Capitulo 3: Todos somos escoria

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El camino hasta la casa en la que residía Sakura había sido bastante tenso, pero aun así, no habían encontrado ningún problema. Se habían cruzado a varias personas que se limitaron a saludar con un movimiento de cabeza a la pelirrosa y continuar su camino. Todos parecían demasiado ocupados como para detenerse a preguntar nada, y al parecer, Sakura gozaba de bastante respeto entre ellos, por lo que ninguno se cuestionaría que no estuviera haciendo lo que se suponía que tenía que hacer en ese momento acompañada de un ANBU.

La casa que le habían asignado a la kunoichi no era gran cosa. Era de madera, encajada entre otras dos para formar la calle. La planta de abajo no tenía más que la entrada y una escalera que crujía y daba a un pequeño piso con una cocina, un salón y otras dos puertas que, Sasuke supuso, serían el dormitorio y el baño.

Se notaba que hacía pocos días que la pelirrosa vivía allí, pues todo evidenciaba que no se trataba más que de un lugar de paso. La decoración era escasa e impersonal, nada de cuadros o jarrones con flores que, según recordaba, gustaban tanto a la chica. Las únicas pruebas de su presencia en el lugar no eran más que pequeños detalles, una capa sobre la silla del salón, unos pergaminos extendidos sobre la mesa, la mochila apoyada junto a la pared o un par de platos sobre el fregadero.

Sin una palabra o mirada, Sakura le quitó los grilletes en cuanto cruzaron la puerta. Su nerviosismo era palpable en su expresión más seria que nunca.

Sasuke la siguió hasta el salón sin hacer ningún comentario mientras sus ojos recorrían todos los recovecos observando cada cosa a su alrededor. Se quitó la máscara de ANBU dejándola sobre la mesa. Era algo agobiante llevarla puesta, no entendía cómo los ninjas pertenecientes al cuerpo de élite podían soportar llevarla todo el día. Precisamente, si tenían las misiones más peligrosas necesitaban todo el campo de visión posible, no limitarlo con los huecos de una máscara como ojos.

Sakura cruzó la habitación en dos zancadas y cerró las cortinas con rapidez. A pesar de estar en un segundo piso, si tus vecinos son ninjas capaces de saltar de tejado en tejado, nunca sabes quién puede estar mirándote desde la ventana.

-Pronto anochecerá -dijo la pelirrosa escrutando con precaución entre las cortinas-. En cuanto se ponga el sol nos iremos. Para cuando se den cuenta de que te has marchado ya estaremos demasiado lejos.

La chica se giró encontrándose con Sasuke, de pie en medio del salón, mirándola con aburrimiento. Se había deshecho del traje de ANBU, al igual que de la máscara, por lo que volvía a mostrar sus propias ropas marcadas con el símbolo de su clan. Seguía siendo guapo, eso era indudable, puede que incluso fuera más guapo que antes a pesar de que sus ojos mostraban un grado de desquiciamiento y sadismo del que antes carecían, pero algo estaba mal en él, algo al mirarlo daba la idea de que estaba tan destrozado que ni la más atractiva imagen conseguiría que nadie quisiera acercarse.

-Tenemos que ocuparnos del sello en tu chakra -continuó Sakura colocándose frente a él.

Sasuke captó lo que quería y, tranquilamente, destapó sus antebrazos mostrándole a la pelirrosa las pequeñas barras negras que tenía incrustadas en ellos. La piel que rodeaba el lugar en el que estaban clavadas, estaba enrojecida e inflamada por sus forcejeos queriendo quitárselas. A esto se le sumaban los múltiples arañazos que le adornaban el brazo con restos de sangre seca, y las rozaduras en las muñecas por los grilletes.

Ante la imagen que presentaban los brazos de Sasuke, Sakura frunció levemente los labios. Evidentemente, la mayoría de esas heridas se las había provocado él. Resultaba increíble el poco respeto que Sasuke sentía incluso por sí mismo.

-¿Es esto lo que creo que es? -preguntó la pelirrosa señalando las barras negras.

-No sé lo que crees -"ni me importa" pareció querer añadir por su tono-. Pero si estás pensando en una de las mierdas de Akatsuki, has acertado.

El albedrio de los condenadosWhere stories live. Discover now