Fue fácil – tomó una silla que estaba a un lado y se sentó en ella – Te espié a través de tu ventana, quería comprender porque estabas así, entonces una noche me subí al techo de tu vecino y te vi cortándote, no tenías tantos cortes como ahora, pero eso nunca me impidió dejar de desearte.

Me miró de arriba hacia abajo y traté de taparme lo más que pude con la falda.

- Estas enfermo.

- Claro que no. – la alegría con la que hablaba me daba demasiada desconfianza – Yo te amo, siempre te amé, desde el primer momento en que te vi. – pero en su mirada algo se ensombreció y me arrimé hacia atrás hasta toparme con la pared de fondo – Pero tú nunca te diste cuenta, tuve que ser novio de la zorra de tu mejor amiga para que me vieras y ni así, quería acostarme con ella para imaginar que eras tú, pero la muy perra nunca se dejó. – odiaba que hablara así de Isabella, pero tenía que aguantarme la ira si quería evitar que me golpeara de nuevo – Ya no importa nada la verdad, porque ahora te tengo aquí, toda para mí.

Se acercó como un animal acechando a su presa quedando otra vez cerca de mi rostro y ahora de mi cuerpo.

- Ahora mismo me deben de estar buscando, mi novio me encontrará, yo lo sé – dije seria mirándolo a los ojos.

- No me hables de ese idiota, ya bastante me aguanté viendo cómo te besaba y te tocaba frente a mis ojos, pero – metió su mano entre mi falda, traté de que la sacara, pero me tomó de las muñecas y las puso arriba de mi cabeza – ahora estas aquí, y puedo hacer lo que quiera contigo, ya no eres virgen, no tienes nada que perder, – mis ojos se abrieron de par en par y su sonrisa se hizo más grande – claro que lo sé, te vi ayer con Derek, pero estabas tan ebria y el tan drogado que no se percataron cuando abrí la puerta, lo que no te imaginas, es que yo le vendía la droga a través de unos amigos. Todo este plan estaba pensado desde hace mucho Valentina, para que este desenlace ocurriera.

Lo que encontré en tiWhere stories live. Discover now