05 VALENTINA

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Estaba acostada en habitación mirando el techo, pensando en lo que había sucedido en los dos días anteriores, primero: la llegada de Natalie, y segundo: la gran imagen que me lleve al entrar al salón y encontrar a Sebastián follando con ella, creo que nunca había sentido tanto asco en mi vida.

Volver a verla era lo último que quería hacer.

La conocí cuando tenía diez años y Natalie tenía once por ese entonces, ella iba de vacaciones a donde sus tíos y por desgracia para mí, mis padres los conocían. Recuerdo haber ido a visitarlos y cuando me la presentaron me pareció una niña tierna, alegre, gentil... o eso pensé, ese fue mi más grande error.

Se podría decir que nos hicimos buenas amigas. Isabella nunca se enteró de ella porque Natalie me decía que no le dijera sobre nuestra amistad ya que se podría poner celosa y terminaría acabando con ella, yo era muy manipulable en ese entonces así que le hice caso. Pasaron dos años y comencé a notar que Natalie no me trataba tan bien como siempre lo hacía, me hacía hacer cosas que no quería, me decía cosas que para una niña de doce años no eran muy gratas de escuchar; desde ese momento pensé en alejarme de ella, pero cuando lo hacía de la nada comenzaba a tratarme como antes y yo de estúpida volvía a confiar en ella. Al año siguiente justamente a la mitad de las vacaciones comenzó a decirme que porque el dolor que sentía no lo liberaba de otra manera que no fuera llorar. Mi autoestima nunca fue la mejor, pero me mantenía de pie, mis compañeros de escuela se burlaban de mí, pero podía seguir adelante; hasta que simplemente un día estando las dos en mi habitación se levantó de la cama y así de la nada comenzó a insultarme como nunca lo había echo, me dijo cosas que nunca pensé que podría escuchar salir de su boca, me gritaba, me zarandeaba. Cuando se calmó me mostro una hojilla que tenía guardada en su pantalón y dijo:

- ¿Quieres liberar el dolor y la rabia que sientes en este momento? – me tomo la mano y abrió la palma de esta dejando el objeto –. Córtate, y cuando lo hagas te sentirás mejor.

- No lo hare, no pienso herirme solo porque tú lo dices.

- No lo hagas por mí, hazlo por ti, esa hojilla será tu aliada en estos momentos de desesperación que a partir de ahora serán muchos ya que cuando entres a la preparatoria todos sabrán lo ridícula que puedes llegar a ser. Nadie querrá ser tu amigo Valentina, solo hay que mirarte para saber que no eres especial, eres alguien al cual no vale la pena tener como amiga, con el simple hecho de tenerte a mi lado me das vergüenza. Supe desde el primer momento que te conocí que eras una persona estúpida e inservible, solo me hice tu amiga por lastima pero estoy cansada de serlo.

Sentí como la rabia se apodero de mí en ese momento, no quería seguir escuchando, quería que se fuera, no quería verla.

- Quiero que te largues de mi habitación y no me vuelvas a dirigir la palabra en tu miserable vida – no la miraba, solo le hice un ademan con la mano en dirección a la puerta.

- Claro que me iré, pero antes quiero recalcarte un tema en específico para que no te hagas daño a ti misma en el futuro – se acercó y me tomo de la barbilla para que la mirase –. Recuerda muy bien mis palabras, cada una de ellas Valentina. Nadie en la vida te vera con un sentimiento distinto que no sea desprecio, todos, a excepción de tu familia y tu amiguita Isabella, todas la personas que tienen el desagrado de conocerte te miran con un profundo asco; y no te ilusiones con algún chico – se incorporó y dio un paso hacia atrás –, ninguno tendrá el placer de conocerte y absolutamente nadie podrá enamorarse de alguien tan fea y sin carisma como tú, porque acéptalo Vale, eres horrible.

- ¡QUE TE LARGUES! – le lance una almohada pero la esquivo

- Recuérdalo siempre, adiós Vale – y se fue con una gran sonrisa en los labios.

Lo que encontré en tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora