23-. La historia de una Reina Malvada de dos mundos

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Historioburgo estaba desierto.

O por lo menos eso parecía.

La verdad es que las calles estaban sin ningún tipo de movimiento, lo cual resultaba demasiado raro. Sí, tal vez no había muchas concurrencias durante el día, pero por lo menos se veían parejas o un par de autos conduciendo por el lugar.

Pero ahora parecía estar en total quietud.

Los chicos miraron a su alrededor. Aparecieron frente a la torre del reloj de la ciudad. Había autos parados en la calle y los plantíos de los jardines se habían extendido demasiado, cómo si nadie se hubiera encargado de podarlos en días.

Sin embargo, Mal miró el cielo en cuanto aparecieron.

Estaba de un tono verdoso podrido. El mismo color que había adquirido cuando Narissa los había atacado.

Volteó rápido para mirar aquellos montículos de hierba. No era sólo eso, sino los habitantes de la ciudad.

Se acercó rápido a uno que se encontraba en la acera. Era como una especie de capullo hecho por una raíz demasiado gruesa que salía del piso de una de las jardineras que se encontraban en las partes frontales de los locales de la calle. La enredadera rodeaba algo que ya estaba totalmente cubierto, dejando solo una especie de correa a la vista. Sin embargo, el posible perro que había sido sacado a pasear, también se encontraba envuelto en una raíz.

Sus amigos miraron los montículos de raíces que estaban en la acera. Los autos detenidos tenían raíces entrando por sus ventanas, seguramente para envolver al conductor y mantenerlo atrapado.

Todas esas raíces venían de diferentes jardines, algunas habían salido del pavimiento, mientras que había otras personas cuya prisión era tan larga que salía del mismo bosque que rodeaba la ciudad.

—Parece que Narissa no perdió el tiempo— comentó Jay.

Aún sostenía con su mano el báculo en forma de serpiente que había encontrado en la Bóveda del Castillo Oscuro, mientras que Evie tenía en la mano la varita de cristal que había encontrado en el mismo lugar.

—¿Creen que haya atrapado también a Emma y a los demás? — preguntó Evie.

—Es muy probable— contestó Ben.

Mal percibió algo sobre sus cabezas.

—El problema es que no le veo sentido a nada— continuó el chico castaño—. Pareciera que su principal objetivo era vengarse de Blancanieves, pero, ¿Por qué tanta insistencia en querer deshacerse de nosotros? Enviarnos a un mundo distinto no pareciera ser algo muy...

—¡CUIDADO!

Mal se arrojó hacia uno de sus amigos, no pensó bien en quien, para intentar evitar que sufrieran el ataque. Una explosión de luz verde cegadora iluminó el sitio, seguido de un horrible estruendo y palpitación en el suelo, junto con el crujido del concreto siendo destruido por esa misma fuerza.

Al abrir los ojos, se encontró sobre Carlos, quien parecía aturdido por la caída y haber recibido el peso de su amiga sobre él.

—Perdón, Carlos— dijo Mal, parándose y dándole la mano para ayudarlo.

—No te preocupes, Mal— dijo Carlos, con un hilo de voz—. Pero para la próxima avísame con más tiempo. Creo que vomité un intestino.

Parece que después de todo, lograron regresar— la inconfundible voz de Narissa se escuchó en la calle, pero no se veía de dónde provenía—. Y con vida, que es lo más desafortunado.

—Atacar por la espalda— comenzó a hablar Mal—. Eso es caer bajo.

De hecho, no los ataqué por la espalda. Más bien, desde sus cabezas— el tono divertido de la mujer aumentó el enojo de la chica.

Once Upon A Descendants: El Secreto de la Isla #1 (COMPLETADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora