Capítulo 32

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El campamento se instaló en el borde de la playa, tal como se había acordado. Un grupo de caballeros patrulló un perímetro alrededor del campamento para cerciorarse que no hubiese presencia de Marionettes cerca. Se dividieron los tres grupos y Lucario se auto designó como el encargado de ser mi carcelero y verdugo para engañar a los Marionettes. Urian se lanzó inmediatamente en protesta.

-No podría importarme menos lo que tú pienses, Marwen – Dijo despectivamente su capitán - Es una vergüenza que sigas llevando ese uniforme y, aunque no te guste, dudo que tú seas el indicado para pretender actuar cruel y vil contra tu propia... ¿qué? ¿prometida? ¿mascota?

Regis agarró a Urian por la espalda antes de que este arremetiese contra Lucario.

-Basta – Intervino el capitán de los caballeros del templo, Demir – No es el momento de provocar conflictos y divisiones.

-Ignora lo que ladra, no vale la pena – Dijo Regis a Urian.

Lucario soltó una risa hueca.

-Incluso tú has resultado ser una decepción, Fotia. Ser amigo de una asesina te va a costar muy caro.

-Ese es mi problema, capitán - Contestó con una sonrisa rígida - Agradecería no se entrometa en lo que no le incumbe y se enfoque en lo que tenemos que hacer.

-Precisamente como su capitán, soy el único que está pensando realmente en el éxito de esta misión, y para lograrlo hay que dejar de lado todas las emociones ridículas involucradas pues solo entorpecerán nuestro trabajo - Me disparó una mirada fulminante.

Puse los ojos en blanco, optando por mantenerme en silencio y no añadir más leña al fuego. Sea como fuere, no había forma de ganar contra Lucario; la única que lo consiguió fue la Gran Diosa y aun así actuó de forma arrogante ante ella.

Sin embargo, debí reconocer que tenía razón en un punto. Los sentimientos involucrados impedirían que Urian o Regis pudiesen engañar a los Marionettes al tratarme como su prisionera; si considerábamos al mejor candidato para interpretar el papel de humano que despreciaba con cada fibra de su ser a los Marionettes, ése era definitivamente Lucario Stavros.

-De acuerdo – Dije - Iré contigo.

Todos los ojos se giraron hacia mí y cada uno lucía diferentes grados de sorpresa, incluso Lucario.

Urian sacudió la cabeza como si hubiese escuchado mal.

-Ylenia, ¿qué...?

-Es el más adecuado para el papel de torturador abusivo - Lancé una mirada irónica al capitán de la guardia imperial. Su expresión se ensombreció – No tendrá ni siquiera que fingir, sino seguir comportándose como el mismo tirano que ha sido desde el primer día.

-Tiene razón en eso - Murmuró Regis.

-Pero aun así no confío en él - Objetó Urian, posicionándose a mi lado y entrelazando nuestras manos.

-No le tengo miedo, Urian.

Lucario resopló.

-Te crees la gran cosa después de que la Gran Diosa te puso bajo su ala, ¿no es así? Olvidas que ya no está aquí para protegerte.

-¿Es eso una amenaza, capitán Stavros? - El cuerpo de Urian parecía un arco a punto de disparar.

La presencia de Regis se acercó a mi espalda.

-Si pone en riesgo esta misión me encargaré yo mismo de entregárselas en bandeja de plata a sus amiguitos - Sentenció Lucario.

-¡Basta! - Volvió a interceder el capitán Demir - capitán Stavros, le pido que se comporte acorde a su rango – Se giró hacia mis compañeros – Y ustedes dos, tengo entendido que nadie la está obligando a ser parte de esta misión, así que déjenla que ella decida.

Almas de Sombra e IlusiónМесто, где живут истории. Откройте их для себя