Capítulo 2

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Llegué al que consideraba mi único hogar. Si es que se le podría llamar de esa manera a una casita en el extremo opuesto de la isla, donde permanecían los vestigios de una anciana de ochenta años que falleció hace mucho tiempo. Vivía en un archipiélago. Del puñado de islas que flotaban sobre el mar, Keri era la más alejada del resto y mi hogar.

Compartí con Laisha Lamprou durante cinco años antes de que una falla a su corazón se llevase su último aliento. Fue la única persona que me trató dignamente, que me ofreció su cariño. Siempre me pregunté si había sido debido a su ceguera parcial. Sea como fuere, ella supo que yo era diferente. Lo supo de alguna forma y no me repudió por ello. Al contrario. Como si previera las reacciones de las personas del pueblo, me preparó para enfrentarme a las "diferencias" que ellos harían conmigo. No supe lo que quiso decir hasta que una tarde que volvía de recoger leña del bosque, hallé su cadáver sin vida en el umbral de la puerta. En ese momento, saliendo del shock, corrí hacia la única persona que sabía de mí además de la anciana que me acogió.

Se trataba de una vieja amiga suya que con gran asombro me conoció el segundo mes que me acogió la Sra. Lamprou. Era una mujer robusta, con el cabello castaño, llena de energía pese a su estatura: Maia Zabat. Palideció al instante en que vio mis extraños ojos. Claro, eran los mismos que caracterizaban a los Marionettes que habían atacado en varias partes del imperio, según decían los rumores. No obstante, la Sra. Lamprou, mi benefactora, se apresuró en asegurarle que yo era tan inofensiva y dulce como un panecillo de azúcar.

Reacia al principio, la mujer mantuvo una prudente distancia sin aceptar por completo lo que la Sra. Lamprou decía.

-Laisha, esto es un error. Sí, es cierto que ella tiene solo un ojo distinto, a diferencia de los Marionettes. Sin embargo, ese color en ella... No es normal. Debes enviarla lejos, antes de que alguien más se entere. ¿Qué pasa si es un mal presagio? ¿Qué pasa si atrae a más de los de su especie?

-Querida amiga, no estoy tan ciega para no darme cuenta de lo que tengo enfrente - La Sra. Lamprou sonrió despreocupadamente. Yo las observaba a unos metros de distancia, jugando con unas conchas en la arena.

-Pero es una de ellos - Alegó la Sra. Zabat.

-¿Viste antes algún niño que fuese un Marionette? - Le cortó Laisha.

Su amiga se enredó con su propia lengua. Al parecer yo era un caso más raro de lo que se creía. En ese momento entendí muy poco de lo que ellas hablaban, como trozos irregulares de vidrio que se intentan unir de nuevo, pero las piezas no calzan.

-No sabes si solo está fingiendo - Gimoteó la Sra. Zabat, frustrada por no hacerle entender a su amiga.

-Te equivocas, Maia - Refutó su amiga - Ella es especial. No la juzgues basada en los actos de esas criaturas. Ella carga con un peso demasiado grande para su edad por el simple hecho de tener sus ojos diferentes, no la atormentes con el pecado de otros.

La Sra. Zabat se quedó muda de la impresión. Seguramente no se fiaba como yo al principio de la escasa vista de la anciana. Sin embargo, ella sí sabía de mis ojos.

En ese entonces la Sra. Lamprou pidió encarecidamente a su amiga que, en caso de yo necesitar ayuda en algún momento, ella pudiese ofrecérmela. No pude culpar a la Sra. Zabat por dudar. Yo era un fenómeno a sus ojos. Una bestia que podría rasgar su garganta en un parpadeo pese a tener alrededor de seis años. No entendí en ese momento su miedo. Eran las dos primeras personas que conocía tras haber despertado en casa de la Sra. Lamprou sin recordar un solo trozo de mi pasado.

-Estoy en deuda contigo por haber salvado a mi pequeña hija hace cuatro años, Laisha- Suspiró la mujer.

-No me debes nada - Replicó la Sra. Lamprou, sacudiendo una mano - Tan solo te pido este favor por una larga amistad juntas. Cuando yo deje esta tierra la pobre muchacha estará completamente sola en el mundo. Sabes que es así, Maia. La gente de esta isla es muy prejuiciosa y cruel. Por favor ayúdala a poder sobrevivir, a encontrar una vida tranquila, lejos del odio injusto e inmerecido.

Almas de Sombra e IlusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora