Capítulo 23

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-¡Ylenia, Urian!

Regis corrió a donde seguíamos en el suelo húmedo y sucio. Se acuclilló a nuestro lado tras guardar sus espadas de regreso a las fundas que llevaba en la espalda, sujetas con unas correas de cuero que cruzaban su pecho.

-¿Están bien? - Buscó en cada uno de nosotros alguna lesión, pero se apaciguó al no ver nada grave.

-Gracias a ambos por venir – Dije, profundamente agradecida. De no haber sido por ellos, no estaba segura de haber podido lograrlo sola.

-Por supuesto que vendría - Espetó Urian con brusquedad – No puedo creer que ese desgraciado de Lucario te sacara de esa manera.

Mi boca se abrió, sorprendida de escuchar a Urian insultar a alguien.

Regis sacudió la cabeza, riendo.

-Marwen quería asesinar él mismo a Stavros. De hecho, nunca lo había visto tan asustado y furioso al mismo tiempo cuando los vio alejarse en el caballo - Lanzó una mirada sugestiva a Urian, quien solo lo ignoró, centrándose en mí, ofreciéndome una mano para levantarme.

-¿Cómo te sientes?

-Un poco adolorida y cansada, pero por lo demás, todo bien - Respondí con sinceridad.

Me pidió no dejarlo afuera, no alejarlo, por lo que mentir no iba a ser la mejor manera de seguir ese camino.

Una vez todos de pie, Regis sonrió ampliamente tras evaluarme desde la coronilla hasta la punta de mis botas. Su mano acarició juguetonamente mi cabeza.

-Estuviste impresionante – Me felicitó con una sonrisa – No iba a perderme verte patearle el trasero a unos cuantos Marionettes. Lamento haberme perdido la primera parte, aunque estoy seguro que debió ser igual de increíble.

-Y que lo digas, eso no es nada - Sonrió Urian. Aquel brillo había regresado a sus ojos cuando me observó - Eres más que extraordinaria.

Mis mejillas se calentaron por tantos halagos

Pero como los desastres parecían seguirme de cerca, los lamentos de una mujer nos regresaron de golpe a otra realidad que teníamos que enfrentar: el daño causado por los Marionettes.

Una mujer de mediana edad, así como varios ciudadanos más que poco a poco habían decidido acercarse ya que había pasado el peligro, estaban rodeando la zona del muelle. Sin embargo, la mujer que lloraba en el suelo sostenía la mano moribunda de un hombre que estaba parcialmente sepultado bajo unas tablas y redes de pescar.

Una de las víctimas del ataque.

Algunos hombres se pusieron a remover escombros para buscar más víctimas, en lo que algunas personas rodearon a la mujer para brindarle apoyo.

Me di cuenta que Lucario estaba de pie, apoyando parte de su peso en el guardia a su lado. Sin amedrentarme, sostuve su extraña mirada.

-¡Tú! - Gritó alguien.

Era la mujer desconsolada. Su mirada llena de dolor se tiñó de odio mientras me apuntaba con un dedo acusador.

-¿Qué se supone que hace un monstruo de esos junto a la guardia del imperio? ¡Mátenla! ¡Ella es responsable de esta tragedia, ella mató a mi Rufus!

Mi capucha estaba echada hacia atrás, dejando al descubierto mi rostro.

La atención de toda la gente se volcó sobre mí. Las mismas miradas filosas de siempre, el mismo desprecio. Los murmullos se extendieron como la pólvora. Una joven agarró a sus dos hijos pequeños y salió corriendo con ellos.

Almas de Sombra e IlusiónWhere stories live. Discover now